Poesía en la escuela: David Wapner lee a Nicanor Parra


En diciembre de 2011 el escritor David Wapner mantuvo una videdoconferencia desde Israel (país donde reside) con los chicos de la Escuela de Estética de Morón (Provincia de Buenos Aires), durante la que habló del poeta chileno Nicanor Parra y leyó algunos de sus poemas. Además, Wapner grabó un video en su casa de Israel para utilizarlo como salvaguarda por un posible fallo en la conexión de Internet durante la videoconferencia. Ofrecemos ese video (“Wapner lee a Parra”) y un texto introductorio preparado especialmente para Imaginaria. Además —y a modo de homenaje al poeta chileno—, publicamos “Falsas flores de Parra”, poemas de David Wapner atribuidos a Parras apócrifos (Atenor Parra y Sofanor Parra).

Del 12 al 19 de septiembre de 2011 se realizó el Segundo Festival de Poesía en la Escuela. Con la coordinación general de Marisa Negri y Alejandra Correa, en el evento participaron docentes y alumnos de diversos establecimientos educativos de la Ciudad de Buenos Aires y del conurbano bonaerense y también fueron invitados poetas para compartir lecturas con la comunidad educativa.

Entre estos autores, el escritor David Wapner mantuvo una videdoconferencia desde Israel (país donde reside actualmente) con los chicos de la Escuela de Estética de Morón (Provincia de Buenos Aires).

Para la ocasión Wapner eligió al poeta chileno Nicanor Parra (reciente ganador del Premio Cervantes 2011, otorgado por el Ministerio de Cultura de España) como eje de sus lecturas: habló sobre Nicanor y leyó sus poemas.

Pero David Wapner —persona precavida como pocas— grabó un video en su casa de Israel para utilizarlo como salvaguarda por un posible fallo en la conexión de Internet durante la videoconferencia.

Ofrecemos el video “Wapner lee a Parra” y un texto introductorio preparado especialmente para Imaginaria. Además —y a modo de homenaje al poeta chileno—, publicamos “Falsas flores de Parra”, poemas de David Wapner atribuidos a Parras apócrifos (Atenor Parra y Sofanor Parra).



Breves consideraciones sobre la infancia, la poesía y la escuela

(Introducción al vídeo “Wapner lee a Parra” y “Falsas flores de Parra”)

por David Wapner


La tontería

De niño yo no soportaba la literatura infantil. Nada, ni los libros ni las canciones. Esos libritos de bordes recortados que me parecían escritos para bebés, esos discos de colores en donde los instrumentos sonaban “chilinguinguín”. Ni siquiera María Elena Walsh, a pesar de que sí cantaba algunas de sus canciones que aprendía en la escuela y en las clases de la profesora de guitarra. Pero las aprendía como quien lo hace con algo que está destinado a otro, más chico que yo, como mis hermanos menores, por ejemplo. La literatura para los niños no me hablaba a mí, la música tampoco, y el teatro, ni que hablar, salvo Perla Santalla haciendo de Doña Disparate (ahí, sí, la Walsh), todo era… puaj. Y no es que no me hablaba porque yo no me considerase niño, no: me gustaba el payaso Firulete, el cartero Manuelo, me desternillaba de risa con las aventuras de Pi-Pío, Pelopincho y Cachirula, Don Fulgencio, personajes como Ruin el Servil. Ese tipo de creaciones, pensadas y realizadas para chicos, sí, pero genuinas. Todo lo demás me parecía falso, pegajoso, hecho por adultos que consideraban a la infancia una etapa de estupidez, por la cual los niños éramos todos unos estúpidos (esos mismo adultos, me enteraría más tarde, consideraban a las diferentes edades humanas como etapas de la evolución de la estupidez).

Yo ya conocía los auténticos libros y discos. Daniel Defoe, Jack London, Edgar Allan Poe, Julio Verne, Charles Dickens, Mark Twain, Gardel, Troilo, los Beatles, Mozart, Jevel Katz, los libros de astronomía, geografía, historia, paleontología, los diccionarios: ellos no eran engaños. Para juguetes, para “chiches”, tenía mis autitos, muñecos, arcos y flechas y avioncitos que me armaba, revólveres de cebita…

Parra y la poesía que hace de poesía

Nicanor Parra dejó de lado los juguetes que la poesía venía acumulando por siglos. Cáscara sobre cáscara, capas de maquillaje, costras de polvo de metáfora, pátinas retóricas, lacas de amor: la poesía se había ido asfixiando hasta secarse. La poesía “poética” se convirtió en su negación. Las vanguardias artísticas de las primeras décadas del siglo XX ya habían metido mano en el poema, lo habían sacudido, destripado, desarmado y vuelto a armar, con mayor o menor éxito. Nicanor Parra toma del surrealismo las imágenes imposibles, la paradoja, de la poesía estadounidense la experiencia cotidiana, el periodismo. Se calza el paracaídas de Huidobro (1) y se larga a hablar. El resultado es el antipoema: una voz que habla como el habla popular, que cuenta los espantos de este mundo y provoca risa y desconcierto. Más tarde, Parra extrema la apuesta, se despoja de lo supérfluo remanente, rompe con el formato libro y el personaje llamado autor. Estos son los artefactos (2), “chistes par/ra desonrientar a la policía”, que vienen dentro de una caja, impresos en postales ilustradas por artistas chilenos, y cuyos enunciados podrían pegarse en paredes de calles a modo de carteles o graffitis, en baños públicos como inscripciones en una letrina, rayando asientos de vagones del ferrocarril o colectivo.

El video

En el Festival de Poesía en la Escuela, los poetas invitados no leen de sus propios poemas, sino que eligen a algún poeta cuya obra consideren fundamental y, ante un público de escolares, lo presentan y leen de su poesía. Para su segunda edición, en la que participé, elegí a Parra. Me entusiasmó la idea de leerlo para chicos. Me encanta leer poesía en voz alta, es un placer para mí comparable al de cantar. Como vivo en otro país, se programó la lectura por videoconferencia (también la de la poeta Mercedes Roffé, que vive en Nueva York). Existía el riesgo de que la conexión no funcionara (o de algún inconveniente por el estilo); de modo que, como prevención en salud —y para no fallarle a un festival cuyo concepto me parece brillante (mérito de las poetas Marisa Negri, Alejandra Correa y Valeria Cervero)—, grabé un vídeo que subí a YouTube, el mismo que ahora presenta Imaginaria.

No tiene sentido comentar su contenido: échenlo a andar y ustedes mismos podrán comprobar —y juzgar— cómo lo presento a don Nicanor, qué digo de él, qué poemas leo. Los chicos de la Escuela de Estética de Morón también lo vieron pero, por suerte, la conexión funcionó y hubo videoconferencia.

Su desarrollo no fue exactamente el previsto, el tiempo asignado era limitado y, sobre todo, los escolares tenían preparadas preguntas relacionadas con cuentos míos (“¿Usted estaba enamorado cuando escribió ‘Escúcheme, señor Gutman’?” (3)). De modo que, si bien alcancé a presentarles al poeta chileno, mostrarles mi querido ejemplar de Obra Gruesa (editado en 1973 por Editorial Universitaria de Chile) y leerles tres poemas que yo había elegido, no pude saber a ciencia cierta qué impresión les causó. En principio, nunca habían oído hablar de él. Pero, para mi sorpresa, tampoco la conocían a Violeta Parra, su hermana menor (les tararié, creo, “Volver a los 17”, que la maestra y las organizadoras, claro, identificaron).

Por suerte quedó el vídeo, los chicos pueden verlo cuando quieran y los docentes, tal vez, puedan organizar algo en torno a él. Por ejemplo, imagino, ponerlos juntos a Parra y a Lewis Carroll: “Vean, chicos, ¿es casualidad, dos matemáticos, ambos poetas? ¿Y qué relación ven ustedes entre aquel Cristo de Elqui (4) y la condición de sacerdote del Padre Dogson?”.

Los Parra apócrifos

Con respecto a las “Falsas flores de Parra”, escribí cuatro series, por diversión, firmada cada una por un Parra apócrifo diferente. No son exactamente imitaciones: me calzo las antiparras, para ver a través de ellas, como si me encontrase bajo el agua. Y me pongo a nadar en la pileta del vecino. Las que aquí se publican son de 1993-1995, y vieron la luz por primera vez en el Correo Extremaficción, el e-zine que editamos junto a Ana Camusso entre los años 1999 y 2006.


David Wapner y su esposa, la artista plástica Ana Camusso.


Notas

(1) “Altazor, o el viaje en paracaídas”, el poema en siete cantos de Vicente Huidobro (1931).

(2) En el sitio web de la Universidad de Chile hay una página dedicada a Parra, la mejor y más completa (obra, crítica, ensayos). Allí pueden consultarse los Artefactos.

(3) Nota de Imaginaria: Este cuento fue publicado en el Nº 33 de Imaginaria (Buenos Aires, 6 de septiembre de 2000).

(4) Parra, Nicanor. Sermones y prédicas del Cristo de Elqui y Nuevos sermones y prédicas del Cristo de Elqui. Valparaíso, Chile, Ediciones Ganímedes, 1977 y 1979, respectivamente.


Video “Wapner lee a Parra”

Los textos leídos por David Wapner pertenecen al libro Obra Gruesa de Nicanor Parra (Santiago de Chile, Editorial Universitaria, 1973), y a su libro Mardablogues (Buenos Aires, Imprenta Argentina de Poesía, 2010).


Falsas flores de Parra

Señoras y señores
por Atenor Parra

Me presento con sombrero
—ustedes ya saben mi nombre,
para qué repetirlo—

Tengo diez dedos en la mano:
me falta el número once.
Eso me da mucha pena.

Díganme si me ven guapo,
yo por las dudas me peino.
Alcáncenme un espejo.

Me pone un poco nervioso
presentarme en sociedad
(voy al baño, ya vuelvo)

Mis versos no tienen rima.
Eso duele en el alma.
Una aspirina por favor.

Yo lo mismo me lanzo
a contar mis desventuras
(a mí, en realidad, me aburren)

Mi casa tiene una puerta
y nunca se me ocurrió pintarla.
Quizás el año que viene.

Yo tengo una madre y un padre,
uno es más gordo que el otro.
Ya no caben en la misma silla.

Vuelvo de un largo viaje
(Sólo se lo cuento a ustedes.
Y a nadie más)

Me duelen las plantas de los pies.
El camino estaba lleno de piedras.
Olvidé calzarme las plantillas.

La vida del poeta es así,
una flor por aquí, otra en el ojal.
Prefiero los canarios.

Aquí me pongo a cantar.
A veces canto demasiado.
Me voy a aclarar la garganta.

Ahora uso anteojos
pues se me ñubla la vista.
No veo cuál es el problema.

Yo nací en la Argentina
donde la gente toma mate.
Eso se llama “folklore”.

Aprendí algunos tangos,
“Mi Buenos Aires querido”.
No recuerdo la letra.

A mi perro le sobran los pelos.
Yo le rasco las pulgas.
A la tarde nos vamos de farra.

De noche me gusta dormir
con las orejas tapadas.
Por si las moscas.

La comida que prefiero
es fideos con tuco:
¡qué viva el queso rallado!

Un día sufrí un accidente
que me dejó patitieso.
Ahora estreno zapatos.

Mis bolsillos tienen agujeros;
por eso discuto con mi novia:
me refrescan las piernas.

Yo no canto fuera de tono
pero me gusta desafinar:
aguanten que ya termino.

Miro televisión
y me arden los ojos:
nunca entiendo las telenovelas.

Hasta luego


Parra Negra

por Sofanor Parra

Abran cancha y perdices
que aquí llega el baluarte
y nadie más.

Por ahora.

Mientras tanto
cobíjense en mi casa.
Un momento: retiro lo dicho,
me la embargaron.

No importa.

Armemos una carpa
yo tengo un colchón.
No cabemos todos.

Alguno debe irse.

A ver, usted quédese
y usted y usted
y los otros que se vayan.

¡Yo no!
¡A mí no me toque!
¿Qué está haciendo?

Yo tuve la idea y me traicionaron.

Ahora los echo a todos.
Yo me cobijo en mi manta.
Aunque transpire.

Sudo como bestia.

Transpirar purifica,
orinar desintoxica.
¿Para cuándo el desayuno?

Por qué me dejaron sólo.

Haré un rancho aparte.
Taperas ya no sobran.
Quizá me alquile un cuarto.

Mi amigo es mi enemigo.

Hermano compartamos
una cama en cada punta
yo pongo la mitad.

No puedo hacerme cargo de todo.

Me cansa subir escaleras,
te agota llevarme en andas,
hasta aquí llego: déjeme en la puerta.

Quién cambió la cerradura.

Mi casa es un cubo.
Yo aprecio su volumen.
Pi por radio no me sirve.

Adónde termina el mundo.

Nací sobre un arroyo,
un tubo lleno de agua,
por eso me ahogo en vaso.

El aire me sobra y me falta.

Cuando la sangre no llega al cerebro
hay que sospechar del corazón,
puede estar en curda.

El alcohol desinfecta heridas.

Mañana mismo me vengo
—y yo no soy vengativo.
Pero algún día tenía que ser—.

Yo no tengo la culpa de nada.

Se llevaron mi camisa.
Allí guardaba un secreto.
Era un billete.

Ayer sortearon y perdí.

Puedo seguir hasta mañana
sin dormir en mi lecho.
Aunque me duerma de pie.

¿Qué pasó?

Golpean la puerta,
debo interumpir ahora.
Ojalá que no sea mi madre.

Olvídense de mí.


Los textos “Señoras y señores” de Atenor Parra y “Parra Negra” de Sofanor Parra, pertenecen al ciclo Falsaflor Parra de David Wapner y se reproducen en Imaginaria por gentileza y autorización de su autor.


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4 comentarios sobre “Poesía en la escuela: David Wapner lee a Nicanor Parra”

  1. Xan Poleiro dice:

    Es verdaderamente insoportable. Si Parra se entera lo corre a gorrazos, ¿no creen?

    Atentamente
    Poleirán


  2. Fan Polilla dice:

    No entiendo qué´te resulta insoportable,Xan.


  3. María Teresa Andruetto dice:

    Gracias David por Parra by Wapner en Imaginaria, por el desenfado de los dos y tu amor por el (tan anterior a sus premios!. Buenísimo llevar a Parra a la escuela. Aprovecho para agradecerle a Imaginaria haberlos alojado y a Alejandra Correa, Valeria Cervero y Marisa Negri el regio proyecto de poesía en la escuela!
    María Teresa


  4. Adri dice:

    Verdaderamente genial como siempre David! Nunca está demás recordar que, si como dice Wapner en otra entrada, «el tema no es el tema», el poema tampoco es el texto del poema sino el cuerpo, la voz, la escucha, lo viviente que diría Meschonnic, lo que pasa por/entre ellos. Sólo hay que saber escuchar.