Conversación abierta con Esteban Valentino
Invitado especial del Foro de Imaginaria y Educared (http://www.educared.org.ar/imaginaria/foro/)
- Presentación
- Bienvenida (incluye los cuentos "Racionalizar el conflicto", "Los pájaros mudos" y "La noche y la lluvia" y el texto teórico "Marginalidad y lectura o la cultura de la conquista", todos de Esteban Valentino)
- Modelo para armar (incluye el cuento "Vincent", de Esteban Valentino)
- Respondo a Esteban
- ¿La rima en la poesía está vigente? (incluye dos poemas de Esteban Valentino)
- Escuela pública vs. escuela privada
Modelo para armar
Marianidis
Si viviéramos en el siglo XIX me quitaríala galera para saludarte con una reverencia. Cada vez que leí un texto tuyo,mevino a la mente el Cortázar de cuentos como Final del Juego o Los Venenos, enque había ciertainclinación del autora hablar a favor del más débil, el antihéroe o el marginal que irremediablementeiba a quedar en el camino. Además,las historiastienen un trato preciso de las palabras, una elaboración cuidada de las situaciones más simples y algo así comolugares en blanco para que el lector intuya identidades y complete escenas. ¿Reconocés este estilo como influencia? ¿Qué autores sentís que están presentes en tu literatura?
Esteban Valentino
Carlos: Desde ya que cualquier comparación con Cortazar me llena de orgullo, más por admiración que por dejar definitivamente instalado tu elogio- aunque no me desagradaría hacerlo, te digo. Creo que los escritores de mi generación (ando por los 47) tenemos, lo reconozcamos o no, una fuerte impronta de él. Bah, de hecho eso mismo digo en la entrevista de Imaginaria. Algo de Cortazar, sobre todo en los diálogos, creo descubrir, básicamente en esa hermosa utopía cortazariana de escribir como se habla. Pero si me apurás a darte un escritor con el que me siento identificado a la hora de buscar honrosos antecesores te nombraría a London. Creo que de allí es de donde más extraigo mi fascinación por los derrotados. Siempre me sedujeron intensamente los perdedores. Infinitamente más que los exitosos, los que llegaban al baile y se iban con la mejor mina. Prefiero para dibujar un personaje arquetípico el que se pasaba toda la noche planchando (para los más jóvenes aclaro que planchar quiere decir no levantarse ni al portero). Lo bueno, es que a veces aquel que debería volver derrotado a la casa, encuentra un milagro y, cuando llega al rancho, está la Lujanera esperando, como en Hombre de la esquina rosada. Si repaso mis libros favoritos, están allí fascinantes condenados al fracaso eterno: La Peste, Huck Finn (mucho más que Tom), Moby dick, El señor de los anillos (bien que Frodo gana pero por una imposición de la historia, de hecho debería perder). ¿el mismo Olivera no es un melancólico irremediable?. Bueno, Carlos, por allí andan mis propios arrabales literarios. Un abrazo, y cuando quieras la seguimos, Esteban.
Marianidis
Hablando de escritores que mostraron a los perdedores como pocos... Imaginá que por el jardín de tu casa -como los Reyes Magos- pasan Cortázar, Camus y Kafka... ¿Qué te gustaría que cada uno te dejara de regalo para siempre?
Esteban Valentino
Carlos: claro que sería muy obvio que Camus me regalara una rata y que Cortazar y Kafka se unieran para dejarme una cucaracha. Pero si vamos a soñar y a pensar en grande, que es como se deben pensar los sueños, me gustaría que Kafka me permitiera arrogarme la autoría de su impar Metamorfosis, que Camus me regalara la primera página de "El hombre rebelde" y que Cortazar me diera el capítulo 5 de Rayuela. En la entrevista me arrogué la autoría de Moby Dick. Si sigo así la historia de la literatura se va a quedar sin libros. Hace poco se eligieron a El Quijote y a Madame Bovary como los dos mejores libros de la historia. Pero ninguno de los dos me llama demasiado, me quedo toda la vida con Rojo y negro y con Papá Goriot y con La historia interminable. Esos serían otros tres buenos regalos. Un abrazo, Esteban.
Marianidis
Todos los soles mienten parece ser el libro que más satisfecho te ha dejado hasta hoy. Esto debe generar -al menos, en lo inmediato- cierta sensación de vacío, o de misión cumplida... ¿Cómo aparece en vos el estímulo para iniciar otra obra? ¿Tomás tu último libro como parámetro para el siguiente, o simplemente dejás fluir lo que salga?
Esteban Valentino
Carlos: El hecho de que efectivamente sea el libro que más satisfecho de me ha dejado no quiere decir que piense que es el mejor. Creo que A veces la sombra es un libro muy redondo y pleno. Pero Todos los soles.. es el que más de habla, el que más me define. De todos modos, siempre hay que empezar un nuevo libro. Y eso siempre es un tema. Porque terminar uno es dejar algo así como un compañero. Pero un compañero concreto. De esos que están con vos a cada rato. Todos los soles me acompañó durante 4 años. Cada día que entraba a la máquina -lo que era casi cotidiano- implicaba encontrarlo y saber que había que seguirlo. No tenerlo fue fuerte-. No te diré que fue como si te dejara tu mujer pero sí fue importante. Y de golpe aparece otro. No sé bien cómo pero un día aparece otro. Será eso que decía de dejar fluir. Si por eso entendés algo cercano a la casualidad, es así. Pero a la vez no del todo. Ya sé que es confuso. Pero es que confuso debe ser el mecanismo. Un abrazo, Esteban.
Sofía
Por ahí hablaban de Madame Bovary... yo la leí en mi adolescencia y me gustó. La releí hace un mes y me pareció maravillosa. Si uno piensa en la proliferación de la llamada "literatura para mujeres" que sólo toca esos temas, los que les interesan a las mujeres (y no me atrevería a citar con nombre a quienes me refiero), deberían releer esta maravillosa novela escrita por un hombre (¿un hombre? no, un genio) que entendió y planteó las problemáticas sociales de su época a través de la figura de esta mujer. Vos, Esteban, no tocás en general el tema de la mujer, por lo menos en lo que yo leí de tus textos, pero sí sobre la sociedad y la marginalidad e, insisto, en la tristeza que ocasionan en la vida de las personas.
Esteban Valentino
Sofía: Alguna vez me han hecho esa crítica, que tal vez sea justificada. Sin embargo, en Todos los soles mienten, las mujeres tienen una participación mucho más protagónica que en otros libros míos y en mi última novela, Sin los ojos, es decididamente fundamental. De todos modos, también tiene que ver con lo que le gusta leer a uno. De ninguna manera estoy negando la grandeza de Flaubert ni mucho menos. Sólo digo que a mí en lo personal, me conmueve infinitamente más Stendhal que el amigo Gustave. Rojo y negro me patea la nuca cada vez que lo leo. Dicen que el Ulises es maravilloso y yo jamás pude pasar de la página 28. Me aburre soberanamente. Será que, como quería Borges, no estoy preparado para ese libro. Algo parecido, aunque no a ese extremo, me pasa con Madame Bovary. No me cambia la vida, y a mí, ya que tenemos tan poco tiempo para leer (¿sabés que un lector empedernido, lee apenas 3 mil libros en su vida, es decir, más o menos la producción del siglo de oro español?) me gustan los libros que me construyen cosas nuevas. Pero es cierto lo que decís sobre mis personajes femeninos.
Eariel
Un amigo me dijo una vez queapenas leés Rojo y Negro, la capacidad de autocrítica como escritor se eleva a la enésima potencia.
¿No te (no les) pesa la idea "jamás voy a lograr escribir algo como eso"? A mí me pasa bastante, con muchas cosas que leo, y me cuesta mucho arrancar, ¿cómo se hace para sobrevivir a ese bloqueo por comparación?
Esteban Valentino
Eariel: Por supuesto que pasa. Cada vez que leo un poema erótico de Gonzalo Rojas o un texto en prosa de Carpentier pienso que mejor no se puede escribir. Y tal vez yo esté en lo cierto y efectivamente mejor no se pueda escribir. ¿Y? Si lo que nos queda es la parálisis, nos quedará eternamente. Si ese estupor ante mis propias cosas ya publicadas me sigue persiguiendo quiere decir que como lector lo que hago como productor me sigue sorprendiendo. Y no será Rojas y no será Carpentier pero habrá un lugar bajo el sol para mi palabra. Mirá, hace unos años mi hija tuvo un tumor que felizmente, maravillosamente, estaba en el apéndice. Lo sacaron y todo fue bien. Pero tuvimos que ir durante varios años al oncólogo. Una vez nos quedamos solos él y yo (era un muchacho bastante joven) y le dije: qué laburo el tuyo, ¿eh?, pierden a cada rato. Y entonces se me quedó mirando y me respondió. Sí, es cierto, perdemos mucho. Pero cuando gano, soy Dios. Algo así creo que debemos vivir los que producimos con la palabra. A alguien le llegará nuestra voz. Y entonces eso que hemos hecho tendrá sentido. Creo que si pensás así se te va a ir la parálisis esa de la que hablás. No es necesaria que seas Cervantes. Siempre habrá una cosa para decir y una buena forma de decirla. Un abrazo, Esteban
Marianidis
Esteban: es interesante el punto que tocaste, respecto a Joyce, a Flaubert... Habrá quienes sientan algo similar conTolstoi y hasta con Dostoievski. Personalmente, el Ulises (Ulysses, para los más cercanos al libro) me dio la sensación departituras que se tiran al aire y que luegoel músico recogee interpreta como puede. Es un textomuy, muy complejo. Y es cierto queenalgún momento uno comienza a cuestionarse qué libros va a leer, releer o dejar en el estante a pesar de todos los laureles que lo rodeen.Para sintetizar: En busca del tiempo perdido es una obra monumental, pero para leerla habría que renunciar a otros libros para los cuales no nos quedaría tiempo.Es una elección muy personal. Y vos, cuando tenés ese tiempo, ¿elegís releer, leeruna obra nuevaque te garantiza cierta calidad o arriesgarte con un autordesconocido?
Esteban Valentino
En cuanto a lo que decís de Joyce, también me pasó algo parecido con Proust y no me ocurrió (te vas a reír) con Azorín. Debo ser el único tipo al que le gusta Azorín, o la morosidad llevada casi a la intrascendencia. Ya tengo 47 pirulos, ya hice mi carrera de letras, no creo que sea necesario a esta altura del piolín obligarme a leer blasones. Así que trato de leer cosas de literatura infantil y juvenil para mantenerme actualizado o más o menos en mi campo (por cierto, les recomiendo El año de la Vaca, de margara Averbach, que es una joyita), leo los clásicos que siempre me fascinaron y lo siguen haciendo (por ejemplo leí como cinco veces el Don Juan, de Zorrilla y siempre me parece maravilloso) y de la nueva narrativa no leo un pepino, ni argentina ni extranjera. No lo digo esto como una marca de distinción ni mucho menos. En el verano me volvió a caer en las manos un libro fundacional en mi vida, el Más que humano, de Sturgeon y entiendo por qué me explotó en las manos cuando tenía quince años. Es un libro gigante. Ahora tenía ganas de leer la última novela de Le Guin, pero es de la saga de Terramar, que me parece lo más flojo de ella y era caro, así que esperaré un tiempo. Supongo que seguiré con mi adicción tolkieniana y me zambulliré en los Cuentos de la tierra media. No, nada de consagrados. Exclusivamente lo que tengo ganas. De Stendhal, por decir algo, siempre tengo ganas. Un abrazo, Esteban.
Sofia
Che, Esteban, si tenés 47 pirulos, ¿por qué te ves tan joven en las fotos? (Tomalo como una nota de humor ante tanto diluvio literario...) Me parece que eso de las fotos les pasa a unos cuantos. Hace unos días leí un artículo en Página/12, en la que Isidoro Blaistein contaba que en la feria del libro vio cómo una chica compraba un libro suyo y de la emoción se ofreció a dedicárselo. Pero la chica miraba con cierta desconfianza la contratapa del libro que tenía en sus manos ya él. Finalmente se lo dedicó. Después se acercó al stand y se miró en la contratapa del libro, cuarenta años más joven...
O sea: ¿es coquetería o márketing?
(La mía es la intervención frívola de este sábado a la tarde).
Esteban Valentino
Sofía: Bienvenida la intervención frívola ante tanta seriedad literaria. Lo de las fotos no es coquetería. Es vagancia. En la que se ve en Imaginaria tengo diez años menos que ahora y por fiaca nunca la cambié. Igual no estoy tan distinto, tal vez algo menos de pelo, pero bueno, alguna maña más. Por cierto, pocas reacciones hubo ante el cuento infantil de ayer, ¿Qué les pasó¿? ¿Ya se olvidaron de cuando eran chicos? Un abrazo, Esteban.
Nota de la editora: El cuento al que se refiere Valentino está en la sección Bienvenida.
Marianidis
Esteban: es un cuento muy dulce, de esos en que según la edad que tiene el que lee son los mensajes que encuentra, escondidos o no. Las últimas líneas son una mezcla de humor y filosofía... Me hizo recordar algo que le escuché decir por radio a Dolina: "después de todo, la vida consiste en hacer una cantidad de cosas, jugando a que son importantes".
Una pregunta respecto al lector para esta narración: si tuvieras que publicarla por separado, como un libro de un solo cuento... ¿para qué edad sería?
Esteban Valentino
En cuanto al lector virtual, Carlos, diría que el receptor andará por los siete, ocho años. Lo que decís sobre Dolina me agrada especialmente porque por lo general estoy bastante de acuerdo con todo lo que el Negro dice. Y no creo que demasiado más que eso sea la vida. También tiene que ver con la dignidad de la derrota de la que hablamos en los primeros días del Foro, ya no me acuerdo si aquí o en el otro tema. Por cierto, ya que estamos en esto de la repercusión en ustedes de los cuentos para chicos. ¿Cuentos como cuáles les leen a sus hijos? Un abrazo, Esteban.
Marianidis
Hay distintos momentos en la vida de los chicos... Una etapa en que escuchanun lenguaje que aún no comprenden y se calman con el timbre de voz, las modulaciones, las pausas. Más tarde, prestan atención a lo que se dice, pero sobre todo, a la imagen. Después, alcuento propiamente dicho. Creo que lo bueno es presentarles personajes y situaciones amigables,historias que sin ser ideales ni rosadas, puedan ser resueltas, o que se presten a que ellos mismos ensayen su resolución personal.Esto no significa borrar la maldad y los personajes malévolos con la intención de evitarles la angustia: en el teatro de títeres, desde muy temprano los chicos ven que detrás del bueno está el malo con un garrote para pegarle... pero ellos pueden siempre tratar de salvar la situación, avisándole, gritándole. De igual modo, el libro infantil debería ser como un muñeco al quepueden vestir, desvestir, convertir en otra cosa. A la hora deelegir libros, siempre me inclino por esa literatura que se puede disfrutar de punta a punta y, de paso, ayuda a ensayar algunas situaciones que más adelantepueden aparecerse en la vida real. Y esto incluye a las historiassobre aprendices de mago y a otras que hay que leer con ayuda de un plano...
Esteban Valentino
Carlos: ¿No racionalizás demasiado la elección de un libro para los pibes? ¿No recurrís nunca a tu propia experiencia de receptor? Por lo general esa es mi línea de acción, aunque también trato de estar atento a cosas nuevas que vayan apareciendo, sobre todo de origen argentino. Así me encontré con joyitas como Las visitas, El año de la vaca, Los días del venado, y de afuera me encantaron El maestro de las marionetas y las cosas de Ligia Bojunga.
Marianidis
Respecto a los libreros, creo que son intermediarios, pero no mediadores. La diferencia está en el hecho de que los mediadores acercan a las partes y observan cómo sigue un proceso (en este caso, cultural); en cambio, los intermediarios tomanel objeto de una parte, lo acercan a la otra y allí acaba su función.Como yo lo veo, la mediación hace a lo cultural y la intermediación, a lo comercial.
Avos, Esteban, te respondo que tenés razón. Racionalicé demasiado la respuesta, perotengo presente lo que yo buscaba o esperaba de un libro cuando era chico. El placer, la aventura, siempre estuvieron en primer lugar (por eso, salvando la diferencia, incluí al final a Rowling y a Tolkien). Por supuesto, me interesa lo nuevo que se escribe aquí, aunque esa búsquedasea más larga y comience siempre por los fondosmal iluminados de las librerías.
starosta
Mi hija menor tiene 7.
Años, obvio.
Y hace como 2 que establecimos el código siguiente:
Una noche, su padre le cuenta un cuento "inventado" (significa que día por medio hay que "pelar" cuento, cueste lo que cueste)
Antes era un cuento que terminaba esa misma noche (o no terminaba según el dulce reposo de la niña)
Ahora está permitido que los cuentos se trasladen de nochea noche, a la manera de novela de varios capítulos.
La otra noche intermedia, leemos a los grandes.
Por el momento, cuentos. Y actualmente me están solicitando MISTERIO/!!!
Esta actividad, más o menos estable, me permitió incorporar el rito siguiente: ir juntos de compras
Compramos libros por impulso o por recomendación, pero, como dice Esteban, cuando la niña duerme......qué festín de lectura
Sofia
Ahora, Valentino, opino acerca de tus comentarios acerca de los libreros. Es verdad, quedan pocos libreros, pero quedan. Y aun esos pocos tienen que sobrevivir. Y en el mundo de la cultura, sobrevivir es aún más difícil. Pero, ¿qué me decís, entonces, de editoriales que tienen colecciones impresionantes destinadas a la literatura infantil? ¿Tampoco tienen un compromiso con la "cultura"? ¿Por qué no arriesgan y siempre publican más de los mismos? Y yo no digo que esos mismos no sean buenos (o lo fueron...). Un elefante ocupa mucho espacio, de Bornemann fue magnífico. Pero lo actual de la misma autora da pena: pero, oh:vende. Y no es un mal argentino. Es un mal mundial, aunque en otros países se la juegan más.
Esteban Valentino
Bueno, ya volví luego de un jugoso bife con lomo acompañado con brotes de arvejas que descubrí hoy y que resultaron bastante sabrosos. tienen un cierto aire al berro aunque hay que confesar que un tantico menos frescos que el berro, que es mi ensalada favorita, porque tiene como un sabor a río corriendo que me puede. Bien, estaba en que les iba a mandar otro cuento. Esta historia me fue revelada por Vicente Zito Lema luego de un viaje suyo a Holanda y me pareció tan increíble que me puse enseguida a escribirla. De hecho se convirtió en mi cuento favorito. Espero que les guste. Un abrazo y espero que Sofía no se enoje luego porque me voy a dormir temprano dejando en el aire cierto tufillo a sugerencia de que ya estoy más para las pantuflas que para las lianas. Qué se le va a hacer. Los años no vienen solos. ¿Me habrá llegado la hora de empezar a leer La Nación? Bueno, aquí va el cuento.
Vincent
Nunca pude explicarme por qué vengo a París en enero, en pleno invierno. Si siempre termino caminando solo bajo la lluvia, muerto de frío y soportando el mal humor de su gente. Al final voy a tener que confesarme que lo que en realidad más me gusta en la vida es mojarme y escaparle a los demás. Tal vez eso no sea del todo malo. En el fondo debe querer decir que no estoy demasiado incómodo conmigo mismo, lo que seguramente es bastante más de lo que pueden decir muchos. Aunque también debo aceptar que esta ciudad, con sus habitantes llenos de desagrado y su clima tan parecido a ellos tiene una fascinación especial. Entre otras cosas porque nunca es igual al recuerdo. El año pasado, por ejemplo, tenía un ligero tono melancólico. Bueno, ese 1887 fue melancólico en todos lados. Pero las cosas han cambiado. Es como si París se diera cuenta recién ahora que estamos por entrar en el siglo 20, que el carro sin caballos es ya una realidad y que pronto viajar por el aire conduciendo una máquina va a dejar de ser un capricho de ricos.
Yo mismo podría ya darme ese lujo y ver cómo se ven mis prójimos desde arriba. Los que viajaron en globo dicen que los hombres más altos parecen hormigas pero no tengo el menor interés en subirme a una cesta que apenas me soporta y que encima va adonde el viento quiere. Esos son los pensares que tengo en este momento, cuando camino por el Pont Royal y me acodo en uno de los costados a mirar como el Sena lleva sus secretos hacia afuera de la ciudad. Esta noche es fresca, en el límite del frío y me obliga a encerrarme en mi abrigo. Por eso me sobresalto cuando aquel hombre de barba abandonada y abrigo sucio, se me acerca para pedirme una cerveza. Me asombraron sobre todo sus ojos inundados de tristeza clavados en los míos.
- Usted no me conoce -me dijo- pero me basta verlo para saber dos cosas: no va a negarme lo que le pido y le va a interesar lo que le cuente.
No se equivocaba, al menos en la primera de sus afirmaciones. Lo guié lo mejor que pude hasta el Café de Flore, nos sentamos en una mesa que daba a la calle, pedimos dos cervezas y el pobre tipo se largó a hablar.
-
Yo me llamo Vincent, pero no soy el primero, ¿me entiende?. Es decir, yo vengo a reemplazar al otro, al verdadero, al que tendría que estar aquí hablando con usted. Yo después jugué sobre él pero es que no sabía porque era muy chico, ¿me entiende? ¿No?. Claro. Lo estoy confundiendo. No se crea, ¿eh?, no se crea, para mí también es todo bastante raro. A ver si puedo saber cómo empezó todo.
Yo nací el 30 de mayo de 1853 en un pueblito holandés que casi no aparece en el mapa, Groot Zundert. Padre era un pastor que me enseñó desde que tengo idea de estar vivo que tenía que tenerle miedo a dos cosas en el mundo: Dios y él. Con el tiempo supe que él era mucho más peligroso que Dios. Pero soy un tonto. Le estoy contando el segundo capítulo. La verdadera historia empezó un año antes, cuando nació el auténtico Vincent.
Cuando nació él todo parecía ir bien. Padre y mi madre lo amaban y
él era hermoso. Lo sé porque me lo dijeron. Era hermoso y todo iba bien.
Pero no sé si Dios o Padre se enojaron con él y algo empezó a fallar.
Yo creo que debe haber sido Dios porque al auténtico, Padre lo quería.
Pero vivió poco. Digo, aquí en
- Tendremos que esperar cuatro años antes de volver a tocarnos porque ese es el tiempo del luto que debemos guardar por la muerte de Vincent.
Pero no pudieron porque perder a un hijo auténtico provoca mucho dolor y antes de un año después mi corazón latía dentro de mi madre. Padre lloraba encerrado en su cuarto y cuando mi madre lo encontraba él le contaba la causa verdadera de su pena enorme, su pena que lo rompía a él, a Padre:
- Fallé -decía-. Vincent había muerto y tendría que haber esperado cuatro años antes de volver a tocarte. Pero fui débil y ahora hay un hijo adentro tuyo pero ese es el hijo de mi debilidad, de mi no fortaleza.
Entonces nací yo, ahora sí nací yo, ¿me entiende? Nací Vincent porque Padre debía haber estado cuatro años sin tocar a mi madre y no pudo y yo debí nacer para que Vincent, el verdadero, no hubiera muerto nunca y entonces Padre no hubiera tenido nunca esa flaqueza que lo hacía sufrir, o sea yo, ¿me entiende? Yo era Vincent. Yo tenía que ser Vincent para que Padre estuviera tranquilo, para que no pensara que le había fallado a Dios. Y me llamaron Vincent pero aunque ellos trataron que fuera como el verdadero yo sé que soy apenas el que lo continúa, ¿me entiende? Yo siempre digo que tengo un año más así Padre no siente que fue débil y que el verdadero no murió nunca.
Ya está anocheciendo sobre París y mi pobre amigo loco me pregunta si puede pedir otra cerveza. Le digo que sí y cuando se la traen se bebe un largo trago, como si no se hubiera tomado ya tres bien servidas. Siempre tengo sed -me dice-. Ha de ser porque debo beber por dos. ¿Sigo?
Le digo que sí, que por favor y vuelve a su historia.
Empecé a crecer, a hacerme más grande, a jugar en los terrenos de mi casa. Y había un lugar que amaba porque era muy verde y suave en su pasto, delicado. Yo jugaba allí con placer y también me acostaba a mirar las estrellas. Pero un día Padre me vio y se acercó. No me dijo nada. Sólo se sentó a mi lado y se quedó un largo rato mirando hacia adelante, y le caían lágrimas lentas que él no secaba. Yo lo miraba a Padre y no sabía por qué lloraba. Pero no pudo más, se ve que no pudo más y se tiró sobre el césped. Allí gritaba:
- ¡ Vincent, Vincent!
Yo le dijo, aquí estoy Padre, aquí a tu lado. Pero él no me escuchaba y seguía gritando Vincent, Vincent y abrazando el pedazo de tierra que yo usaba para jugar. Yo le volví a decir aquí estoy Padre y le abracé las piernas y traté de que supiera que allí estaba yo, a su lado y que lo amaba pero Padre dijo que no.
- ¡No, no -decía-, Vincent, mi Vincent!.
Hasta que pudo dejar de llorar y se puso como avergonzado, como lleno de pudor. Se levantó de a poco, se sacudió la ropa del césped y de la tierra. Yo seguía sentado allí en ese pedazo de terreno de casa y desde arriba, desde su boca mi miró y preguntó:
-¿Por qué fui tan débil, por qué?. Ahora él descansa allí y yo tengo que vivir esperando el castigo que Dios me dictará por mi flaqueza. Y el mundo sigue y hasta juega sobre él.
Padre entonces se marchó pero yo entendí por cómo había señalado Padre
y por lo que había dicho. El lugar donde yo jugaba era la tumba de él,
del verdadero, de Vincent, y yo jugaba sobre él, sobre su cuerpo. Desde
ese día ya no jugué yo en otro lado. Salía y me dirigía hacia Vincent
y allí pasaba horas sentado. En realidad dejé de jugar. Sólo pasaba horas
sentado en Vincent pensando en el castigo que Dios le daría a Padre por
mí, que era su flaqueza. Después seguí creciendo y prediqué
Somos los únicos dos que quedamos en el Café de Flore. Afuera es noche cerrada y en invierno la gente vuelve temprano a sus casas. Vincent ya no pide más cerveza. Apenas mira el fondo de su vaso vacío. Siento que tengo que hacerle alguna pregunta, algo trivial para que vuelva, para que no se quede para siempre en aquel pedazo de tierra y pasto.
- ¿Y qué hizo desde entonces?
Parece como si despertara de golpe, como si no pudiera creer que alguien le habla,
- ¿Que? Eh, ah. Nada. Bah, pintar. No hice otra cosa que pintar y mandarle mis cuadros a Theo, otro hermano. Y esperar, claro. Ahora tengo que esperar.
- ¿Esperar qué?- le pregunto.
- Continuar. Alguien tiene que continuar. Tenemos que seguir para que Padre no sea castigado. Vincent no puede terminar. Alguien vendrá y yo podré descansar. Mientras, pinto. Me gusta la luz. Vence a la tiniebla. El color es poderoso. No tanto como el negro pero da pelea ¿me entiende?.
Le respondo que sí, que entiendo y nos quedamos callados, mirando los dos nuestros vasos llenos de nada. Lo ayudo a levantarse y lo acompaño unas cuadras pero me pide que lo deje, que ahora mirará al rio y que estará bien.
- Es bello el Sena, ¿sabe? Se lleva la memoria.
Me marcho y sé que no lo volveré a ver.
Dos años y medio más tarde volví a París. Finalmente he comprado un carro sin caballos, que llaman automóvil y a veces recorro la ciudad en él aunque prefiero hacerlo a pie, porque París en verano es como una novia, tan llena de esperanza se pone. Pero leo el periódico y una noticia pequeña, en un rincón perdido de la página 6, me llama la atención. Dice:
MUERTE DE UN PINTOR: Ayer, 27 de julio, en Auver-sur-Oise, se quitó la vida el pintor Vincent Van Gogh de un escopetazo. Curiosamente, ese mismo día, pocas horas antes del desenlace fatal, la esposa de su hermano Theo había dado a luz a un niño al que bautizaron con el mismo nombre del artista, Vincent...
La noticia seguía unas líneas más pero no quise seguir leyendo. Arranqué la hoja del diario y fui hasta el Pont Royal, donde lo había visto hacía más de dos años y donde me había pedido una cerveza. Me acodé sobre el costado del puente, igual que aquella tarde y dejé caer el papel para que planeara suavemente hacia el Sena. No le saqué los ojos de encima hasta que llegó al río. Me quedé allí viendo como, lentamente, la hoja se fue saturando de agua y al final, en un breve remolino, se hundió para siempre
Marianidis
Recordé algo... En "Antes del fin" dice Sábato:
"Me llamo Ernesto porque cuando nací, acababa de morir el otro Ernesto, al que, aún en su vejez, mi madre siguió llamando Ernestito porque murió siendo una criatura. "Aquel niño no era para este mundo" decía Aquel nombre, aquella tumba, siempre tuvieron para mí algo de nocturno, y tal vez haya sido la causa de mi existencia dificultosa y de haber sido marcado por esa tragedia".
Qué buen cuento, Esteban...
- Presentación
- Bienvenida (incluye los cuentos "Racionalizar el conflicto", "Los pájaros mudos" y "La noche y la lluvia" y el texto teórico "Marginalidad y lectura o la cultura de la conquista", todos de Esteban Valentino)
- Modelo para armar (incluye el cuento "Vincent", de Esteban Valentino)
- Respondo a Esteban
- ¿La rima en la poesía está vigente? (incluye dos poemas de Esteban Valentino)
- Escuela pública vs. escuela privada
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