El perro que corría hacia una estrella

libros-elperroquecorriaDe Henning Mankell. Reseña por Raúl Tamargo. «Una novela que muestra un hilo argumental sólido y que oculta un relato paralelo que el lector juvenil tendrá que develar: el pasaje del mundo de la infancia al de la adolescencia.»

libros-elperroquecorriaHenning Mankell
Traducción del sueco de Francisco J. Uriz.
Madrid, Ediciones Siruela, 2000. Colección Las tres edades.

por Raúl Tamargo

Joel Gustafson es un niño que está a punto de cumplir doce años, hijo de un leñador que alguna vez fue marinero y de una madre a quien no recuerda porque abandonó el hogar cuando él era pequeño. Vive con su padre, Papá Samuel, en una ciudad del norte, lejana al mar y azotada por el frío. Estamos en Suecia, en 1956.

Una noche, Joel se despierta y a través de la ventana puede ver un perro que corre por la calle, se detiene un instante, mira a su alrededorcomo si tuviera miedo y desaparece. La escena despierta en el muchacho una serie de interrogantes: ¿por qué corre en una noche de frío?; ¿adónde se dirige?; ¿por qué mira a su alrededor? Como si quisiera que el lector agregue sus propios interrogantes, Mankell no explicará la significación de esa aparición nocturna, que será el motor que impulse las aventuras del protagonista.

Esa misma noche, de regreso en la cama, Joel cerrará los ojos y verá el perro nuevamente. «Tal vez iba camino de una estrella lejana» dice el narrador, aproximando su voz a la voz del protagonista. Este rasgo atraviesa todo el libro: un narrador ominisciente cuyo foco es tan cercano al objeto de la narración que en muchos pasajes se confunde con él.

Papá Samuel sale camino al bosque por la mañana y regresa al atardecer. Joel se encarga de algunas tareas de la casa. Desea cambiar esa vieja cocina a leña por una eléctrica; desea una bicicleta; desea dejar de ser su propia madre. A veces, el padre  cuenta a su hijo historias de su antigua vida en alta mar. El niño entrelaza estas historias con sus propias aventuras. Las consigna en un cuaderno de bitácora. Cambia personajes y escenarios, imita el lenguaje de los diarios marineros.

Las verdaderas peripecias comienzan cuando decide salir, cada noche, en busca del perro. En su primera salida nocturna, sin proponérselo, roba de una tienda la bicicleta que tanto desea, aunque con el único fin de dar una vuelta en ella. Luego la devolverá sin que nadie se entere. Durante el paseo sufre un pequeño accidente con el camión del Viejo Albañil, Simón Tempestad, un personaje que volverá a aparecer. Pronto funda una Sociedad Secreta con el propósito de dar con el paradero del perro que busca una estrella. Entiende que no hay sociedad que funcione con un solo miembro. Invita a participar de ella a un niño a quien conoce ocasionalmente. Se trata del hijo del nuevo juez. La relación entre los chicos es un contrapunto en todo sentido. Ture pertenece a una familia acomodada, es arrogante, desafiante, frío. Joel es pobre, apasionado y algo ingenuo. Se siente atraído por su nuevo amigo, aunque enseguida comprenderá que es víctima de sus manipulaciones. Si el objetivo de la Sociedad Secreta era encontrar el perro, ahora se ha convertido en infundir pavor a la gente. Ture se ha adueñado de su Sociedad y, en cierto sentido, de sus propias decisiones.

Entretanto, Joel descubre que Papá Samuel también falta de casa por las noches y que la causa de esas escapadas es la relación con una mujer. El niño imagina que será abandonado por su padre, del mismo modo que ocurriera con su madre. A partir de entonces, la historia avanzará sobre dos andariveles.

Por un lado, cierto distanciamiento en el vínculo padre-hijo, como producto de la aparición de una mujer en la vida de Papá Samuel. En este sentido, Mankell parece más interesado en el pensamiento del personaje que en sus acciones. Joel se preguntará sobre las razones del abandono de su madre, se poblará de hipótesis sobre el próximo accionar de su padre, reflexionará una y otra vez acerca de la vida adulta. (*)

Por otro lado, la historia avanza en los pormenores de sus paseos nocturnos, en uno de los cuales pone en riesgo su vida, trepando a un puente del que no podrá bajar sino con la ayuda de su padre. Ese rescate será el comienzo de la reconciliación de aquel distanciamiento que en verdad sólo existió en la mente del muchacho. Ahora se sentirá lo suficientemente seguro como para replicar a Ture y liberarse de sus exigencias. También obtendrá respuestas por parte de Papá Samuel acerca de su madre, algo que el niño reclama a lo largo del libro y que su padre pospone permanentemente. Como broche final, Joel obtendrá la bicicleta y la cocina eléctrica deseadas.

El perro que corría detrás de una estrella es una novela que muestra un hilo argumental sólido y que oculta un relato paralelo que el lector juvenil tendrá que develar: el pasaje del mundo de la infancia al de la adolescencia. Las claves para ese descubrimiento están, cuando no en las propias reflexiones del protagonista, en las de ese narrador que tanto se le parece, y en buena parte de las acciones (el reclamo  mencionado en el párrafo anterior, la temeridad con que enfrenta el desafío que le plantea Ture, etc.).

Dos personajes secundarios ayudarán a construir ese segundo relato: Simón Tempestad y Gertrude, la Sin Nariz.

El primero de ellos ha estado internado por problemas mentales; es el loco del pueblo. Se pasea por las noches con su camión porque no puede dormir. Es él quien declara: «Me siento menos solo cuando hago algo hermoso. Es mi medicina». También es Simón quien lleva a Joel hasta el Lago de los Cuatro Vientos, donde el muchacho descubrirá que «uno mismo puede crear un viento que no existe cuando lo necesita».

El segundo de los personajes mencionados oculta con un pañuelo la ausencia de su nariz. La ha perdido en una operación, desgracia que la relega al aislamiento y a la burla. Sin embargo, ella se pasea por las calles con valentía. «Tiene que ser valiente, y a los valientes se les tiene miedo». La mujer es víctima de varios atentados menores planificados por Ture. En uno de ellos, Joel intenta cortar las plantas de su jardín y es atrapado por la Sin Nariz. La actitud de la mujer es inesperada para el niño. Ella quiere conocer las razones de la travesura y él no sabe qué responder. En lugar de regañarlo o tratar de darle castigo apela a su responsabilidad: le pide que vuelva cuando pueda dar alguna explicación.

Simón y Gertrude son lo otro, lo diferente, lo que está fuera de casa y difiere de Papá Samuel.

Joel se ha criado sin madre y en una familia pobre, elementos de la historia que están todo el tiempo presentes, pero que no ganan su protagonismo. El autor maneja con destreza la puesta en foco de lo que quiere contar, que no es otra cosa que la manera particular en la que un niño se transforma en un adolescente. ¿El perro que corría? No volverá a verlo. Entonces elegirá una estrella y pensará que allí está. «Le gusta esa idea. Es una idea que nunca compartirá con nadie. Es una idea que hace que él sea él y no otro.»


Nota
(*) «Ser adulto quizás sea no decir lo que se piensa.» (pág. 87).

«Hace un año, cuando tenía diez no era difícil bajar al río e imaginarse que era el mar. Ahora que ya tiene once sólo le ocurre alguna vez. Cada vez es más difícil imaginarse cosas.» (pág. 54)


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4 comentarios sobre “El perro que corría hacia una estrella”

  1. marcela dice:

    Que placer!!!!!!una tematica tan ausente en la bibliografia infantil,y tan cuidadosa y exquisitamente abordada…felicitaciones y ¡gracias!


  2. verónica dice:

    intuyo que esta va a ser la próxima novela que intente poner en la biblioteca del Taller de Títeres que dirijo. Literatura que no cierra caminos, que los abre, sugiere, confía en el poder creativo del lector y por eso no necesita decirlo todo, o al menos no lo dice en un solo plano Gracias


  3. danilo dice:

    El mejor libro juvenil que lei es «Sur Adolescente» de Adela Vettier, las mejores historias alguna vez contadas, atrapante


  4. marcela dice:

    Una historia super interesante,de las que no abundan,al menos con tanta sabiduria y licidez.felicitaciones!!!!!!!