De Antología. Selección de textos sobre la lectura y la escritura. N° 5

publicaciones-deantologia05De Antología es una publicación de la Asociación Colombiana de Lectura y Escritura (Asolectura), que contiene una selección de lecturas, realizada por Silvia Castrillón, «acerca de la lectura y la escritura, cuyos autores, escritores de literatura, filósofos, pensadores o especialistas, desde diferentes posturas han pensado estos temas». Ofrecemos un detallado informe (con citas de los artículos) preparado por Ángeles Larcade Posse.

Informe preparado por Ángeles Larcade Posse

Equipo Editorial Asolectura es una entidad colombiana que reúne «personas naturales y jurídicas comprometidas con la promoción y el desarrollo de la lectura y la escritura. Su propósito es unir la voluntad de trabajo de personas e instituciones interesadas en la lectura y la escritura para incrementar sus posibilidades de acción».

De Antología es una de las varias publicaciones que genera Asolectura:

«Partiendo de la necesidad de adelantar de manera permanente una reflexión acerca de las razones por las cuales creemos necesario colaborar en el propósito de que otros se vuelvan lectores, del valor y la necesidad de la escritura, de la oposición que se ha venido planteando entre los libros y las nuevas tecnologías, de la importancia de la literatura y de la calidad de las lecturas y el papel de la escuela en la formación de lectores entre otros temas, surge De Antología una selección de lecturas acerca de la lectura y la escritura, cuyos autores, escritores de literatura, filósofos, pensadores o especialistas, desde diferentes posturas han pensado estos temas.»

  • Selección de textos: Silvia Castrillón.
  • Edición: Babel libros.
  • Diseño y diagramación: María Osorio.

publicaciones-deantologia05N° 5; Bogotá, Asociación Colombiana de Lectura y Escritura (Asolectura), 2006.

Artículos que componen este número:

Presentación.

«Con esta edición de De Antología, completamos cinco números de la selección de textos sobre la lectura, la escritura, el libro, las bibliotecas, que cada año Asolectura presenta como una herramienta para alimentar la reflexión y el pensamiento en programas que pretenden una transformación de la pedagogía de la lectura y la democratización de la cultura escrita.»

«(…) en la base de todas las acciones que se emprendan deben darse el debate, la reflexión y el cuestionamiento permanentes y para ello entregamos cada año a maestros y bibliotecarios una cuidadosa selección de textos provocadores.»

Palabra de honor. Por Luis García Montero.

«La ficción nos atrapa en su red de imaginaciones y de episodios previsibles justo durante los mismos años en los que empezamos a comprender el carácter inmediato e imprevisible de la realidad.»

«Es verdad que utilizamos la ficción para iluminar o camuflar nuestra realidad. De ahí que nuestra capacidad de ficción sólo pueda formarse al mismo tiempo que nuestro sentido de la realidad, y de ahí que madurar signifique aprender a distinguir entre los recintos murados de la ficción y los campos abiertos de la realidad. (…) Sólo una conciencia clara de la autonomía de la ficción y de los sucesos reales permite servirse de la ficción para iluminar la realidad y apoyarse en la realidad para otorgarle sentido y verosimilitud a la ficción.»

«Somos lenguaje, conocemos y nos conocemos a través del lenguaje. O sea, somos literatura, conocemos y nos conocemos a través de la literatura, vivimos en la intersección del lenguaje y la mirada histórica y sentimental del ser humano.»

«Las palabras no son inocentes. Se pronuncian y se escriben para nombrar o para esconder la realidad, iluminarla o falsificarla, representarla o liquidarla.»

«Las palabras inexactas sirven para justificar las realidades imperfectas.»

«Vigilar el lenguaje significa defenderlo como espacio público, como plaza reflexiva, como lugar de entendimiento entre hablantes diferentes que, desde su conciencia individual, participan en la pluralidad colectiva de una lengua.»

«El verdadero compromiso de la literatura no está hoy en el contenido de los libros, en sus intenciones políticas determinadas, en la corrección o incorrección de sus protagonistas. Es más significativa su defensa del lenguaje como espacio público, su apuesta por el entendimiento de las conciencias individuales, en una época de realidades virtuales que homologan las conciencias y borran los lugares del diálogo. Érase una vez la historia de unas ficciones en las que los autores se conocían y se reconocían a sí mismos al escribir para sus lectores, y los lectores reconocían sus propios deseos en el espejo de sus autores preferidos. Vigilar el lenguaje, limpiarlo, darle brillo y esplendor, supone mantener la ilusión de un argumento colectivo.»

La lectura contra la soledad. Por Antonio Basanta.

«‘Leemos para saber que no estamos solos’, escribió un día Charles Lewis, el autor de Las Crónicas de Narnia. Y es que la lectura literaria, -para mí la lectura por antonomasia- desemboca siempre en el otro, en el semejante. Y de ese intercambio ilimitado nacemos como hombres.»

«Leer, antes que un deber, es un derecho. Más aún: en los tiempos que corren, una necesidad. Por tanto, cuanto se haga por facilitar el acceso libre y pleno del ciudadano a los libros es, a su vez, la garantía de una sociedad que progresa.»

Dar a leer… quizá. Por Jorge Larrosa.

«- Lo que ocurre es que ‘dar a leer’ es una expresión demasiado legible. Cuando leemos ‘dar a leer’ enseguida creemos haber entendido porque ya sabemos de antemano qué significa ‘leer’ y qué significa ‘dar’. ¿Cómo hacer para que la lectura vaya más allá de esa comprensión aproblemática, demasiado tranquila, en la que sólo leemos lo que ya sabemos leer?»

«- Con hacer que tenga la forma de una interrupción: si no interrumpimos, en la misma lengua, el uso normal de la lengua, sólo entendemos lo que ya se adapta a nuestros esquemas previos de comprensión.»

«- Interrumpir lo que ya sabemos leer, es decir, dar a leer la expresión ‘dar a leer’ como si aún no supiéramos leerla. Por eso dar a leer exige devolverles a las palabras esa ilegibilidad que les es propia y que han perdido al insertarse demasiado cómodamente en nuestro sentido común.»

«- Dar a leer, entonces, es dar las palabras sin dar al mismo tiempo lo que dicen las palabras. O, mejor, interrumpiendo todas las convenciones que nos hacen dar a leer lo que ya tenemos como propio, lo que ya sabemos leer. Hemos leído que ‘las palabras son siempre las mismas y lo que dicen no es nunca lo mismo’. Por eso hay que dar las palabras retirando o interrumpiendo al mismo tiempo lo que dicen las palabras para dar así el infinito durar de las palabras, su posibilidad de decir siempre de nuevo más allá de lo que ya dicen.»

«Cuando el escritor da a leer no se pone a sí mismo para relacionarse a través de la escritura con un lector más o menos anticipado ni tampoco da a leer simplemente lo que sus palabras ‘dicen’ o ‘quieren decir’. El escritor da a leer las palabras en el mismo movimiento en que las abandona a una deriva en la que ni él ni sus intenciones estarán presentes y que él, desde luego, no podrá nunca controlar.»

«El escritor no puede poseer el momento de la lectura, nunca podrá tener la lectura. Por eso, al ‘dar a leer’, el escritor da lo que no tiene, lo que no sabe, lo que no quiere, lo que no puede… nada que dependa de su saber, de su poder o de su voluntad… nada que le sea propio.»

«El maestro que da a leer no sabe leer (las palabras que lee no son de su propiedad) y no es el dueño de la lectura de los otros. Tanto lo que recibe como lo que da le son ajenos, diferentes.»

«El maestro de lectura se hace responsable, primero, de las palabras que ha recibido como un don de la lectura y que, a su vez, quiere dar a leer. Esa responsabilidad que se llama respeto, atención, delicadeza o cuidado, le exige desaparecer él mismo de las palabras que da a leer para darlas a leer en su máxima pureza. Y el maestro de lectura se hace responsable también de los nuevos lectores que deberán producir nuevas lecturas. Por eso también tiene que desaparecer en la lectura de lo que da a leer para que sea una lectura nueva e imprevisible.»

«- El quizá da a leer la interrupción, la discontinuidad, la posibilidad, quizá, del acontecimiento que se abre en el corazón de lo imposible, la venida del por-venir, es decir, de lo que no se sabe y no se espera, de aquello que no se puede proyectar, ni anticipar, ni prever, ni prescribir, ni predecir, ni planificar.»

«- Recibir las palabras, y darlas.»

«- Para que las palabras duren diciendo cada vez cosas distintas, para que una eternidad sin consuelo abra el intervalo entre cada uno de sus pasos, para que el devenir de lo que es lo mismo sea, en su vuelta a comenzar, de una riqueza infinita, para que el porvenir sea leído como lo que nunca fue escrito… hay que dar las palabras.»

«- ¿Quizá dar a leer?»

«- Dar a leer… Quizá.»

La lectura y la escritura en la escuela. Por Guillermo Bustamante Zamudio.

«(…) no se trata de que la gente se haga entender por escrito y entienda lo que le dicen por escrito, sino que lea y escriba teniendo en cuenta cada vez más elementos. (…) La lectura y la escritura no son importantes en sí mismas, habría que hacerlas devenir importantes… si lo son para nosotros (de nuevo, no como objetivo escolar, sino como algo que nos causa); pero eso pasa por una decisión del sujeto, en relación con la calidad del desafío que lo social le hace y con su deseo y capacidad de responder a ese desafío de una manera particular.»

«Si partimos de que el deseo es una relación, no se puede pensar que una imposición o que una libertad lo establezcan indefectiblemente. El deseo no se produce naturalmente, pero tampoco se garantiza a la fuerza. Además, el deseo no se dirige sólo a la búsqueda del placer, también se puede dirigir a la búsqueda del displacer. Una manera refinada de decirlo la tenemos en El placer del texto, en el que Barthes diferencia muy bien entre ‘placer’ y ‘goce’ del texto. Esta propuesta es ya una complejización muy saludable que nos muestra una productiva relación con la lectura que puede parecerse más al displacer que al placer y que muestra la superficialidad de agotar esa relación hablando sólo de placer. De otro lado, de la imposición puede aparecer para alguien la causa del deseo, la cual desaparece en condiciones de mayor libertad; condiciones que igualmente pueden constituir la causa del deseo para otro que la ve desaparecer en la imposición. El que decide sí es el sujeto, el sujeto del deseo. Pero para que haya sujeto de deseo, no puede haber sólo satisfacción (es imposible que la haya, pero hay quienes escogerían sólo los textos que -según su opinión- satisfarían al estudiante).»

«Parece que si ha de haber deseo asociado a la lectura, lo que no puede faltar es una relación. Mientras nos preguntamos qué necesita el otro para terminar leyendo como yo quiero, parece que en esa relación se juegan tendencias no necesariamente armónicas; lo que quiere decir que sus resultados son impredecibles pero que dependen de las particularidades en juego. (…) No renunciemos a nuestro deseo (cosa que sobra decirla, si en realidad hubiera deseo). Ya su presencia, su capacidad de empuje y de resistencia, dirá qué significa cada cosa para cada uno en el contexto variable de una relación que podría enriquecerse, pero que también podría empobrecerse.»

«(…) nadie baja dos veces al mismo texto; en dos sentidos: porque ya no es el mismo texto y porque -tal como le gusta leer a Borges el famoso enunciado de Heráclito- quien baja ya no es el mismo. O sea, no hay un sentido cerrado del texto, agotable en un juicio tan impreciso como ‘placer’, o en la interpretación o uso que el autor o el profesor hagan. El texto no termina en el punto final, sino en la lectura (es el sentido de retroactividad que destacara Lacan en la relación entre significante y significado), y la lectura es un acto social.»

Perspectiva cultural, educativa y política de la biblioteca pública. Por Didier Álvarez Zapata.

«Pese al esfuerzo por dar un lugar cierto a la biblioteca pública dentro del contexto de la sociedad latinoamericana contemporánea, ésta sigue siendo poco comprendida y, por ello, sensiblemente frágil en su condición institucional. Mientras el discurso bibliotecario habla en un lenguaje que en el fondo sigue considerando a la sociedad como una trama de interacciones culturales esencialmente asentadas en la necesidad mutua, la solidaridad y la cooperación en perspectiva de una ciudadanía plena (reconocimiento, promoción y representación de los sujetos sociales en el espacio de lo público), el poder político económico típico de las actuales democracias globalizantes, insiste en que los proyectos de orden social viables son solo aquellos que promueven los no tan nuevos ideales liberales de racionalidad instrumental, productividad material e iniciativa privada. En este contexto, se requiere proponer para la biblioteca pública comprensiones más amplias y oportunas de sus funciones sociales y, particularmente, respecto de las referidas a la educación. Hacer esto puede abrir, de seguro, un camino amplio para que la biblioteca pueda vincularse más claramente a los propósitos de transformación de ‘lo social’. En particular, servirá, sin duda, a encaminar adecuadamente la formulación de políticas públicas bibliotecarias y de lectura y escritura.»

«De tal forma, en este trabajo se abordan algunas reflexiones respecto de las relaciones entre biblioteca pública y sociedad, particularmente entre biblioteca pública, cultura, educación e integración al sistema político, que son tres ámbitos sociales antes los cuales persisten grandes confusiones bibliotecarias que tocan, incluso, con la pregunta por la pertenencia de las bibliotecas a la administración cultural o educativa del Estado.»

Las bibliotecas como bien público: El factor humano. Por Javier Pérez Iglesias. (1)

«Lo que quiero destacar, sobre todo, es esa capacidad de las bibliotecas para ayudarnos a viajar con la imaginación. Uno llega buscando cualquier cosa y gracias a esa bendición llamada ‘libre acceso’ podemos hojear, leer ociosamente, pasar de un título a otro y de una materia a otra en un proceso no instrumental sino creativo, que nos aleja del apresuramiento y que tiene mucho que ver con esa sensación de paz y relajación que tantos usuarios valoran como una de las cualidades principales de las bibliotecas.»

«(…) además, y esto es fundamental, las bibliotecas prestan, no venden. Y este espíritu que implica compartir (reciclar) es uno de los valores de las Bibliotecas Públicas, que va más allá de ofrecer servicios a quien no puede pagar por ellos.»

«El conocimiento y la interacción con su comunidad, la organización del trabajo centrándose en sus usuarios (y en sus no usuarios), la planificación, son valiosos instrumentos que nos van a ayudar en el camino. Es importante que para este viaje ampliemos nuestros contactos y ganemos aliados. Será muy interesante que conquistemos a miembros de otras profesiones para nuestro campo, por ejemplo para la gestión. Pero la dirección, el camino, lo deben marcar mujeres y hombres que se dediquen con devoción a las bibliotecas. Estas son instituciones culturales y en ellas tiene un peso enorme el factor humano.»

Si no existe la mediación humana, ¿de qué sirve? Por Michèle Petit .

«En cierta forma, el oficio de ‘bibliotecario de niños y jóvenes’ tiene un parecido con la primera tarea que Freud encontraba imposible, esa de ser padre o maestro (…) En efecto, me parece que hoy en día, (…) queremos que ese bibliotecario sea alguien que se adapte de manera continua a las necesidades del niño, pero sabiendo poner progresivamente límites, con el fin de propiciar su mejor desarrollo. O, en otros términos, plagiados a una bibliotecaria rusa que conocí el mes pasado, esperamos de ese profesional que cree alrededor del niño un ambiente apaciguador, ‘un capullo, para que el niño se convierta en mariposa’. Y queremos de los libros que proporcionen tanto ese ambiente protector como las herramientas y armas para su emancipación.»

«Cuando la lectura no forma parte de una tradición familiar, puede iniciarse a partir de encuentros. Y en este caso, también, es el interés profundo del adulto por los libros que el niño percibe, su verdadero placer de leer. No se puede fingir: si no ponemos en ello el corazón, el niño se dará cuenta.»

«(…) se supone que el bibliotecario se desataca en el arte de las relaciones interpersonales: escuchar a los jóvenes usuarios con benévola y discreta atención y dejarse conducir por su empatía e intuición, tanto como por sus conocimientos, para recomendar a cada uno el libro que le enseñará mucho sobre sí mismo.»

Sobre bibliotecas escolares

Para qué sirven las tareas. Por Francisco Cajiao R.

«(…) la escuela y los maestros deben buscar caminos nuevos para que las tareas escolares cumplan su objetivo y no se conviertan en fuente de conflictos familiares, en una sociedad en la cual hay cada vez menos tiempo para el encuentro constructivo entre los padres y los hijos.»

La mirada poética en la biblioteca: una experiencia de Ateneo para bibliotecarios. Por Cecilia Bajour. (2)

«El acercamiento por medio de lecturas y actividades de taller de escritura a las experiencias y reflexiones surgidas de las vanguardias poéticas de la primera mitad del siglo XX y de expresiones de la poesía actual, tanto de poetas argentinos como extranjeros, produjo un gran impacto en los bibliotecarios por el camino que se les abría para trabajar con el lenguaje poético en toda su amplitud y riqueza.»

«Al plantear el Ateneo, traté de pensar cuál era la forma más adecuada para crear una alquimia entre múltiples elementos. En primer lugar, una secuencia de trabajo que pusiera en escena el enfoque sobre lo que significa la mirada poética en la escuela y en la biblioteca. En segundo lugar, unas prácticas de taller en las que los bibliotecarios participantes pudieran probar a partir de su propia lectura y escritura algunas consignas relacionadas con el camino propuesto. Estas prácticas de taller entrarían en relación con una reflexión sobre cómo hacer esas mismas propuestas u otras inspiradas en ellas con los chicos en la biblioteca. Por último, unas narrativas donde dieran cuenta de las decisiones, hallazgos, interrogantes y vicisitudes de su implementación. En estos relatos, en forma de diario, podrían reconstruir el camino que habían recorrido desde la formulación de las consignas hasta su realización, además de incluir las voces y las escrituras de los chicos.»

«La idea de la que partió este proyecto tenía que ver con la instalación de una mirada poética en la biblioteca. O sea, ir más allá del tratamiento del género, más allá del conocimiento de los resortes de un poema (aspecto que no quedó excluido sino tratado de un modo diferente al tradicional), para pensar en los caminos que abren a una visión poética del mundo. De acuerdo con el especialista Georges Jean, no se trataba aquí sólo de ‘descubrir los métodos apropiados para ayudar a los niños, adolescentes o adultos, a adquirir conocimientos más completos y refinados del tipo de discurso considerado poético, sino de sentir y de saber cómo entrar en poesía’.»

«La poesía daba la palabra a todos. Como dice Georges Jean, ‘resulta con harta frecuencia que los niños con mayores carencias, en todos los sentidos, encuentran en la poesía respuestas a misteriosas preguntas que se plantean, experimentando el deseo de decir diferentemente lo que sueñan, lo que les obsesiona, lo que les atormenta o lo que les falta’.»

«El carácter comunitario de la poesía se entretejió con mucha naturalidad con el carácter comunitario del Ateneo, ya que en los dos casos se practica el arte de escuchar a los otros.»

«Otro punto en común fue el de la mirada extranjera sobre el mundo y sobre la propia experiencia. Despojar a nuestra lengua y a nuestros modos de ver de los usos congelados y cristalizados, de los clichés y de los prejuicios se puede hacer tanto en la poesía como en el análisis de las prácticas pedagógicas. Por eso, creo que la mirada poética, la mirada del arte cuando encuentra un lugar en la biblioteca y en la escuela tienen consecuencias que van mucho más allá de la unidad dedicada a la poesía en un programa. Es una de las formas más potentes y desenfadadas en las que el mundo y sus múltiples formas de ser nombrado pueden colarse en la vida escolar.»

Bibliotecas escolares: algunas consideraciones sobre la selección de materiales impresos. Por Silvia Castrillón.

«(…) quiero proponer para la discusión (…) la necesidad de incorporar en los temas a tratar dentro de las escuelas de formación de maestros, como en los espacios que las instituciones dedican al estudio y al debate, el de los materiales impresos, su calidad, la importancia de su diversificación, su necesidad y pertinencia para los diferentes proyectos educativos, así como todo lo que tiene que ver con los procesos y mecanismos de evaluación, selección y compra de los mismos.»

«Las concepciones pedagógicas condicionan la selección de los materiales.»


Notas de Imaginaria

(1) El artículo completo fue publicado en el N° 1 de Imaginaria, el 16 de junio de 1999. Puede leerse aquí.

(2) Este artículo también fue publicado en el N° 138 de Imaginaria (Buenos Aires, 29 de septiembre de 2004). El texto completo puede leerse aquí.


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Lecturas: Las bibliotecas como bien público: El factor humano, por Javier Pérez Iglesias

Lecturas: La mirada poética en la biblioteca: una experiencia de Ateneo para bibliotecarios, por Cecilia Bajour

Un comentario sobre “De Antología. Selección de textos sobre la lectura y la escritura. N° 5”

  1. Julia Oros dice:

    Queridos amigos: Soy maestra retirada y una ex-alumna mía me ha invitado a desarrollar un programa de lectura en una comunidad rural, a 45 minutos en coche, de la capital del Estado de Querétaro . En mi búsqueda de apoyo, he utilizado Imaginaria y me es muy grato conocerles a ustedes. Si a alguien le interesa, seguiré escribiendo para compartirles mis experiencias. Gracias. Julia Oros Capuchinas 105, Col Carretas, Querétaro, Qro. MEXICO