Las aventuras de Pinocho en Imaginaria

| Ficciones | 28/10/08 | 15 comentarios

Empezamos a publicar una versión completa de Las aventuras de Pinocho, de Carlo Collodi, con traducción y notas de Guillermo Piro. En esta edición, una introducción a la obra por Marcela Carranza y los primeros dos capítulos. (Además, en la sección Lecturas, el prólogo del traductor.)

Introducción de Marcela Carranza
Traducción y notas de Guillermo Piro


Epígrafe: Ilustración de Enrico Mazzanti para la primera edición de Las aventuras de Pinocho (1883)

Introducción

Marcela Carranza

Las aventuras de Pinocho comenzó a publicarse con el nombre de Storia di un Burattino («Historia de un muñeco») en julio de 1881. Su aparición por capítulos en el semanario para niños Giornale per i Bambini finalizó en 1883 y, en el mismo año, fue publicado con forma de libro con las ilustraciones de Enrico Mazzanti. Recobrando el formato original del folletín, Imaginaria publicará en entregas de dos capítulos por vez la novela de Carlo Collodi.

Es parte de nuestro objetivo recobrar, a través de una buena traducción, este texto de dominio público del que prácticamente en Argentina no hay en este momento versiones originales en circulación (I). Esto resulta paradójico si consideramos que décadas atrás Argentina fue uno de los países con mayor cantidad de ediciones de este clásico. Prácticamente la totalidad de las ediciones argentinas, así como ediciones italianas y españolas del libro de Collodi se encuentran a disposición del público en la colección de alrededor de trescientos volúmenes de Pinocho de la biblioteca de la Asociación La Nube-Infancia y Cultura (II). Forman parte de ella verdaderas joyitas, como la primera edición completa traducida al español del texto original de Collodi en Argentina (Buenos Aires, Editorial Cactus, 1940) (III) y versiones con mayor o menor fidelidad al original con las ilustraciones de artistas de la talla de Alberto Breccia, Páez Torres y Oscar Grillo (IV). En esta magnífica colección se encuentran también los facsímiles de la primera edición de 1883 con ilustraciones de Enrico Mazzanti y de la primera edición a color con ilustraciones de Attilio Mussino (1911) (V).

 


Ilustración de Attilio Mussino para la primera edición a color de Las aventuras de Pinocho (1911).

El hecho de que Argentina fuera uno de los países con mayor cantidad de ediciones de Pinocho no debería sorprendernos dado el origen italiano de una gran mayoría de los inmigrantes llegados a nuestro país desde fines del siglo XIX hasta entrado el siglo XX. Las aventuras de Pinocho fue, junto con otros (entre los que se destacó Corazón de Edmundo de Amicis), uno de aquellos libros que los inmigrantes trajeron en sus valijas como un modo de mantener el vínculo con el hogar perdido.

Es también un texto que ha realizado el camino inverso de la escritura a la oralidad, y de este modo no son pocos los adultos que recuerdan haber escuchado la historia del muñeco al que le crece la nariz cuando dice mentiras contada por una «nona» llegada de Italia. En estas versiones orales, al igual que en el texto escrito por Collodi, a Pinocho lo venían a buscar cuatro conejos negros con un ataúd cuando se negaba a tomar la medicina; era colgado de una gran Encina por el Zorro y el Gato; Polichinela y Arlequín, personajes de la Comedia del Arte, aparecían en la escena del teatro de títeres y quien se tragaba a Pinocho era un tiburón con asma y no una ballena.

Pinocho, como cualquier clásico, es parte de nuestra herencia cultural universal, pero más que eso, forma parte de nuestra historia como pueblo surgido de la amalgama de culturas diversas.

Hoy, la mayoría de los niños y también muchos grandes, sólo conocen las versiones y adaptaciones comerciales que siguiendo por lo general la versión libre de la película de Walt Disney están muy alejadas del libro original. Lamentablemente la mayoría de estas versiones despojan al clásico de toda su riqueza literaria.

Nos interesa que los docentes y padres puedan a través de Imaginaria acceder al Pinocho de Collodi, la novela de treinta y seis capítulos publicada en Florencia a fines del siglo XIX. Al leerla, imaginamos, se sorprenderán descubriendo su total vigencia y sentirán, como nos ha sucedido a nosotros, que es un texto que sus niños deben conocer y disfrutar.

Junto al texto traducido por Guillermo Piro (VI) -a quien debemos la gentileza de habernos permitido su publicación-, recobraremos las imágenes de algunos de los artistas que ilustraron a Pinocho: Enrico Mazzanti (1883); Carlo Chiostri (1901); Attilio Mussino (1911); Luigi E. Maria Augusta Cavalieri (1924), entre otros (VII).

Para finalizar queremos agradecer a Pablo Medina de Asociación La Nube por toda la información brindada así como por la gentileza de habernos permitido acceder a su increíble colección de Pinochos.


Ilustración de Carlo Chiostri para Las aventuras de Pinocho (1901)

Notas

(I) La versión de Pinocho más próxima al original que se consigue hoy en las librerías argentinas es la adaptación de Las aventuras de Pinocho realizada por Laura Devetach y Gustavo Roldán para Ediciones Colihue (Buenos Aires, 1996; colección Los libros de Boris), con ilustraciones de Gustavo Roldán (h).

(II) Asociación La Nube-Infancia y Cultura: Jorge Newbery 3537 (alt. Av. Córdoba 6200), Buenos Aires – Tel: (54 11) 4552-4080 – Email: la_nube_cultura@yahoo.com.ar / lanube@lanube.org.ar – Web: www.lanube.org.ar

(III) En la tapa de esta edición se señala: Aventuras de Pinocho de Collodi. Primera traducción argentina del texto original italiano. «Aventuras fantásticas, jocosas y morales, que han cautivado a millones de niños y adultos de todo el mundo.» Las ilustraciones pertenecen a E. F. Tolosa y la traducción es de A. Gregori.

(IV) Las aventuras de Pinocho, con ilustraciones de Alberto Breccia (Buenos Aires, Editorial Abril, 1949); Pinocho, con ilustraciones de Páez Torres; versión castellana de Amparo Albajar de Ortega Velarde (Buenos Aires, Editorial Hachette, 1953) y Las aventuras de Pinocho, con ilustraciones de Oscar Grillo y narración de Inés Malinov (Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, 1968).

(V) Otras ediciones nacionales sobresalientes de esta colección: el libro de Editorial Tor (1946) con ilustraciones de Fernand (anterior a este libro es la edición de la obra en fascículos por la misma editorial); la traducción que Germán Berdiales realizó de la versión de Walt Disney (1940); y un Pinocho troquelado de 1941 (Editorial Molino) con ilustraciones de Bocquet. Entre las ediciones extranjeras se destacan la ilustrada por el ruso Vsevolod Nicoùline (Milan, Italgeo, 1944), el libro que compila la serie «Pinocho contra Chapete», de los «Cuentos de Calleja en Colores» -texto e ilustraciones de Salvador Bartolozzi-, con relatos inspirados en el personaje de Collodi (Madrid, Saturnino Calleja, 1923).

(VI) En la sección Lecturas de este número ofrecemos el artículo «Qué cómico resultaba cuando era un muñeco», de Guillermo Piro, publicado como prólogo en la edición de Las aventuras de Pinocho de Ediciones Emecé (Buenos Aires, 2002), actualmente agotada y descatalogada.

(VII) Para quienes deseen explorar acerca de las ilustraciones más famosas de este clásico, dentro de la colección de Asociación La Nube-Infancia y Cultura se encuentra Pinocho y su imagen de Valentino Baldacci y Andrea Rauch (Barcelona, Editorial Juventud, 1983); un catálogo conmemorativo de los cien años de Pinocho que recopila la obra de veintitrés destacados ilustradores italianos, así como la de los ilustradores de las primeras ediciones en castellano (Salvador Bartolozzi) y catalán (J. Vinyals).


Las aventuras de Pinocho

Carlo Collodi
Traducción y notas de Guillermo Piro

(Para bajar el texto en un archivo PDF, mejor para imprimir, hacer click aquí.)

I

De cómo maese Cereza, carpintero,
encontró un pedazo de madera
que lloraba y reía como un niño.
(1)

Había una vez…

«¡Un rey!», dirán enseguida mis pequeños lectores.

No, muchachos, se han equivocado. Había una vez un pedazo de madera.

No era una madera lujosa, sino un simple pedazo de leña, de esos que en invierno se meten en las estufas y en las chimeneas para encender el fuego y calentar las habitaciones.

No sé cómo ocurrió, pero el hecho es que un buen día este pedazo de madera apareció en el taller de un viejo carpintero, cuyo nombre era maese Antonio, aunque todos lo llamaban maese Cereza, a causa de la punta de su nariz, que siempre estaba brillante y violácea, como una cereza madura.

Apenas maese Cereza vio ese pedazo de madera, se alegró mucho; y frotándose las manos, satisfecho, murmuró a media voz:

-Esta madera ha aparecido a tiempo: me serviré de ella para hacer la pata de una mesita (2).

Dicho y hecho, tomó inmediatamente el hacha bien afilada para comenzar a quitarle la corteza y a desbastarla, pero cuando estaba por atestar el primer hachazo se quedó con el brazo suspendido en el aire, porque oyó una vocecita muy suave que pidiendo clemencia decía:

-¡No me golpees tan fuerte!

¡Imagínense (3) cómo quedó el buen viejo maese Cereza!

 


Ilustración de Carlo Chiostri para Las aventuras de Pinocho (1901)

Con los ojos desencajados miró alrededor para ver de dónde podía proceder esa vocecita, ¡y no vio a nadie! Miró debajo del banco, y nadie; miró en el cajón de las virutas y del aserrín, y nadie; abrió la puerta del taller para echar una mirada también a la calle, y nadie. ¿O tal vez…?

-Ya entiendo -dijo entonces riendo y rascándose la peluca-; se ve que esa vocecita me la imaginé yo. Volvamos al trabajo.

Y tomando nuevamente el hacha dio un solemnísimo golpe sobre aquel trozo de madera.

-¡Ay! ¡Me has hecho daño! -gritó quejándose la misma vocecita.

Esta vez maese Cereza se quedó de piedra, con los ojos fuera de las órbitas por el miedo, con la boca abierta y la lengua afuera, colgándole hasta el mentón, como el mascarón de una fuente.

Apenas recobró el uso de la palabra comenzó a decir, temblando y balbuceando a causa del miedo:

-¿Pero de dónde habrá salido esa vocecita que ha dicho ay…? Y sin embargo aquí no hay nadie. ¿Será posible que este trozo de madera haya aprendido a llorar y a lamentarse como un niño? No lo puedo creer. La madera está aquí; es un trozo de madera de chimenea, como todos los otros, de los que se echan al fuego para hacer hervir una olla de porotos… ¿O tal vez…? ¿Y si hay alguien escondido dentro? Si hay alguien escondido allí, peor para él. ¡Yo voy a arreglar esto!

Y diciendo eso agarró con las dos manos aquel pobre trozo de madera y se puso a golpearlo sin piedad contra las paredes del taller.

Después se puso a escuchar, para ver si oía el lamento de alguna vocecita. Esperó dos minutos, y nada; cinco minutos, y nada; diez minutos, ¡y nada!

-Ya entiendo -dijo entonces esforzándose por reír y rascándose la peluca-, ¡se ve que esa vocecita que dijo ay, me la imaginé yo! Volvamos al trabajo.

Y como el miedo le había entrado hasta los huesos, se puso a canturrear para darse un poco de ánimo.

Entretanto, dejando el hacha a un lado, tomó en su mano el cepillo, para cepillar y pulir el trozo de madera; pero mientras cepillaba de arriba abajo volvió a oír la misma voz que riendo le dijo:

-¡Basta ya! ¡Me estás haciendo cosquillas!

Esta vez el pobre maese Cereza cayó al suelo como fulminado. Cuando volvió a abrir los ojos se encontró sentado en el suelo.

Su rostro parecía transfigurado, e incluso la punta de la nariz, que solía tenerla siempre violácea, se le había puesto azul a causa del miedo.

II

Maese Cereza, regala el trozo de madera a su amigo Geppetto,
el cual lo acepta para fabricar con él un maravilloso muñeco
que sepa bailar, practicar esgrima y dar saltos mortales.

En aquel momento llamaron a la puerta (4).

-Adelante -dijo el carpintero, sin fuerzas para volver a ponerse de pie.

Entonces entró en el taller un viejito muy vivaz que se llamaba Geppetto; pero los chicos del vecindario, cuando querían hacerlo enojar, lo llamaban con el sobrenombre de Polentita, a causa de su peluca amarilla, que se parecía muchísimo a la polenta de maíz.

Geppetto tenía muy mal genio, ¡Cuidado con llamarlo Polentita! De inmediato se ponía hecho una furia y no había modo de contenerlo.

-Buen día, maese Antonio -dijo Geppetto-. ¿Qué hace ahí en el suelo?

-Les enseño a contar a las hormigas (5).

-¡Que le haga provecho!

-¿Qué lo trajo a verme, compadre Geppetto?

-Las piernas. Sabe, maese Antonio, vine a verlo para pedirle un favor.

-Aquí me tiene, listo para servirlo -replicó el carpintero, alzándose sobre sus rodillas.

-Esta mañana se me ocurrió una idea.

-Oigámosla.

-Pensé en hacer un lindo muñeco de madera; pero un muñeco maravilloso, que sepa bailar, practicar esgrima y dar saltos mortales. Con este muñeco quiero dar la vuelta al mundo, para conseguir un trozo de pan y un vaso de vino; ¿qué le parece?

-¡Bravo, Polentita! -gritó la acostumbrada vocecita, que no se entendía de dónde salía.

Al oír que lo llamaban Polentita, el compadre Geppetto se volvió rojo como un pimiento, y volviéndose al carpintero le dijo, furioso:

-¿Por qué me ofende?

-¿Quién lo ofende?

-¡Me llamó Polentita!…

-Yo no fui.

-¡Ahora resulta que fui yo! Yo digo que fue usted.

-¡No!

-¡Sí!

-¡No!

-¡Sí!

Y acalorándose cada vez más pasaron de las palabras a los hechos, y, agarrándose, se arañaron, se mordieron y se dieron de lo lindo.

Acabado el combate, maese Antonio se encontró con la peluca amarilla de Geppetto en las manos, y Geppeto se dio cuenta de que tenía la peluca canosa del carpintero en la boca.

-Devuélvame la peluca -dijo maese Antonio.

-Y usted devuélvame la mía, y hagamos las paces.

Los dos viejitos, después de haber recuperado cada uno su propia peluca, se estrecharon las manos y juraron que serían buenos amigos toda la vida.

-Entonces, compadre Geppetto -dijo el carpintero en son de paz-, ¿cuál es el favor que quiere de mí?

-Quisiera un poco de madera para fabricar mi muñeco; ¿me la da?

Maese Antonio, muy contento, fue enseguida a tomar del banco aquel pedazo de madera que le había dado tanto miedo. Pero cuando fue a entregárselo a su amigo, el pedazo de madera dio una sacudida, y escapándosele violentamente de las manos fue a golpear con fuerza en las descarnadas canillas del pobre Geppetto.

-¡Ah! ¿Es éste el bonito modo en que maese Antonio regala sus cosas? ¡Casi me ha dejado rengo!…

-¡Le juro que yo no fui!

-¡Entonces fui yo!…

-La culpa la tiene esta madera…

-Por cierto que la culpa la tiene la madera: ¡pero ha sido usted quien me la ha tirado a las piernas!

-¡Yo no se la he tirado!

-¡Mentiroso!

-Geppetto, no me ofenda; ¡si no, lo llamo Polentita!…

-¡Asno!

-Polentita!

-Burro!

-Polentita! (6)

-Mono feo!

-Polentita!

Al oír que lo llamaban Polentita por tercera vez, Geppetto perdió los estribos y se arrojó sobre el carpintero; y allí volvieron a darse de lo lindo.

Acabada la batalla, maese Antonio se encontró con dos arañazos más en la nariz, y el otro con dos botones menos en el chaleco. Saldadas de este modo las cuentas, se estrecharon la mano y juraron ser buenos amigos toda la vida.

Entretanto, Geppetto tomó el buen pedazo de madera y agradeciendo a maese Antonio (7) volvió rengueando a su casa.


Ilustración de Carlo Chiostri para Las aventuras de Pinocho (1901)


Notas del traductor

 

(1) Los títulos de los capítulos, a modo de didascalia, aparecen en la primera edición en volumen.

(2) El traductor es enemigo natural de los diminutivos, pero en las Aventuras son precisamente éstos los que indican una fuerte pertenencia psicológica al mundo inestable de lo efímero.

(3) Primera de una larga serie de llamados al «pequeño lector» que pueblan las Aventuras, en los que el autor irrumpe en el relato para hacerlo partícipe de algún suceso particular o para llamar su atención con el fin de agilizar la comprensión de lo que ocurrirá, y que de ahora en más evitaremos destacar.

(4) Cuando hace un instante maese Cereza abrió la puerta del taller y echó una mirada a la calle buscando alguien a quien atribuirle aquella «vocecita muy suave», no había nadie. Y ahora resulta que ese «nadie» golpea a su puerta.

(5) «Insegno l’abbaco alle formicole». La respuesta retórica e irónica, proviene de un dicho popular: «Insegnare l’abbaco» significa: enseñar a contar.

(6) Nótese que todos los insultos que Geppetto dirige a maese Cereza son de naturaleza animal: asno, burro, mono feo. Maese Cereza puede ser insultado de muchos modos, es un hombre, le corresponde cualquier insulto. Pero Geppetto puede ser insultado sólo con el ambiguo nombre de Polentita.

(7) «Señoras y señores, quisiera que me fuese permitido despedir calurosamente a maese Cereza, que ha, no sin decoro y con la ineptitud que tiene en común con todos nosotros, llevado a cabo una tarea nada fácil ni halagüeña: no olvidemos que él es nuestro único representante, aquel cuyo único destino es el error» (Manganelli, Giorgio; Pinocchio: un libro parallelo; Einaudi, Turín, 1982).


Guillermo Piro nació en Avellaneda (provincia de Buenos Aires) en 1960. Es traductor del italiano, poeta y periodista.

 

Sus artículos, críticas y reportajes aparecieron en los diarios Página/12, Clarín, La Nación, Perfil, y en las revistas Trespuntos, First, Página/30, El Porteño.

Publicó La Golosina Caníbal (poesía, 1988), Las Nubes (poesía, 1993), Estudio de Manos (poesía, 1999), Versiones del Niágara (novela, 2000, 2do. premio Nacional de

Literatura), Correspondencia (poesía, 2003) y Saint Jean-David (poesía, 2007).

Integra el consejo de redacción de la revista Diario de Poesía. Es el creador de Nación Apache, el mejor blog del 2006 premiado por MateAr.

Para contactarse con él hay que visitar Wimbledon, su blog personal.


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15 comentarios sobre “Las aventuras de Pinocho en Imaginaria”

  1. victoria dice:

    Hace dos años recibo la revista, y me encanta el trabajo que hacen! voy a un hogar una vez por semana a leer cuentos a niños que están sin sus padres, y les encanta dibujar, y sobre todo ver los dibujos de los libros, los colores..en fin. Pinocho me vino bárbaro, pero me encantaría que tuviera más dibujos…gracias! sensacional la revista!
    victoria (Uruguay)


  2. Fernando dice:

    ¡Felicitaciones! Excelente el trabajo de traducción de Guillermo Piro. Es un placer leer este texto tan querido con las notas y ampliaciones de Marcela Carranza.
    Me han llevado a un lugar muy íntimo: a la noche, esperando a que mi papá (inmigrante italiano) regrese de su trabajo para seguir escuchando la siguiente aventura de Pinocho.
    Muchas gracias


  3. lucia dice:

    hola mi nombre es lucia vivo en capitan sarmiento provincia de buenos aires. soy docente de una escuela especial y me gustaria saber como puedo conseguir material literario infantil y juvenil para mi escuela. ya que para el proximo año tenemos pensado poder agrandar nuestra biblioteca que no posee este tipo de materia.la mayoria del material que utilizamos son nuestros personales o prestados. me gustaria poder resivir alguna ayuda de ustedes para conseguir material. les dejo mis datos.
    lucia fossatti ********* muchas gracias.


  4. Cristina Mazzino dice:

    Vivo en el Gran Buenos Aires, soy abuela y me gustaría conseguir algunas de las aventuras de Pinocho contra Chapete, que muchas veces leí a mis hijos y alumnos y lamentablemente me fueron robados…¿Tendré alguna posibilidad?
    Muchas gracias.


  5. Ingrid santander dice:

    Hola, soy de Colombia y soy docente, me encuentro trabajando con el cuento de Pinocho con mis niños y niñas de kinder (5 a 6 años) y me gustaría saber donde puedo encontrar todos los dibujos de los capítulos.
    Los felicito por la pagina


  6. admin dice:

    Los dibujos están en las mismas páginas donde aparecen los capítulos. No disponemos de otros.


  7. Victoria dice:

    Hola, ando buscando pinocho-traducido por Piro, si alguno sabe donde podria comprarlo estaria muy agrdecida. saludos


  8. maria jesus dice:

    este libro se trata de un viejo llamado gepeto el iempre queria un hijo y fabricaba muñec0s de maderas y iso uno y ese muñeco de madera rebibio y lo llamo pinocho lo escojio a el como su hijo cmo no tenia ninguno se lo quedo y fueron felises por ciempre.


  9. lisbeth dice:

    Hola! empece a leer pinocho para el profesorado y la verad es que me encanta!!!! estoy conociendo la historia como un chico más. si alguien lo tiene y lo quiere vender por favor haganmelo saber!!


  10. liliana Baricco dice:

    Me gustaría suscribirme a la revista o recibir mail de imaginaria. En cierta oportunidad llené una suscripción a traves de la web pero nunca recibí nada. Soy docente de Lengua y literatura infantil en 3º grado de la EGB DE vILLA mARÍA , pcia de Córdoba.


  11. Jaime González Torres dice:

    Me gustaría coseguir la colección completa de pinocho conrta chapete, sea en original, facsímil o de cualquier otra forma


  12. karol dice:

    buy lindo tierno ese cuento pero es triste tambien


  13. karol dice:

    …..:) :( :D


  14. mirna dice:

    hola me podrian recomendar alguna editorial que trabaje el libro Pinocho. Es para elaborar un proyecto con segundo grado. gracias.


  15. Nana dice:

    Busco una edición de Las aventuras de Pinocchio que tenía una selección de ilustraciones de las ediciones anteriores. Quisiera saber que editorial hizo esta publicación. Llevo tiempo buscandola para hacer un regalo y no he tenido éxito. El momento de hacer el regalo se acerca y sigo sin encontrar lo que busco. Si alguien pudiera ayudarme, le estaré eternamente agradecida.