Las brujas de Roald Dahl: un tema clásico adaptado al siglo XXI
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Junto con Charles Dickens, Lewis Carroll y la actual J. K. Rowling, Roald Dahl es uno de los autores británicos de literatura infantil más conocidos a nivel internacional, como se aprecia en la cantidad de traducciones de sus historias así como en las adaptaciones cinematográficas de muchas de ellas. En este caso, dejaremos a un lado su literatura para adultos, para centrarnos en una de sus obras infantiles más populares: Las brujas (1), una historia inteligente, divertida y sorprendente que se mueve entre dos planos bien diferentes: una trama clásica de brujas malvadas y una historia fantástica de magia y acción de lo más actual. Siguiendo La morfología del cuento de V. Propp, el propósito de este trabajo se centra en separar los elementos de uno y otro modelo y observar cómo Dahl combina tradición e innovación en una historia brillante, ocurrente y muy divertida que hace la delicia de lectores de cualquier edad, época y lugar.
Elementos clásicos
Uno de los componentes más clásico y tradicional de Las brujas es el tema principal de la novela: la lucha del bien contra el mal. Se trata de la típica confrontación entre personajes "buenos" y "malos" que, naturalmente, culmina con la victoria del protagonista bueno sobre las malvadas brujas. Como afirma Cerda Gutiérrez en sus comentarios sobre los cuentos de hadas tradicionales "la fórmula moral se repite en casi todas las historias: los gigantes y personajes de gran corpulencia y estatura siempre son derrotados por personajes más pequeños y débiles pero de mayor habilidad e inteligencia" (Cerda Gutiérrez, 1985: 83-4). En el caso que nos ocupa, el personaje protagonista es un niño convertido en ratón que, con la ayuda de su abuela, consigue vencer no sólo a la Gran Bruja, sino a todo un ejército de ellas. Como en los cuentos clásicos, ni la diferencia numérica, ni la edad, ni el tamaño de los contrincantes impide que el protagonista cumpla sus propósitos. Esta temática central se ve acompañada de otros subtemas clásicos que R. M. Volkov clasificaba de la siguiente manera: "el cuento maravilloso puede tener quince temas, algunos de los cuales son: los inocentes perseguidos, el héroe simple de espíritu, el héroe que combate contra un dragón, la víctima de un encantamiento o de un destino" (Propp, 1992: 20). Aplicando esta definición a Las brujas, encontramos que se cumplen todos los requisitos: el protagonista se ve acosado por unas mujeres malvadas, se trata de un niño pequeño sin mucha complejidad, en este caso concreto no lucha contra un dragón, sino contra otras representantes del mal, las brujas, por cuyos encantamientos es convertido en ratón.
La estructura de la obra es también de corte clásico: planteamiento, nudo y desenlace, esta estructura queda ya expuesta en el índice de capítulos, en el que títulos como "Cómo reconocer a una bruja", "El plan", "El triunfo", indican al lector cómo evoluciona la acción hasta su mismo final en "¡Vamos a trabajar!". Siguiendo a Propp, encontramos que "los cuentos empiezan habitualmente con la exposición de una situación inicial. Se enumera los miembros de la familia, entre los que el futuro protagonista se presenta simplemente mediante la mención de su nombre o la descripción de su estado" (Propp, 1992: 37). En Las brujas, y salvando el primer capítulo introductorio sobre estos personajes maléficos, la acción como tal comienza en un segundo capítulo dedicado a presentar a los protagonistas del cuento, la relación familiar entre ambos y las circunstancias particulares por las que atraviesan; así conocemos cómo el protagonista queda huérfano de padres y vive ahora con su abuela materna. Seguidamente, "hace su entrada en el cuento un nuevo personaje; se le puede calificar de agresor del protagonista (de malo). Su papel consiste en turbar la paz de la familia feliz, en provocar una desgracia, en hacer daño, en causar perjuicio. El enemigo del protagonista puede ser un dragón, un diablo, un bandido, una bruja, una madrastra, etc." (Propp, 1992: 39). En este caso nos encontramos con toda una legión de brujas. La acción continúa cuando "el agresor intenta engañar a su víctima para apoderarse de ella o de sus bienes. El agresor del protagonista, o el malo, empieza tomando un aspecto distinto, actúa utilizando de inmediato medios mágicos o utilizando otros medios engañosos o violentos" (Propp, 1992: 41). Siguiendo con el planteamiento clásico, "el héroe y su agresor se enfrentan en un combate, el agresor es vencido, la fechoría inicial es reparada o la carencia colmada" (Propp, 1992: 64). Aunque hasta este punto Dahl parece haber seguido al pie de la letra este estudio de Propp, es justo al final donde abandona el patrón literario tradicional para presentar un final más abierto, dejando ver que aunque la presente aventura acaba felizmente para los protagonistas, "el héroe vuelve a partir, vuelve a emprender una búsqueda, se le propone una tarea difícil" (Propp, 1992: 64).
En cuanto a los personajes es necesario mencionar que, al igual que en la mayoría de cuentos tradicionales, esta historia la encabeza un protagonista de corte clásico que, con la ayuda de otro personaje "bueno", se enfrenta a uno malvado hasta acabar con él. Es importante señalar que, dejando a un lado la figura del niño-protagonista, son dos personajes femeninos los encargados de mostrar el enfrentamiento entre el bien y el mal. Como afirma Alison Laurie, "en los cuentos de hadas se retrataba una sociedad en la que las mujeres eran tan competentes y activas como los hombres, a cualquier edad y dentro de cualquier clase social... El contraste se mantenía en la edad de la madurez, cuando las mujeres llegaban a ser a menudo más poderosas que los hombres. La ayuda que recibían estos héroes o heroínas provenía la mayoría de las veces de un hada madrina o una mujer sabia, mientras que las dificultades las causaban brujas o madrastras malvadas" (Laurie,1998: 34). Mujer malvada es la Gran Bruja y sus secuaces; mujer, sabia y anciana es la abuela co-protagonista del cuento, sin lugar a dudas, el personaje más interesante de esta historia de brujas, cuyas peculiaridades pasaremos a comentar posteriormente.
Para profundizar en el personaje antagonista, es necesario remontarnos en el tiempo para recordar que "En la Edad Media, época de atraso científico y tecnológico, las brujas se constituyeron en personajes temidos, respetados y muy solicitados, especialmente cuando la ciencia oficial, tan atrasada como privilegiada, se declaraba impotente para ofrecer una esperanza de curación... las brujas poseían conocimientos que tenían por propósitos producir el mal y la muerte, sutiles venenos implacables o los más violentos, que fulminaban a quienes iban dirigidos, así como filtros que producían molestias y languideces extrañas, indiagnosticables, que entraban en el dominio sólo exclusivo de las brujas" (Cerda Gutiérrez, 1985: 311-2). Estos personajes de carne y hueso son trasladados en el espacio y el tiempo, alterados por la superstición, el temor a lo desconocido y la ignorancia hasta hacerse protagonistas de leyendas, historias y folklore popular, "el concepto bruja, en la literatura infantil, ha quedado reducido a una simple categoría que la religión define como mal... Las brujas como representantes de las fuerzas maléficas del Demonio, ponen en práctica todas sus malas artes para derrotar a los héroes de estas narraciones, las cuales, además de constituirse en los defensores del orden social dominante, son los protegidos del orden divino" (Cerda Gutiérrez,1985: 324). En los cuentos clásicos, "las brujas, con su clásica escoba voladora, su sombrero en punta, sus vestimentas negras y su rostro viejo y diabólico se transformaron en una versión estereotipada de las fuerzas del mal, siempre en eterna pugna con las fuerzas del bien" (Cerda Gutiérrez, 1985: 326). En Las brujas, Dahl altera la fórmula tradicional y actualiza el aspecto de las brujas: ya no es tan fácil descubrirlas, tienen una apariencia "normal" y pasan desapercibidas entre la población, quedando impunes sus peores fechorías y maldades.
Innovaciones
Las brujas se caracteriza sobre todo por una simplicidad estructural y un cuidado efectismo visual propios del cine. De hecho, tanto por su trama argumental como por el derroche de fantasía que en ellas aparece, son varias las obras infantiles de Dahl que han sido llevadas al cine. Basta recordar las adaptaciones de Matilda, Charlie y la fábrica de chocolate, James y el melocotón gigante o la versión de esta historia como La maldición de las brujas (Nicholas Roeg, 1989), probando que "en la actualidad, los cuentos de hadas no son ajenos al desarrollo de los modernos medios de comunicación de masas, ya que los primeros han alcanzado una difusión inusitada, debido al gran aporte que significó para estas narraciones su edición y propagación masiva" (Cerda Gutiérrez,1985: 88).
Frente a la indeterminación de los cuentos clásicos, en los que tanto el espacio como el tiempo aparecen indefinidos y confusos, Dahl sitúa su historia en un lugar y un tiempo concreto, habla de lugares reales fácilmente identificables en los mapas como Oslo, en Noruega o Bournemouth en Gran Bretaña; de igual forma, se advierte que es ésta una historia contemporánea, al igual que en el mundo que rodea al lector aquí existen coches, trenes y teléfono, consiguiendo con ello un mayor acercamiento e identificación entre los protagonistas de sus historias y los lectores contemporáneos.
Señalamos anteriormente la existencia de una temática simple y tradicional en Las brujas, puntualizamos ahora que, junto con esta lucha del bien contra el mal, son otros los subtemas que aparecen. Repasando el siguiente párrafo de Mercedes Gómez del Manzano sobre la literatura infantil del siglo XX, encontramos que "temas frecuentes en la literatura infantil que nos ocupa son las ausencias, la lucha, la victoria, la amistad, la prohibición, la libertad, el estímulo, la fuerza, el ruido, la alegría, la superación, etc." (Gómez del Manzano, 1987: 112). De estas temáticas, en la novela de Dahl encontramos la pérdida y ausencia de los padres, la lucha y posterior victoria del bien sobre el mal, la especial relación que existe entre el niño y su abuela, la libertad de acción del protagonista, el estímulo y la fuerza que lo mueven a actuar en pro de la salvación de los niños del mundo, la alegría y la superación que lo mueven a seguir la lucha contra el mal.
Tradicionalmente, tanto en su divulgación oral como en la escrita, los cuentos infantiles han sido transmitidos por un narrador ajeno al desarrollo de la acción. En esta historia que nos ocupa, el narrador de los hechos es el propio protagonista. Se trata de un niño contando unas vivencias recientes y fantásticas a otros niños como él, de forma que tanto la percepción del mundo como el lenguaje utilizado llegan más directamente y con mayor efectividad al niño lector. Tal como sostiene Gómez del Manzano, "la panorámica de la literatura infantil del siglo XX, nos ofrece unos puntos de referencia más concordes con las posibilidades receptivas del niño lector y, en el caso de ser el niño el protagonista, se comprueba en el proceso lector las actitudes cambiantes que el proceso de recepción implica: el asombro, la conmoción, la admiración, la emoción, el llanto, la risa, la alienación (Gómez del Manzano, 1987: 17). Con respecto al protagonista de Las brujas es necesario mencionar que se trata de un ser muy especial, ya que es niño al comienzo de la historia para transformarse en niño-ratón y vivir la mayor aventura de su corta vida. ¿Hablamos de un niño-protagonista o de un animal-protagonista? Siguiendo la tradición de fabulistas como Esopo, Samaniego o Iriarte, Dahl dota a este niño-ratón de características tanto animales como humanas, logrando mayor efectividad en sus propósitos de asombrar al lector, ya que "la humanización de los animales logra un cierto grado de maravilla y asombro en el comportamiento que los caracteriza, especialmente si llevan a cabo una aventura peculiar manteniendo sus características zoológicas" (Gómez del Manzano, 1987: 226). De todas formas, tanto en fábulas tradicionales, como en las más recientes creaciones de, por ejemplo, Walt Disney, se observa que "los cuentos protagonizados por animales se caracterizan por una cierta humanización de los mismos. Humanización en los comportamientos, en la función relacional, en la superación de complejos, en la propia presentación externa: modo de vestir, de jugar, de trabajar, de aprender, de dormir" (Gómez del Manzano, 1987: 217).
Siguiendo con el análisis de los personajes, es necesario mencionar que tradicionalmente "los adultos que aparecen en los libros infantiles se encuentran presos de sus propios caracteres e incapaces de sufrir alteración o cambio alguno. Si son realmente desagradables la única cosa que puede redimirlos es la bondad natural de un niño" (Laurie, 1998: 15). En Las brujas, encontramos una atípica abuela que hace las delicias de los lectores: es una mujer anciana pero muy vital, con problemas de salud pero ávida fumadora de puros habanos, tiene una capacidad de adaptación y asimilación propia de la gente joven; recuérdese cómo acepta la situación de tener un nieto-ratón sin la menor vacilación frente al trauma que les causa la misma problemática a los señores Jenkins. Es una mujer inteligente que responde a la siguiente descripción de Alison Laurie "las mujeres sabias de la literatura moderna provienen de todas las clases sociales... Muchas de ellas representan, en algún sentido, a diosas cuyos poderes tienen relación semimágica con la tierra, las estaciones y los ciclos de creación y crecimiento. Se las puede reconocer por su conocimiento de las plantas, su simpatía instintiva por los niños y animales, y su intuición, que opera a veces a nivel de percepciones extrasensoriales" (Laurie, 1998: 52).
Como describe Maite Carranza esta es "una novela amoral, políticamente incorrecta por su apología a la suciedad, al tabaquismo y a la mentira" (Carranza,1995: 60). Lejos del didactismo moral de los cuentos tradicionales, en esta historia encontramos niños que no van a la escuela, una abuela fumadora y personajes que mienten para conseguir sus propósitos. Bajo este aparente caos de valores morales, la cuestión es cómo los protagonistas intentan sobrevivir dentro de un entorno adverso y salir airosos de las muchas dificultades a las que se enfrentan, una muy buena moraleja para los jóvenes lectores que se encuentran en similares circunstancias. Vemos entonces, cómo en la literatura infantil contemporánea "el mundo del didactismo literario se ha quedado atrás y se intenta dar respuesta desde la literatura infantil a un tipo de libros que sean punto de referencia para un desarrollo progresivo de las capacidades infantiles y para una inserción social que responda a una información válida y a una dimensión recreativa y sorprendente" (Gómez del Manzano, 1987: 128).
También puede sorprender el hecho de que una historia de corte aparentemente tradicional no concluya con un final cerrado y feliz. Aunque la gran aventura ha concluido y las malvadas brujas reunidas en Inglaterra han sido vencidas, todavía tiene el protagonista mucho por hacer, ¡quedan las brujas del resto del mundo!, un final abierto a la imaginación del lector, lo que queda claramente de manifiesto en el título del último capítulo, "¡Vamos a trabajar!".
En esta historia de brujas, Dahl incluye elementos como el misterio de la existencia de brujas, terror por sus intenciones maléficas contra todos los niños del mundo, sorpresas continuas en el transcurso del relato, complicidad entre el niño y su abuela a la hora de actuar, y grandes dosis de ternura y sentimentalidad en momentos como la muerte de los padres del protagonista, la enfermedad de la abuela, o la aceptación de una muerte no muy lejana para ambos.
En esta como en otras de sus historias, Dahl combina magistralmente elementos clásicos e innovaciones, provocando sonrisas y lágrimas tanto en sus lectores infantiles como en los adultos, demostrando una vez más que la razón principal de su enorme éxito internacional responde a ese don especial que Alison Laurie describe de la siguiente forma: "algunos escritores tienen el don especial de prolongar la niñez el resto de su vida: siguen viendo el mundo como lo perciben los niños y niñas y toman partido de ellos de forma instintiva" (Laurie, 1998: 29).
Notas
(1) Las brujas. Ilustraciones de Quentin Blake. Traducción de Maribel de Juan. Madrid, Editorial Alfaguara, 1985. Colección Infantil.
Bibliografía
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Carranza, Maite. "La maldición de las brujas. La lucha del bien contra el mal". En CLIJ Nº 74; Barcelona, 1995: 59-61.
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Cerda Gutiérrez, Hugo. Ideología y cuentos de hadas. Madrid, Akal, 1985.
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Dahl, Roald. The Witches. Londres, Puffin Books, 1983.
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Dahl, Roald. As bruxas. Vigo, Verais, 1990.
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Dahl, Roald. Las brujas. Barcelona, Salvat, 1987.
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Dahl, Roald. Las brujas. Barcelona, Círculo de lectores, 1989.
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Dahl, Roald. Las brujas. Madrid, Alfaguara, 1992 (13ª ed.).
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Dahl, Roald. Les bruixes. Barcelona, Empúries, 1986, 1994.
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Dahl, Roald. Sorginak. San Sebastián, Erein, 1990.
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Gómez del Manzano, Mercedes. El protagonista-niño en la literatura infantil del siglo XX. Incidencias en el desarrollo del niño lector. Madrid, Narcea, 1987.
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Laurie, Alison. No se lo cuentes a los mayores. Literatura infantil, espacio subersivo. Madrid, Fundación Germán Sánchez Ruipérez, 1998.
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Propp, Vladimir. Morfología del cuento. 8ª ed. Madrid, Fundamentos, 1992.
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Sánchez, Sergi. "Matilda, ciencia y literatura". En CLIJ Nº 91; Barcelona, 1997: 44-49.
Blasina Cantizano Márquez (blasina@ual.es) es Licenciada en Filología Inglesa (Universidad de Granada, 1994), Doctora en Filología Inglesa, especialidad en Literatura Inglesa (Universidad de Granada, 1999) y Profesora Asociada al Departamento de Filología Inglesa y Alemana (Universidad de Almería, desde 2000). Actualmente está dedicada a las siguientes líneas de investigación: "Literatura británica de tema español", "Literatura comparada (especialmente con otras artes como el cine, el teatro o la música)" y "Literatura Infantil en lengua inglesa". Ha publicado diversos artículos sobre literatura infantil: "Realidad y ficción en los relatos de Roald Dahl" (Cuadernos de Literatura Infantil y Juvenil Nº 150, julio 2002), "Los nombres propios en Harry Potter" (Cuadernos de Literatura Infantil y Juvenil Nº 155, diciembre 2002) y "Molly Moon o el último éxito de la literatura infantil británica" (Espéculo, Revista electrónica de la Universidad Complutense de Madrid, julio 2003).
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