32 | RESEÑAS DE LIBROS | 23 de agosto de 2000

Preguntas que ponen los pelos de punta

Carla Baredes e Ileana Lotersztain
Ilustraciones de Javier Basile.
Buenos Aires, Ediciones Iamiqué, 2000.

Portada de "Preguntas que ponen los pelos de punta"

No es tarea fácil desarrollar un libro de información para niños en países como la Argentina, con escasa o nula edición nacional que pueda competir con el despliegue tecnológico puesto al servicio de los libros de este tipo en los países centrales. En el terreno de las ciencias resulta complicado enfrentar, aún con buenos contenidos, deslumbrantes fotografías impresas con muy alta calidad o a desplegables tridimensionales transformados en objetos bibliográficos muy atractivos.

Sin embargo, todavía (y por suerte) existen voluntades emprendedoras dispuestas a salir al mercado con mucha dignidad; la dignidad de las cosas hechas a conciencia, con profesionalismo y, por supuesto, con mucho esfuerzo.

Nos estamos refiriendo a Preguntas que ponen los pelos de punta, un libro de conocimientos para el público infantil. Sus autoras, dos científicas dedicadas a la divulgación, se propusieron explicar algunas de las cuestiones más frecuentes que se plantean en torno a dos elementos que forman parte integrante de la vida cotidiana de las personas: el agua y el fuego. Y lo hacen buscando respuestas a preguntas, obvias o sencillas en apariencia, pero fundamentales y capaces de poner en apuros a un adulto cuando tiene que respondérselas a una niña o a un niño curioso:

"¿Qué quiere decir que algo está mojado?"

"¿Qué cosas no moja el agua?"

"¿Cómo sabe el jabón en polvo cuáles son las manchas?"

"¿El agua siempre apaga el fuego?"

"¿Por qué quema el fuego?"

"¿De qué color es el fuego?"

"¿Qué es el humo?"

Las preguntas no están desordenadas sino que ofician de hilo conductor y dan pie a explicaciones muy claras que van estructurando coherentemente el corpus de contenidos del libro. Este núcleo central se enriquece con pequeñas pastillas de información complementaria, dirigidas a aquellos que quieren saber un poco más. Otro aporte interesante lo dan las experiencias (muy prácticas y sencillas) que se proponen a lo largo del libro. En los apartados denominados "Datos curiosos" también se suministra información interrelacionada con otras disciplinas como la historia o la geografía.

Las ilustraciones de Jorge Basile amenizan los textos y propician un clima jovial y humorístico que mantiene atrapada la atención del que lee.

Para recomendar el nivel lector, transcribiremos las líneas de la contratapa del libro, con las que coincidimos plenamente: "Recomendado para todos los curiosos que tengan entre 7 y 107 años (y para padres en aprietos)".

Roberto Sotelo


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