Los libros de Lemony Snicket, una serie de catastróficas desdichas
"Las buenas personas que van a publicar este libro tienen una preocupación que me acaban de expresar. La preocupación es que los lectores como vosotros leerán la historia de los huérfanos Baudelaire e intentarán imitar algunas de las cosas que ellos hacen. Así pues, en este punto de la historia, para apaciguar a mis editores —el verbo «apaciguar» significa aquí «hacer que dejen de arrancarse los pelos de desesperación»—, permitidme, por favor, daros un consejo, a pesar de que no sé nada acerca de vosotros. El consejo es el siguiente: si alguna vez necesitáis llegar cuanto antes a la Cueva Sombría, no robéis un barco e intentéis cruzar el Lago Lacrimógeno en medio de un huracán, porque es muy peligroso y las posibilidades de que sobreviváis son prácticamente nulas."
Lemony Snicket *
Lemony Snicket es el autor de la serie de libros (1) que desde 1999 viene editando Harper Collins en los Estados Unidos, con tal impacto en los lectores (y en las ventas) que la prensa rara vez escapa a las comparaciones con la saga de Harry Potter. Sin embargo, la figura de Lemony Snicket sigue envuelta en el misterio más neblinoso y esquivo. La información acerca de este autor provista por Harper Collins en su sitio web es ciertamente oscura:
"Lemony Snicket nació antes que ustedes, y probablemente muera también antes que ustedes. Su familia tiene raíces en una parte del país que actualmente se encuentra bajo las aguas, y su infancia transcurrió en el relativo esplendor de la Villa Snicket, la cual ha sido después una fábrica, una fortaleza, y una farmacia, y es ahora, lamentablemente, la Villa de otra persona. Para el ojo poco entrenado, la ciudad natal del Sr. Snicket no parecería estar llena de secretos. Ojos poco entrenados se han equivocado antes."
"Hubo un escándalo, por supuesto, y las consecuencias fueron rápida, cruel e incorrectamente difundidas en los periódicos del día. Sin embargo es cierto que el señor Snicket fue despojado, por las autoridades correspondientes, de varias condecoraciones, como la Mención de Honor, el Galón Gris, y el Primer Segundo Premio. La corte llegó a un conveniente aunque cuestionable veredicto y el Sr. Snicket se encontró en el exilio."
"A pesar de que sus estudios formales se centraron en el análisis retórico, en los últimos tiempos se ha dedicado a investigar las cuitas de los huérfanos Baudelaire. Este proyecto, que ha ido siendo publicado por Harper Collins, lo lleva a la escena de numerosos crímenes, por lo general en temporada baja."
"Eternamente perseguido e insaciablemente inquisitivo, hermitaño y nómade, el Sr. Snicket les desea sólo lo mejor." (2)
En los libros sobre los hermanos Baudelaire, es posible dar con algunos datos aislados sobre Snicket: su nostálgico amor por Beatrice, ya muerta, a quien dedica cada uno de los libros de la serie, sus viajes por el mundo entero o sus excéntricas amistades (3). En las raras ocasiones en que concede entrevistas, Snicket es bastante parco, a pesar de lo cual ha revelado su afición a la taxidermia y el clavicémbalo, recomendado la lectura de La famosa invasión de Sicilia por los osos (4), de Dino Buzzati, y aconsejado a los niños que quieren ser escritores que eviten usar zapatos ruidosos cuando escuchan por el agujero de las cerraduras (5).
Hay una razón de peso, sin embargo, para que Snicket no se deje ver tan fácilmente (6): Lemony Snicket se debe a la noble y arriesgada tarea de contar la terrible historia de los huérfanos Baudelaire (7), asediados por la codicia del Conde Olaf (8), quien, asistido por sus secuaces, miembros de su grupo de teatro, pretende adueñarse de la fortuna que los niños heredaran tras la trágica muerte de sus padres en el incendio que da inicio al primer libro de la colección, Un mal principio. A pesar de las dificultades y los peligros que ha debido sortear, Snicket no escatima esfuerzos, avanza en su investigación, y a medida que va escribiendo, hace llegar a sus editores los originales de cada libro junto a notas donde anticipa pistas sobres las cuales se extenderá en el siguiente volumen de la serie, en una suerte de desdichadísimo y extenso folletín que culminó este año con la publicación del decimotercer libro de la colección.
Daniel Handler tiene 35 años y vive en San Francisco. Es escritor, guionista, y dicen que también músico, acordeonista. Tiene tres novelas para adultos publicadas (The Basic Eight, 1999; Watch Your Mouth , 2000; y How To Dress For Each Occasion, By The Pope, 2005), y una en prensa (Adverbs), pero ninguna de ellas se consigue español. Se encuentra además escribiendo un musical en coautoría con Stephin Merrit, a cuya banda The Magnetic Fields se unió oportunamente para la grabación de 69 Canciones de Amor. Y en los últimos años ha añadido a sus varios oficios el de suplantar a Lemony Snicket cada vez que sus lectores lo reclaman en presentaciones de libros, entrevistas públicas, etc.
Aunque Lemony Snicket afirma ser una persona real, otros sostienen que Daniel Handler lo creó como cubierta cuando investigaba a grupos de derecha para su primera novela, agregan que más adelante fue un alias utilizado por allegados de Handler para pedir pizzas a domicilio, y finalmente aseguran que cuando encaró la escritura de libros para chicos y se vio en la necesidad de elegir un seudónimo, Handler echó mano del nombre que ya había hecho suyo: Lemony Snicket. Sin embargo, reiteramos, Lemony Snicket insiste en ser una persona real.
Brett Helquist es el ilustrador de los libros de Snicket. Entre sus antecedentes figuran haber nacido en Arizona, haberse graduado en Bellas Artes, haberse mudado a Nueva York, haber ilustrado, entre otros, los libros de Bonícula, de James Howe (9), haber publicado un libro (Roger, el Pirata Alegre) como autor integral, y haber trabajado para la revista infantil Cricket y el periódico The New York Times.
Hechas las presentaciones, vayamos a los libros.
Una serie de catastróficas desdichas
Es una gran desdicha que el mercado de literatura en español cuente con apenas la mitad de los títulos de Lemony Snicket que existen en inglés, incluso a más de un año de estrenada la adaptación cinematográfica Lemony Snicket: Una Serie de Eventos Desafortunados , tras lo cual se esperaba una mayor difusión de la historia de los hermanos Baudelaire y, correlativamente, que esa difusión provocara en nuevos lectores el deseo de conocer la continuación de sus desventuras. Es incluso más desafortunado el hecho de que aquí en Buenos Aires se consiga apenas y con mucho esfuerzo la mitad de la mitad traducida (10). Y es ciertamente triste, a pesar de lo que Snicket diría, que la circulación de estos pocos libros sea, en comparación con el fenómeno ocurrido en su tierra natal, tan pero tan reducida.
En su idioma original, la colección completa incluye trece libros de trece capítulos cada uno. En agosto de 2005 salió a la venta el duodécimo, promocionado como "el último libro antes del último libro", y el decimotercero, The End (El Fin), llega a librerías el viernes 13 de octubre de este año (11), tras la publicación de The Beatrice Letters (Las cartas de Beatrice), anunciadas como sumamente reveladoras respecto de la trama que envuelve a los huérfanos Baudelaire, a Lemony Snicket, y al malvado Conde Olaf.
Los doce títulos publicados hasta ahora son: The Bad Beginning (Un mal principio), The Reptile Room (La habitación de los reptiles), The Wide Window (El ventanal), The Miserable Mill (El aserradero lúgubre), The Austere Academy (Una academia muy austera), The Ersatz Elevator (El ascensor artificioso), The Vile Village (La villa vil) (12), The Hostil Hospital (El hospital hostil), The Carnivorous Carnival (El carnaval carnívoro), The Slippery Slope (La cuesta resbalosa), The Grim Grotto (La gruta horrenda), y The Penultimate Peril (El penúltimo peligro).
Las primeras ediciones, antes de que apareciera la película, contaban con tapas ilustradas por Brett Helquist y todos los detalles de su diseño estaban orientados a simular ediciones de otras épocas, en consonancia con una escritura que crea una particular temporalidad al superponer elementos de principios del siglo XX con otros más cercanos a la época de publicación. Después esos libros convivieron con nuevas ediciones cuyas tapas reproducían afiches o fotogramas de la película, aunque conservaban en el interior los dibujos en tinta de Helquist.
En las primeras ediciones, figuraba en contratapa una carta firmada por el Sr. Snicket "con el debido respeto", donde se aconsejaba al lector desprevenido que abandonara inmediatamente la lectura y evitara internarse en la terrible trama de las vidas de los desdichados huérfanos Baudelaire. En las ediciones derivadas de la película, esas contratapas se pierden. (13)
Cuenta Handler que cuando la editorial le pidió que redactara la contratapa de sus primeros libros se encontró en problemas. Más aún después de leer las contratapas de otros libros para chicos. Fue entonces que se le ocurrió redactar las suyas a la manera de las advertencias presentes en los envases de substancias venenosas: una lista de ingredientes más el aviso de que no deben ser consumidos. Veamos como ejemplo la contratapa de Un mal principio:
"Querido lector:
Siento decirte que el libro que tienes en las manos es extremadamente desagradable. Cuenta una triste historia acerca de tres niños con muy mala suerte. Aunque son encantadores y muy listos, los hermanos Baudelaire llevan una vida llena de desgracias e infortunios. Ya desde la primera página de este libro, cuando los niños están en la playa y reciben terribles noticias, y a lo largo de toda la historia, todo tipo de desastres les van pisando los talones. Casi se podría decir que tienen un imán para las catástrofes.
Sólo en este librito tan corto, los tres jóvenes y simpáticos niños se enfrentan a un codicioso y repulsivo malvado, se ven obligados a llevar ropa que pica, sobreviven al desastre de un pavoroso incendio, a un complot para despojarles de su fortuna y a tener que tomar gachas frías para el desayuno.
Yo tengo la triste obligación de escribir esos desagradables acontecimientos, pero a ti nada te impide cerrar inmediatamente este libro y leer algo más alegre, si es eso lo que prefieres."
La estrategia (en sintonía con el gesto reiterado del narrador que dentro de las novelas advierte anticipadamente la llegada de terribles sucesos, a fin de ofrecer a los lectores la opción de abandonar el libro o de por lo menos no ilusionarse con la posibilidad de un final feliz) gustó y se extendió a todo el material de promoción editorial. El sitio web dedicado a la serie de Snicket (www.lemonysnicket.com) es una muestra ejemplar de ello.
Pero la historia, en realidad, comienza antes. Handler estaba buscando editorial para su primera novela, cuya trama está vinculada a una escuela secundaria, y le sugirieron ofrecerla a editoriales de libros para niños y jóvenes; dio entonces con una editora que aunque rechazó esa novela, le dijo que debería escribir ficción para chicos. Handler primero se negó, porque los libros para chicos que conocía eran muy malos, pero ella insistió y finalmente él accedió a tener una reunión para presentarle una idea que estaba seguro de que ella rechazaría: la historia de unos chicos que van creciendo y a los que siempre (pero siempre) les pasan cosas terribles. Para su sorpresa, a ella le gustó y lo instó a seguir escribiendo. Handler no dejaba de pensar que en algún momento alguien iba a darse cuenta y decidirían no publicar su trabajo, pero por suerte se equivocó.
Existe un tipo de literatura infantil, que Handler no quería escribir, definido a partir de ciertos supuestos sobre las características de los niños. Un modelo donde los niños son angelitos tontos que sólo pueden tolerar historias felices con finales felices y tramas sencillas (para que no se pierdan), escritas en lenguaje elemental (para que no se pierdan), donde se les enseñe algo útil (para que oportunamente se conviertan en hombres y mujeres también útiles), y sin exponerlos a circunstancias cuya imitación pueda ser peligrosa (ya que, para ser adultos útiles, deberán primero llegar a adultos). Pero no es esa la única opción en libros para chicos, como bien lo saben quienes inscriben a Handler en la tradición de Roald Dahl (14) y Edward Gorey (15) (por el uso del humor ácido en ambos casos, por el modo en que retoma los cuentos clásicos, en el caso de Dahl, por los juegos de lenguaje presentes en los títulos (16), en el caso de Gorey, etc.).
El modelo del que parte Handler en "Una serie de catastróficas desdichas" es el folletín, que se vale de dos movimientos simultáneos: la repetición de lo ya dicho y la anticipación de lo que sucederá, a fin de lograr el "gancho" necesario para que el lector ansíe la llegada de la próxima entrega. El truco está en que la anticipación sea suficiente pero no excesiva, porque en este último caso, el lector perdería el interés en lo que de la trama se resguarda para su futura revelación. Es decir que la expectativa asume un rol central. ¿Y de qué se nutre esa expectativa? De lo que el lector sabe acerca del tipo de relato que está leyendo. Por ejemplo, si leo una novela policial, puedo suponer que en algún momento se descubrirá quién fue el autor del crimen y que probablemente el modo de acceso a esta información no será la consulta de un oráculo. En el caso de Lemony Snicket, la expectativa se nutre de lo que el lector sabe acerca de ese tipo de literatura infantil que Handler no quería escribir, y de cierta mirada sobre los chicos.
Partiendo entonces del modelo del folletín y de la inscripción en la literatura infantil, Handler les da una vuelta de tuerca y hace que sus libros giren en torno a un mecanismo que podríamos llamar expectativa invertida . Lo primero que se dice en Un mal principio, La habitación de los reptiles y El ventanal es que la historia que se va a contar es terrible y termina mal, y el narrador vuelve una y otra vez sobre esta advertencia; aún así, la literatura infantil está tan fuertemente compelida a los finales felices que el lector insiste en prever resoluciones felices, sólo para encontrarse a cada paso con el peor desastre. "Una serie de catastróficas desdichas" encuentra su lugar de escritura en la tensión que surge de la utilización de un modelo que a la vez es negado (17) (y el epígrafe de este artículo es claro ejemplo de ello), y saca provecho de esa tensión a partir del humor y la ironía, estableciendo a la vez un estrecho vínculo con el lector, basado no en la identificación con los protagonistas, como suele suceder en los libros para chicos, sino en la invitación a participar de un juego.
El juego con las definiciones de palabras, por ejemplo. El vocabulario con que se narra a los chicos es un problema de la literatura infantil. Algunos opinan que es necesario simplificarlo, a fin de que todo quede clarísimo; otros, que los niños deberían leer con un diccionario en mano para ampliar su repertorio de palabras. En "Una serie de catastróficas desdichas", se aborda la cuestión desde una constante definición de palabras y expresiones que ya es reconocida como marca de estilo de Snicket.
Pero el valor de estas definiciones varía. La definición funciona, por ejemplo, como índice del tipo de relación entre adultos y niños. Con el Tío Monty (tutor de los Baudelaire en La habitación de los reptiles ), el sentido se negocia en la conversación, como marca de una relación adulto/niño más próxima (18); en el caso de Poe, el uso de la definición suele ilustrar la sordera del adulto hacia los niños (19); en Olaf, la definición se utiliza para menospreciar a los niños o burlarse de ellos, etc.. Los huérfanos hacen uso de las definiciones para apropiarse del conocimiento que pueda salvarlos de Olaf. En boca del narrador, las definiciones son a veces mecanismos de dilación de la acción, otras veces el centro de chistes —como en el epígrafe de esta nota—, y siempre contribuyen a la construcción de un particular ritmo de la prosa que, como decíamos más arriba, es ya marca de estilo de Lemony Snicket.
El problema del vocabulario aparece también representado en el habla de Sunny, la bebé Baudelaire: sus sonidos incomprensibles deben ser "traducidos" a cada paso por el narrador o por sus hermanos. Cuando en el tercer tomo de la serie los huérfanos conocen a la Tía Josephine, fanática de la gramática, la cuestión de la lengua de Sunny aparece en primer plano:
"—¡Delmo! —señaló Sunny, lo que probablemente significaba algo así como: «Si quieres, puedo morder el teléfono para demostrarte que es absolutamente inofensivo».
—¿Delmo? —preguntó Tía Josephine mientras se agachaba para recoger unas hilachas de la desgastada alfombra con motivos florales—. ¿Qué quieres decir con «delmo»? Me considero una experta en lengua inglesa y no tengo ni idea de lo que significa la palabra «delmo». ¿Está hablando en
otro idioma?
—Me temo que Sunny todavía no habla con fluidez —dijo Klaus, recogiendo a su hermanita del suelo—. Básicamente está hablando en infantil.
—¡Grun! —gritó Sunny, lo que significaba algo así como: «¡Me niego a que lo llames habla infantil!».
—Bueno, tendré que enseñarle correcto inglés —dijo Tía Josephine con frialdad—. De hecho, estoy segura de que todos necesitáis pulir un poco vuestra gramática. La gramática es lo mejor de la vida, ¿no os parece?" (20)
Conjuntos de sonidos que ocultan reflexiones bien complejas de una bebé muy particular, que raramente los adultos, excepción hecha de Lemony Snicket, decodifican adecuadamente, ya que ante todo perciben el error a corregir.
Mediante estos juegos, el uso del lenguaje aparece puesto en primer plano. Lo mismo sucede con las estrategias de narración. Lemony Snicket pide disculpas cuando se repite ("Os prometo que esta será la última vez que utilice la frase «En aquel mismo instante en otro lugar», pero es que no se me ocurre otra forma de regresar al momento en que Klaus (…) " (21)), anuncia la apelación a determinados recursos (como en el caso de la "ironía dramática" (22)), e incluso pone de manifiesto el trabajo sobre el folletín del que hablábamos más arriba. El final del capítulo dos de La habitación de los reptiles es un maravilloso ejemplo de esto. Monty está mostrando a los huérfanos los especímenes de su colección, y entonces les presenta a la Víbora Increíblemente Mortal. Segundos después, la serpiente escapa de la jaula, se abalanza sobre Sunny, la muerde, y el capítulo dos termina. El siguiente, comienza así:
"Siento mucho, muchísimo, haberos dejado así colgados, pero cuando estaba escribiendo la historia de los huérfanos Baudelaire, eché un vistazo al reloj y me di cuenta de que estaba llegando tarde a una cena de etiqueta que daba una amiga mía que se llama madame diLustro. Madame diLustro es una buena amiga, una excelente detective y una buena cocinera, pero se enfada muchísimo si llegas siquiera cinco minutos más tarde de la hora a la que ella te ha invitado, así que ya entendéis por qué me he tenido que ir a toda prisa. Seguro que al final del capítulo anterior habréis pensado que Sunny estaba muerta y que eso era aquello tan terrible que les ocurrió a los Baudelaire en casa de Tío Monty, pero os prometo que Sunny sobrevive a ese episodio. Desgraciadamente es Tío Monty quien pronto estará muerto, pero todavía no." (23)
El movimiento es absolutamente veloz y trastoca de un zarpazo la expectativa construida en el capítulo anterior, a la vez que vuelve a sembrar la espera de lo peor, y mientras pone en primer plano la construcción del relato (24). El gesto constante de los lectores es la sorpresa (25), y para sostenerlo es necesario dar vuelta incluso las propias estrategias, que ya han enseñado al lector qué esperar.
Queda claro que, si en algo confían Handler y Helquist, es en las habilidades de los lectores.
Las ilustraciones de Helquist están plagadas de elementos a rastrear y decodificar en relación con la trama, e interactúan con ella gracias a que están ubicadas en lugares estratégicos dentro del libro. Cada capítulo se abre con una imagen integrada al bloque de texto que anticipa lo que sucederá en él. En El ventanal, por ejemplo, el capítulo donde se revela la treta de Tía Josephine al fingir su muerte mediante una falsa carta suicida, lleva como ilustración inicial la mano de la mujer sosteniendo la pluma que escribe el título en una tipografía distinta a la del resto de los títulos.
Las ilustraciones finales de cada libro, también avanzan sobre lo que vendrá, pero en este caso, en el libro siguiente. En Un mal principio, aparece sobre un ángulo de la ilustración una serpiente suelta que nada tiene que hacer en ese contexto, sino anunciar los reptiles de Tío Monty; en La habitación de los reptiles, la ilustración final muestra que uno de los empleados que cargan las serpientes de Monty en el camión de mudanzas lleva una remera con la inscripción "Lachrymos Leeches", haciendo alusión a las sanguijuelas del Lago Lacrimógeno que tendrán un papel fundamental en la trama de El ventanal.
Sin embargo, hay quienes sostienen que las referencias culturales (26) que aparecen en la serie quedan fuera del alcance de los chicos, y que por lo tanto colocan estos libros en la mira de un público adulto. En una entrevista, consultado sobre la cuestión, Handler dijo: "La cosa con las referencias literarias y otras bromas es que algunos jóvenes las pescan y otros, no; y algunos adultos las pescan y otros, no. Por eso me resisto a hacer generalizaciones acerca de qué es para chicos y qué no lo es." (27) Ni niños tontos ni niños genios: niños liberados de las constricciones del discurso que los considera o bien tontos o bien genios, niños como personas con las cuales establecer un diálogo, jugar un juego.
Los protagonistas de "Una serie de catastróficas desdichas" reclaman ese trato, aún cuando no siempre lo reciban, y de ese modo estos libros postulan un modo de relación entre adultos y chicos.
"Una de las cosas que a Violet, Klaus y Sunny más les gustaba de sus padres era que no hacían salir a los niños cuando tenían invitados, sino que les permitían unirse a los adultos y participar en las conversaciones, siempre que ayudasen luego a recoger la mesa." (28)
Violet, Klaus y Sunny ofrecen modelos de conducta desplazados de lo que puede esperarse de los estereotipos de una joven, un chico y una bebé (29). Violet tiene fascinación por los mecanismos, habilidad e ingenio para inventar cosas, y poco interés por la cocina, los vestidos y otros rubros que supuestamente deberían atraer la atención de una jovencita (sólo se ocupa de atarse el cabello para que no le moleste mientras piensa). A Klaus le interesan los libros; lee todo lo que alcanza, atesora y recuerda toda la información absorbida y acude a los libros cada vez que se ve en problemas, aunque no siempre le ayuden y en el terreno de la acción suela meter la pata (30). A Sunny lo que más le gusta es morder, tiene una dentadura todo terreno, y detesta las comidas blandas que se supone prefieren los bebés. Por eso los regalos de la Tía Josephine (una muñeca para Violet, un tren eléctrico para Klaus y un sonajero para Sunny) que responden a los modelos en los que los huérfanos no encajan, resultan inadecuados y deben ser reasignados: Sunny morderá la cabeza de la muñeca, Violet desarmará el tren, y Klaus deberá buscarle algún uso al sonajero vacante. Estos desplazamientos son parte importante de los libros de Snicket y pueden leerse en relación con una serie de chistes vinculados a las normas de comportamiento que se supone deben inculcarse a los niños.
"Normalmente no es de buena educación entrar en la habitación de alguien sin llamar, pero puede hacerse una excepción si la persona está muerta o simula estar muerta, (...)" (31)
"Robar, claro está, es un delito, y de muy mala educación. Pero, como la mayoría de cosas de mala educación, es excusable bajo ciertas circunstancias. Robar no es excusable si, por ejemplo, estás en un museo, decides que cierto cuadro quedaría mejor en tu casa y sencillamente coges el cuadro y te lo llevas. Pero, si estuviereis muy, muy hambrientos y no tuvieseis forma alguna de conseguir dinero, podría ser excusable coger el cuadro, llevároslo a vuestra casa y coméroslo." (32)
Nótese que son precisamente las normas sociales, las leyes, las que complican la vida de los Baudelaire, sometidos al mal juicio de Poe quien, en ausencia de sus padres, debe determinar con quién pueden o no vivir, a partir de relaciones de parentesco enredadísimas (Olaf, por ejemplo, resulta un pariente cercano por ser el único que vive en la ciudad, aunque no quede claro el vínculo sanguíneo con los Baudelaire). La trampa que Olaf les tiende a los huérfanos en Un mal principio, sin ir más lejos, es el resultado de cruzar las leyes sobre el casamiento, las leyes de herencia y las leyes sobre paternidad, todo esto en presencia de una jueza obnubilada por la oportunidad de subirse a un escenario. Snicket da cuenta del particular modo en que funcionan las leyes:
"A menos que seas abogado, probablemente te parezca raro que el plan del Conde Olaf fracase porque Violet firmara con la mano izquierda en lugar de con la derecha. Pero las leyes son un poco raras. Por ejemplo, un país de Asia tiene una ley que obliga a que todas las bicicletas tengan las ruedas del mismo tamaño. Una isla tiene una ley que prohíbe que nadie recoja la fruta. Y una ciudad no demasiado alejada tiene una ley que me prohíbe acercarme a menos de ocho kilómetros de sus límites." (33)
La figura de Lemony Snicket como narrador-autor es uno de los mayores hallazgos de la serie. Es él, en tanto narrador, quien encarna todas las variables del juego que hemos visto mientras interpela directamente a sus lectores mediante el humor y no la condescendencia. Es él, en tanto autor representado por Handler, quien extiende hacia fuera del libro la invitación al juego, trazando un puente que alcance el plano de los lectores mediante las cartas dirigidas a ellos o a su editor que aparecen en los bordes paratextuales de los libros, mediante el pedido de auxilio —a través del sitio web TheNamelessNovel— a los lectores para que colaboren con la búsqueda de Snicket perdido en la clandestinidad, mediante la existencia de una autobiografía no autorizada de Snicket que debe ocultarse bajo su sobrecubierta para no resultar peligrosa a quien la lea, y hasta mediante la posibilidad de contactar a Snicket vía email.
Gracias a todos los rasgos analizados, "Una serie de catastróficas desdichas", ha suscitado pasiones encontradas. Por un lado, hay colegios que más o menos abiertamente han "desalentado" su lectura. Por otro, cada uno de los libros alcanzó el rango de best-seller, se multiplican los eventos públicos en los que Handler debe suplantar a Snicket, y los lectores (chicos y grandes) acechan a la espera de cada nuevo volumen de la serie. (34)
Toda historia de huérfanos —de "Hansel y Gretel" a Harry Potter, pasando por Oliver Twist y otros clásicos lacrimógenos— pone el dedo en la llaga en cuanto a la relación entre adultos y niños. En el caso de "Una serie de catastróficas desdichas", la figura de Snicket parece una suerte de embajador entre dos tierras que tan frecuentemente se conciben como tremendamente distanciadas, y (aunque los libros de Snicket ofrecen tantísimo más) sólo por eso vale la pena sortear cualquier obstáculo y acceder a su lectura.
Addenda. Lemony Snicket: Una Serie de Eventos Desafortunados, la película
"Estoy seguro de que vosotros habéis deseado en algún momento de vuestra vida haber sido educados por gente distinta a la que os está educando, pero en el fondo de vuestro corazón sabíais que las posibilidades eran mínimas."
Lemony Snicket (Un mal principio)
Casi inmediatamente después de que se iniciara la publicación de los libros y se convirtieran en best-sellers, empezó a hablarse de la posibilidad de llevar al cine la historia de los Baudelaire. En principio, se suponía que Daniel Handler sería el guionista, y de hecho llegó a escribir ocho borradores de la adaptación antes de rendirse, más o menos voluntariamente. También hubo varios cambios de directores hasta que Brad Silberling asumió la dirección y el guión quedó finalmente a cargo de Robert Gordon.
La adaptación de Un mal principio, La habitación de los reptiles y El ventanal llegó así a los cines en diciembre de 2004, bajo el título Lemony Snicket: Una Serie de Eventos Desafortunados (35), y tuvo sus respectivas versiones en video y DVD. La producción contó con un presupuesto enorme que solventó la construcción del gigantesco tanque que simula el Lago Lacrimógeno, entre otros detalles de la parafernalia visual que debe agradecerse a la participación de Rick Heinrichs —quien suele trabajar en arte en las películas de Tim Burton— y Emmanuel Lubezki (fotografía). Presupuesto enorme que permitió también la inclusión en el elenco de megaestrellas como Jim Carrey y Meryl Streep.
Hay varios hallazgos en la película. La secuencia inicial, por ejemplo, donde puede verse una sucesión de duendes coloridos y felices danzando y cantando en el bosque hasta que la música se interrumpe e ingresa la advertencia de Snicket: si querían ver una película como la del pequeño elfo, es mejor que salgan ahora, quizás la estén dando en la sala de al lado. Interesantísimo modo de hacer ingresar al film el sentido que las cartas al lector en las contratapas aportaban a los libros. Snicket ingresa al film como voz en off y silueta en sombras que refugiada tras el reloj de una torre, tipea en una máquina de escribir la historia que el espectador va viendo. El mecanismo es interesante y sugiere la trasposición casi automática de la letra a la imagen (36). Pero, desafortunadamente en este caso, la cosa no es tan así.
El film de Brad Silberling incluye numerosos cambios, como cualquier adaptación cinematográfica es libre de hacerlo; pero esas alteraciones no son gratuitas y traen aparejados consecuentes cambios de sentido, para bien o para mal.
Que Jim Carrey interprete al Conde Olaf deriva en una sobreproducción de morisquetas más risibles que temibles, y vuelve a la figura del villano una caricatura aguada de lo que el personaje es en los libros.
Que la actriz que interpreta a Violet sea bellísima y esté siempre bien arreglada, es un cambio importante en la construcción de un personaje que no se preocupa por su aspecto.
Y no se trata de detalles sin relevancia. El hecho de que en la película los huérfanos intercambien sus roles, provoca incluso algunas incoherencias. Ya no es Violet quien arriesga la vida trepando a la torre de la que cuelga Sunny, sino Klaus. No es Klaus quien resuelve el problema de cocinar para Olaf mediante la consulta de un libro de cocina, sino Violet, que ahora cuenta con saberes culinarios que en Un mal principio expresamente se declara que no tenía. En síntesis, la versión fílmica de Violet sí se acomoda al molde de jovencita que en los libros se rechazaba, y la versión fílmica de Klaus parece mucho más inclinada a la acción aún cuando se proclame en voz alta su apego a los libros (37). De hecho, Klaus asume un rol muy activo como detective de una suerte de policial, donde el objetivo pasa a ser averiguar quién mató a los padres de los Baudelaire, y el fin más inmediato (que los huérfanos permanezcan vivos a pesar de los embates de Olaf) casi pasa a segundo plano (aunque es justo reconocer que en la impresionante animación que acompaña los créditos de la película la cuestión es retomada).
A tal punto llega la metamorfosis, que es posible hablar de una moraleja del film, parafraseable como la familia es lo primero. Así, Violet y Klaus, transformados en padres sucedáneos de Sunny, adoptan los roles tradicionales de varón y mujer, y el tío Monty ya no es capaz, como en el libro, de decir: "Siempre quise encontrar una mujer y formar una familia, pero luego acababa por olvidarlo" (38), sino que con voz melosa relata cómo quedó solo tras la sorpresiva muerte de su familia en un misterioso incendio. Violet y Klaus llegan a construir un "santuario" en la habitación que les asigna el Conde Olaf, y sobre él se proyecta la sombra de los padres, a lo que se suma un final donde los Baudelaire vuelven a las ruinas quemadas de la casa paterna para recibir una carta durante mucho tiempo perdida, con lo cual el film hasta revive a los padres, que hablan en diferido para otorgar sentido a la película como una fábula moral sobre la familia.
O, dicho de otro modo, la película logra desactivar varios de los rasgos más interesantes de la apuesta que los libros de Snicket hacían.
¿Significa esto que la película es mala? No, ciertamente. Muchos lo atribuyen, sin embargo, a que el material del que se parte es tan bueno, que difícilmente pueda convertírselo en algo sin valor alguno. Aún así, resulta sumamente desafortunado verificar que, sin ninguna traba de producción, el cine no haya sido capaz de hacerse cargo del desafío que los libros de Snicket planteaban.
Notas
* Lemony Snicket. Comienzo del capítulo 10 de El ventanal. Tercer libro de Lemony Snicket. Barcelona, Editorial Montena, 2002.
(1) Nota de Imaginaria: Este artículo está basado fundamentalmente en el análisis de los tres primeros libros de la versión en castellano de "Una Serie de Catastróficas Desdichas", de Lemony Snicket: Un mal principio, La habitación de los reptiles y El ventanal. Barcelona, Editorial Lumen, 2001 (los dos primeros), y Barcelona, Editorial Montena, 2002 (el tercero). Todos con ilustraciones de Brett Helquist y traducción de Néstor Busquets.
(2) Traducido del original en inglés disponible en www.lemonysnicket.com/pressrele
(3) Basten como ejemplo un par de citas de El ventanal, segundo libro de "Una Serie de Catastróficas Desdichas": "He visto muchas cosas alucinantes en mi larga y complicada vida. He visto una serie de pasillos construidos completamente de calaveras humanas. He visto un volcán en erupción enviar un muro de lava hacia un pequeño pueblo. He visto a un águila atrapar a la mujer que yo amaba y llevársela al nido que tenía en la cima de la montaña. Pero sigo sin poder imaginar cómo debe de ser ver la casa de Tía Josephine cayendo al Lago Lacrimógeno." [p. 340]; "Los Baudelaire se miraron e intentaron ocultar su consternación. Como ya sabréis, la sopa fría de pepino es un manjar del que se disfruta más en un día de mucho calor. Yo mismo disfruté de una en Egipto mientras visitaba a un amigo que trabaja como encantador de serpientes. Cuando está bien preparada, la sopa de pepino tiene un sabor delicioso, ligeramente mentolado, fresco y refrescante como si se tratase más de una bebida que de una comida. Pero un día frío, en un proyecto de habitación, la sopa fría de pepino se agradece tanto como un enjambre de avispas en una fiesta de murciélagos." [p. 278]. Las citas de las novelas de Snicket corresponden en todos los casos a la edición de Montena.
(4) Nota de Imaginaria: Buzzati, Dino. La famosa invasión de Sicilia por los osos. Ilustraciones del autor. Traducción de María Estébanez. Madrid, Editorial Alfaguara, 1983. Colección Juvenil Alfaguara
(5) Pueden consultarse entrevistas a Lemony Snicket en www.lemonysnicket.com
o en www.avclub.com/content/node
(6) Y esto es literal: todas las fotografías conocidas de Lemony Snicket lo muestran vestido con sombrero y sobretodo, de espaldas, tras un paraguas o entre la bruma. Sabemos, sin embargo, de la existencia de una autobiografía no autorizada de Lemony Snicket: Unauthorized Autobiography (Harper Collins, 2002), prologada por Daniel Handler. Su edición en tapa dura trae una conveniente sobrecubierta que permite camuflar el peligrosísimo verdadero material de lectura bajo la fachada del falso libro The Pony Party (La fiesta del pony), supuesta novela de Lenoy M. Setnick (anagrama de Lemony Snicket), autor de la serie de libros "The Luckiest Kids in the World" ("Los chicos más afortunados del mundo").
(7) Nos referimos a Violet, Klaus y Sunny Baudelaire, cuya orfandad es lo primero que se cuenta en Un Mal Principio, rindiéndole los debidos honores al título del libro.
Al comienzo de la historia, Violet Baudelaire tenía 14 años; es la mayor, y muestra una capacidad increíble para idear mecanismos que le permiten facilitarle la vida a la gente, o incluso salvar su propia vida y la de sus hermanos. Cualquiera que conozca a Violet sabe que cuando ata su pelo con una cinta, es porque está pensando intensamente.
Klaus Baudelaire tiene 12 años y usa lentes, "lo que le hacía parecer inteligente. Era inteligente." Klaus tiene afición por la lectura y ha leído muchos de los libros de la enorme biblioteca de sus padres, lamentablemente perdida en el incendio que lo volvió huérfano. A diferencia de su hermana, Klaus se da poca maña con las herramientas, pero tiene una capacidad aparentemente infinita para retener todo aquello que lee alguna vez.
Sunny Baudelaire, la menor de los hermanos, es una bebé muy pequeña, con dientes afiladísimos y poderosos, cuya principal afición es morderlo todo. Sunny está "en esa edad en la que uno se comunica básicamente mediante ininteligibles chillidos", pero afortunadamente sus hermanos la entienden sin problemas.
La nefasta mañana en que comienza la historia de Un Mal Principio, los niños Baudelaire reciben del señor Poe la noticia del incendio y la muerte de sus padres. Poe, dedicado empleado bancario, era amigo del señor y la señora Baudelaire y queda a cargo de las finanzas de los niños, así como de su seguridad, y es en él en quien recae la necesidad de buscar tutores para los Baudelaire, que los pierden sistemáticamente gracias al malvado Olaf, que no vacila en engañarlos, amenazarlos y asesinarlos para lograr que los Baudelaire y su fortuna caiga en sus sucias garras. Poe intenta ser fiel a los deseos del señor y la señora Baudelaire, quienes indicaran que el tutor de los niños debía ser su pariente más cercano, y como Olaf aparece como el único pariente que vive en la ciudad, le es dada la custodia de los niños en el primer tomo de la serie. El tío Monty, herpetólogo de profesión, cumple con esta tarea en el segundo tomo ( La habitación de los reptiles), y lo mismo hace, llegado su turno (El ventanal), la tía Josephine, amante de la gramática y temerosa de todo.
(8) Dícese del malvado que lleva tatuado un ojo en su tobillo, haciendo gala de sus dotes histriónicas, y con el solo fin de hacer sufrir a los Baudelaire y despojarlos de la fortuna heredada de sus padres, ha encarnado distintos personajes. Sólo en los primeros tres libros, Olaf se hace pasar por: un pariente cercano de los Baudelaire que los toma en adopción; Stefano, el italiano que aparece como por arte de magia para asistir al Tío Monty en la preparación de su viaje de científico al Perú; el capitán Sham, que "casualmente" conoce y seduce a la tía Josephine en el tercer tomo de la serie. Suele andar acompañado de un grupo de actores que lo secunda en sus tropelías, entre los que se cuentan: un hombre con los brazos largos terminados en garfios, una persona extremadamente gorda que no se sabe si es hombre o mujer, dos mujeres con las caras cubiertas de polvo blanco que parecen fantasmas, etc.
(9) Una de las historias de Bonícula fue editada por el Fondo de Cultura Económica, aunque con ilustraciones de Francisco Nava Bouchaín. Se trata de Bonícula. Una historia de misterio conejil (México, FCE, 1995).
(10) En Argentina, es posible hallar los libros 1 (Un mal principio) y 2 (La habitación de los reptiles) en la edición de Lumen del año 2001; en cambio, el tercer tomo sólo puede leerse en la compilación de los primeros tres libros publicada por Editorial Montena en 2004 bajo el título Una serie de catastróficas desdichas, con una tapa que reproduce el afiche de promoción de la película protagonizada por Jim Carrey y una contratapa que incluye la ficha técnica del film, como si de la caja de un video o un DVD se tratara.
(11) Como parte de la promoción del lanzamiento de The End, Harper
Collins ha puesto en su sitio web una serie de tres videos (The Vile Videos),
disponibles en www.lemonysnicket.com
(12) En los libros 1 a 6 se incluyen los títulos exactos de las ediciones en español; a partir del título 7 se ensayan posibles traducciones.
(13) Y desaparecen también allí las cartas de Snicket a su editor, que figuraban dentro de cada libro, tras el final. En estas cartas, Snicket daba testimonio de las peligrosas circunstancias en que estaba trabajando, citaba a su editor para la entrega de originales y adelantaba algunas líneas de la trama del siguiente tomo, en un gesto propio del folletín que es "Una serie de catastróficas desdichas".
(14) Véase el compendio de material sobre Roald Dahl ya publicado en Imaginaria, aquí.
(15) Edward Gorey (1925-2000). Autor e ilustrador mundialmente reconocido por el particular humor negro de sus dibujos e historias. La mayor parte de su trabajo fue reunido en tres volúmenes: Amphigorey (1972), Amphigorey Too (1975), y Amphigorey Also (1983). Existe traducción al español: Amphigorey, Amphigorey también y Amphigorey además, respectivamente (Valdemar, Madrid, 2003-2005).
Nota de Imaginaria: Próximamente, la misma editorial publicará un título más de Gorey en español: La pareja abominable y otras historias macabras. Y actualmente descatalogado, la editorial Alfaguara publicó en 1982 el libro Tristán encoge, de Florence Parry Heide, con ilustraciones de Edward Gorey; en el que se cuenta la historia de un niño que va achicándose ante la indiferencia de los adultos que lo rodean.
(16) Juegos que lamentablemente en muchos casos se pierden en el tránsito de una lengua a otra. De todos modos, quedan marcas de ese juego dentro de los textos: el Lago Lacrimógeno, el Huracán Herman, el tío Montgomery Montgomery, etc.. Otras en cambio, se pierden: el Muelle Damocles es en realidad el Damocles Dock, y en la ilustración que abre El ventanal (The Wide Window) puede verse una espada, de Damocles, pendiendo sobre las cabezas de los inadvertidos huérfanos.
(17) En este punto también podría rastrearse la marca de Gorey
y los alfabetos victorianos en los que insertaba elementos "poco constructivos"
(Langford, David. "Obituary. Edward Gorey", en The Guardian , 20/04/2006,
disponible en www.guardian.co.uk
(18) Hay otros datos que aproximan al tío Monty al universo de los chicos: el hecho de que, regordete y bajo, tenga que pararse casi en puntas de pie para alcanzar el picaporte de la enorme puerta de la habitación de los reptiles; la broma que prepara para sus colegas herpetólogos en venganza por sus burlas hacia él; etc.
(19) No deja de ser gracioso que Poe y los Baudelaire no se entiendan, teniendo en cuenta que Charles Baudelaire tradujo al francés la obra de Edgar Allan Poe.
(20) Snicket, Lemony. El ventanal. Barcelona, Editorial Montena, 2002; pag. 23.
(21) Snicket, Lemony. La habitación de los reptiles. Barcelona, Editorial Lumen, 2001; pag. 165. Antes Snicket había introducido el recurso: "Aquí me veo forzado a utilizar la trillada expresión «en aquel mismo instante en otro lugar». La palabra «trillada» significa aquí «utilizada por tantos y tantos escritores que, cuando Lemony Snicket la utiliza, ya se ha convertido en un molesto chiché»." (ob.cit., pag. 127.)
(22) "Hay una clase de situaciones que ocurre demasiado a menudo, y que en este punto de la historia de los huérfanos Baudelaire está teniendo lugar, llamada «ironía dramática». En cuatro palabras, tenemos ironía dramática cuando una persona hace una observación inofensiva y otra persona que la oye sabe algo que hace que dicha observación tenga un significado diferente, y, por lo general, desagradable. Por ejemplo, si estuvieses en un restaurante y dijeses en voz alta: «Estoy impaciente por comer el filete marsala que he pedido», y hubiese personas que supiesen que el filete marsala estaba envenenado y que morirías en cuanto probases el primer bocado, tu situación sería de ironía dramática. La ironía dramática es un acontecimiento cruel, inquietante, y siento que aparezca en mi historia, pero Violet, Klaus y Sunny tienen unas vidas tan desgraciadas que sólo era cuestión de tiempo que la ironía dramática mostrase su horrible rostro." (La habitación de los reptiles; pag. 31-32.)
(23) La habitación de los reptiles; pag. 27-28.
(24) El hecho mismo de exhibir esa construcción interpelando directamente a quien lee, es poner las cartas sobre la mesa e invitar al lector al juego. Por eso afirmo que en "Una serie de catastróficas desdichas" se logra una aproximación al lector diferente de la ensayada mediante la identificación con el protagonista del relato.
(25) Esto se ve hasta en la construcción de las enumeraciones donde se incluyen elementos desconcertantes: "Hay una serpiente en esta habitación cuyo veneno es tan mortal que el corazón se te pararía incluso antes de que te dieses cuenta de que te había mordido. Hay una serpiente que puede abrir tanto la boca como para engullirnos a la vez a todos juntos. Hay un par de serpientes que han aprendido a conducir un coche de manera tan temeraria que te atropellarían y nunca se pararían a disculparse." (La habitación de los reptiles; pag. 31; el texto en negrita es de la autora del artículo.)
(26) Las ya mencionadas alusiones a Poe y Baudelaire, pero también muchas otras a Dante, Eugène Sue, asuntos políticos varios, la Primera Guerra Mundial, y un larguísimo etcétera. Hay también referencias al mundo de los chicos, como la película Zombies en la nieve, que ven con Tío Monty en el cine y que se burla del terror edulcorado dirigido al público infantil; o también la alusión a los locales de comidas rápidas que aparece en El ventanal, etc. En la ilustración de comienzo del capítulo 11 de Un mal principio, donde figura la colección de ojos de Olaf, hay referencias a Dalí, al cubismo, a Magritte, a los dibujos animados, etc., en un recurso que recuerda también a la colección de obras de arte sobre lobos que aparece en el libro Detective John Chatterton, de Yvan Pommaux (Caracas, Ediciones Ekaré, 2000).
(27) Entrevista a Handler disponible en el sitio A.V. Club, aquí.
(28) Snicket, Lemony. Un mal principio. Barcelona, Editorial Lumen, 2001; pag. 6.
(29) En www.lemonysnicket.com se ofrece una parodia de guía de actividades para grupos de lectura. Hay allí una serie de preguntas que retoman la cuestión de los roles modélicos en los libros de Lemony Snicket: "7) Violet, la mayor de los niños Baudelaire, frecuentemente arriesga su vida usando alguna de sus invenciones en un intento desesperado por escapar de la codicia del Conde Olaf. ¿Es este un modelo adecuado para las jovencitas?; 8) Klaus, el Baudelaire del medio, suele hallar información perturbadora cuando investiga las malignas estratagemas del Conde Olaf. ¿Es este un modelo adecuado para un jovencito?; 9) Sunny, la menor de los hermanos Baudelaire, ocasionalmente usa sus afilados dientes de manera agresiva para repeler las conductas amenazadoras del Conde Olaf. ¿Es este un modelo adecuado para los jóvenes bebés?; 10) Cada libro de "Una serie de catastróficas desdichas" está dedicado a Beatrice. Cuando Harper Collins le preguntó al Sr. Snicket acerca de esta misteriosa mujer, él rompió en llanto y le fue imposible responder. ¿Es este un autor apropiado para jóvenes lectores?".
(30) Cada vez que Klaus desentraña los planes de Olaf, por ejemplo, lo encara, le dice que sus planes fracasarán y siempre cae en explicarle a Olaf por qué; ante lo cual el villano no tiene más que corregir el error en sus planes y seguir adelante.
(31) El ventanal; pag. 126.
(32) Ob. cit; pag. 142-143.
(33) Un mal principio; pag. 152-153.
(34) La campaña de Harper Collins previa al lanzamiento del duodécimo libro incluyó la publicación de un sitio con una serie de acertijos a resolver (que iban habilitándose a medida que transcurrían las semanas hasta la fecha prevista para el lanzamiento), a fin de reunir pistas que les permitieran conocer antes que nadie el título de la novela, revelado finalmente poco antes de la hora en que los libros llegaron a los puntos de venta. Al parecer el grado de participación fue tan alto ( 116.000 personas se registraron para seguir el juego, pero el número de visitantes eventuales fue muchísimo mayor), que la editorial decidió dejarlo en línea y encarar a partir de esta experiencia acciones dirigidas a un tipo de lectores que "diseccionan todo lo que les mandamos" (cf. The Book Standard). De hecho, el lanzamiento del esperado libro 13 ( The End) fue también precedido por la aparición de un juego en el que se invitaba a los lectores a descubrir las claves de lo que se revelará en el último libro de la serie. 13 Shocking Secrets you'll wish you never knew about Lemony Snicket (13 Impactantes Secretos que desearás nunca haber conocido acerca de Lemony Snicket) se presenta así: "Hay ciertas personas que piensan que conocen de qué tratan los libros de Lemony Snicket. Tienen la impresión de que entienden quién es él. Creen que saben qué esperar. De hecho, la verdad es mucho peor de lo que esa gente pueda imaginar. Este invaluable cuadernillo intenta prepararte para El Fin, que llegará el viernes 13 de octubre de 2006. Discute algunas de las más importantes personas, eventos y asuntos de las crónicas del Sr. Snicket acerca de los huérfanos Baudelaire", y plantea una actividad que llevará a descubrir el decimotercer secreto: "Este importante cuadernillo contiene 12 impactantes secretos acerca de Lemony Snicket. Secretos que disimulan el llavero que sostiene la llave que abre la puerta que esconde el misterio. Y, para aquellos que completen satisfactoriamente las palabras perdidas en las páginas siguientes, las letras circuladas formarán el decimotercero y más impactante de todos los secretos." El cuadernillo puede descargarse en un archivo pdf del sitio www.lemonysnicket.com, aquí.
(35) En una traducción más cercana al título original de los libros de Snicket: A Series of Unfortunate Events.
(36) Esto, por momentos, resulta muy bien logrado. Por ejemplo, cuando el tío Monty presenta a los huérfanos la víbora increíblemente mortal, la imagen muestra al reptil abalanzándose sobre Sunny, se corta enseguida hacia Snicket y su máquina de escribir trabada, desde donde el escritor pide disculpas por haber interrumpido el relato justo en ese momento y da cuenta del carácter inofensivo del animal.
(37) Los cambios producen situaciones que en el sistema de los Baudelaire y sus características resultan ridículas, como que sea Klaus y no Violet quien invente el gancho para trepar a la torre.
(38) La habitación de los reptiles; pag. 19.
Grisel Pires dos Barros (grispires@yahoo.com)
es Profesora y Licenciada en Letras (UBA), y graduada del Postítulo en
Literatura Infantil y Juvenil (CePA). Trabajó como docente en escuelas
medias y actualmente da clases en CePA (como capacitadora de maestros bibliotecarios
y como tutora en el Postítulo en Literatura Infantil y Juvenil), y en la
cátedra de Semiología de la Universidad de Buenos Aires. Participó
además en proyectos de investigación sobre literatura y cine (http://www.everba.org/winter02
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