Alexandr Afanásiev y los cuentos populares rusos

Por Marcela Carranza. Según palabras del prestigioso folklorista Vladimir Propp: “Los cuentos populares rusos, de Alexandr Nikoláievich Afanásiev, constituyen un libro popular en el sentido más amplio de este concepto. Gracias a Afanásiev vio el lector por primera vez el cuento ruso en toda su riqueza y toda su diversidad, en su belleza genuina, sin afeites ni amaños.” Aquí, una reseña de su vida y obra, así como también el contexto social y político y la censura por la que pasó.

por Marcela Carranza

“Por aquellos tiempos, mientras el campesinado —aún sometido a la servidumbre— se hallaba aislado de la enseñanza y de la civilización y la Iglesia predicaba sumisión al orden establecido, el pueblo daba rienda suelta a su fantasía en los cuentos, creando imágenes de una belleza, una fuerza vital y una veracidad extraordinarias.”
Vladimir Propp

Alexandr Nikolàievich Afanásiev, historiador e investigador de la literatura y el folklore, nació el 29 de junio de 1826 en la ciudad de Boguchar, provincia de Vorónezh, en el centro de la parte europea de Rusia. Al poco tiempo su familia se trasladó a Bobrov, otra ciudad de la región, en la que transcurrió la infancia de Alexandr. Su padre, un intelectual no perteneciente a la nobleza, se esforzó para que sus hijos cursaran estudios superiores. En reglas generales la formación de Afanásiev durante su infancia y adolescencia distó mucho de lograr la excelencia académica. A los dieciocho años se trasladó a Moscú para ingresar en la Universidad, objetivo que alcanzó gracias a su empeño personal. Cursó allí la carrera de Derecho.

Durante sus cuatro años como universitario tomó contacto con los intelectuales y las ideas democráticas y progresistas de la época, duramente combatidas por el régimen zarista imperante; ideas que guiaron su tarea como investigador. Pero en 1848 ocurrió un incidente que influiría notoriamente en su carrera. Preocupado por la influencia que las ideas revolucionarias europeas pudieran tener entre el estudiantado, el zar Nicolás I decidió someter a la Universidad a una revisión del Ministerio de Instrucción Pública. Y desde entonces, Sergéi Uvárov, el ministro a cargo de esa cartera, asistía a las conferencias de los profesores y también a aquellas que los estudiantes impartían a modo de práctica. La clase dada por Afanásiev, entonces estudiante avanzado, no fue del agrado del ministro; más aún cuando el joven se negó a aceptar las observaciones dadas por aquél. Este acontecimiento dio como resultado que, al licenciarse, Afanásiev se viera imposibilitado de ejercer la docencia en centros oficiales.

A pesar de esto, logró hallar trabajo en el Archivo Central del Ministerio de Asuntos Exteriores de Moscú y allí se desempeñó durante trece años. Es durante este período que el autor se consagró a la recopilación de unos seiscientos cuentos de la tradición oral rusa que reunió en ocho volúmenes: los Cuentos populares rusos; la colección de cuentos populares más numerosa que se conoce a nivel mundial.

El trabajo de Afanásiev resultó particularmente valioso dado que el folklore cuentístico ruso atravesaba en aquellos tiempos por un momento crítico, a punto de perderse —al cabo de siglos de transmisión oral— en manos de adaptaciones a otros géneros, como la novela de aventuras y de caballería.

Según palabras del prestigioso folklorista Vladimir Propp: “Los cuentos populares rusos, de Alexandr Nikoláievich Afanásiev, constituyen un libro popular en el sentido más amplio de este concepto. Gracias a Afanásiev vio el lector por primera vez el cuento ruso en toda su riqueza y toda su diversidad, en su belleza genuina, sin afeites ni amaños.” (1)

Propp destaca el empeño de Afanásiev en respetar las anotaciones iniciales de los cuentos —sin dar lugar a retoques literarios—, limitándose al papel de redactor y editor. Esto a diferencia de publicaciones anteriores, donde los cuentos eran adaptados y estilizados (o simplemente ignorados) por la “alta cultura”, considerándoselos desdeñosamente como “cuentos del mujik(2). En palabras textuales de Propp, a estos relatos “no se les reconocía el derecho de ciudadanía literaria”.

La colección de Afanásiev ha sido objeto de estudio de críticos y especialistas de todo el mundo, entre ellos el ya citado Vladimir Propp (1895-1970), cuya Morfología del cuento (1928) encuentra en la recopilación de Afanásiev su punto de partida.

Contexto social y político (3)

Durante la vida de Afanásiev reinaron en Rusia dos zares: Nicolás I y Alejandro II.

Durante el reinado de Nicolás I —quien se jactaba de no haber leído jamás un libro y cuya crueldad se tradujo en el apodo que el pueblo le daba: Nicolás el Garrote—, fueron numerosísimas las revueltas del campesinado, de los obreros e incluso del ejército contra el régimen de servidumbre y la autocracia (4). Si bien el trabajo de siervos había dejado de existir en Inglaterra desde mediados del siglo XVIII y en Francia fue abolido en 1789, en Rusia seguía vigente, impidiendo el desarrollo del sistema capitalista. La demanda de cereales tanto en el mercado interior como exterior, llevaba a los terratenientes feudales a acentuar la explotación de los campesinos. La respuesta a esta situación fue una constante y encarnizada lucha de clases que se extendió durante toda la primera mitad del siglo XIX. Entre los años 1826 y 1834 se produjeron en Rusia 145 revueltas campesinas, en 1845 llegaron a 348. Todo esto en un contexto europeo dominado por las luchas de emancipación obrera que tuvieron un hito en las revoluciones de 1848.

En 1855 muere Nicolás I y le sucede su hijo, Alejandro II. En este momento el poder del zar se vio debilitado por la guerra de Crimea y las acciones emancipadoras del campesinado. La abolición del régimen de servidumbre y la necesidad de reformas sociales eran además ideas extendidas ya en diversos medios de la sociedad rusa. Si bien Alejandro II se había mostrado partidario de sostener el régimen de servidumbre, se vio obligado a dar lugar a su abolición para evitar una revolución campesina. En este contexto tuvo lugar la Reforma de 1861. Una reforma de origen burgués que fortalecía el desarrollo del capitalismo, pero aplicada por terratenientes, y por lo tanto, según sus intereses. Durante su aplicación se produjeron más de dos mil movimientos campesinos cruelmente aplastados por las fuerzas militares.

La Reforma significó el aumento del número de obreros en las fábricas, pero bajo condiciones de trabajo que continuaron siendo infrahumanas.

Durante la primera mitad del siglo XIX la Universidad de Moscú se convirtió en un centro de vida política e ideológica. Y fue el interés de los intelectuales por la vida del campesino ruso reducido al estado de servidumbre lo que trajo como consecuencia la valoración de su cultura, su modo y filosofía de vida.

Así, nos dice Propp “El acentuado interés por la poesía popular estaba en relación directa con la lucha social y con el movimiento social de los años sesenta del siglo pasado (por el siglo XIX). Pese a la diversidad de convicciones de los recopiladores, la edición imparcial de los monumentos de la poesía popular servía los intereses del desarrollo social y progresista…” (5)

En este contexto debemos situar la tarea de Afanásiev. Esta conflictiva realidad social no resultaba ajena al autor, así en su Diario y correspondencia aparecen a menudo opiniones en torno al problema del régimen de servidumbre y su abolición. Una vez dada la Reforma de 1861, Afanásiev comprende que ésta dista mucho de lo que el pueblo esperaba y requería: “…Mirando a mi alrededor y prestando oído a lo que se dice —escribía en una carta—, veo que el problema sólo ha entrado en vías de solución, pero no está resuelto…” (6)

Los Cuentos populares rusos

En 1851 Afanásiev escribió al director de una revista acerca de la posibilidad de publicar estos cuentos: “Sería una edición científica, semejante a la de los hermanos Grimm. Acompañarían al texto de los cuentos las necesarias notas filológicas y mitológicas, que multiplicarían el valor de este material: además, los cuentos similares serían comparados con los cuentos alemanes de la edición de los Grimm, señalándose los lugares análogos en ambos. También se compararían los cuentos con las canciones populares. Yo pondría a la edición un breve prólogo sobre la significación de los cuentos y el método de su edición científica. Un cuento cada dos o tres números —según las posibilidades— no ocuparía mucho lugar en la revista. Con la particularidad de que el tema no carece de interés.” (7)

La propuesta no se pudo concretar porque las dimensiones del trabajo de Afanásiev sobrepasaban con creces las posibilidades de la revista.

En 1852 Afanásiev viajó a San Petersburgo. Por entonces ya había escrito numerosos artículos y ensayos, siendo un erudito conocido. En San Petersburgo fue elegido miembro de la Sociedad Geográfica Rusa, por la sección de Etnografía. La Sociedad cedió a Afanásiev los materiales de su archivo relativos a los cuentos para su edición. Esta donación fundaría las bases de la enorme colección cuyo primer tomo se publicó en 1855.

Cabe señalar que, como nos informa Propp en la introducción antes citada, los cuentos recogidos directamente por Afanásiev no superaban los diez o doce, tomados todos en su provincia natal de Vorónezh. A estos se sumaron los pertenecientes al nombrado archivo de la Sociedad Geográfica Rusa y manuscritos de personas hoy desconocidas que llegaron a manos del autor. En la tarea también colaboraron otros recopiladores, etnógrafos e intelectuales, muchos de ellos amigos o personas allegadas a Afanásiev. Cuando iba por la publicación del tercer volumen de la colección, Afanásiev recibió una gran cantidad de textos del escritor, etnógrafo y filólogo Vladímir Ivánovich Dal, quien dedicado a la publicación de refranes y diccionarios pasó a Afanásiev su recopilación de cuentos. Los relatos enviados por Dal suman unos 150 e integran los fascículos cuarto, sexto y séptimo de los Cuentos populares rusos.

Como se ve, Afanásiev no encarna al mítico recopilador que recoge el arte popular directamente del pueblo. Según observa Propp, hay incluso en su obra cierta heterogeneidad, dada su dependencia de la calidad de los manuscritos que editaba.

La publicación de Cuentos populares rusos no pasó desapercibida en el círculo científico y literario de la época. El libro fue reseñado por los filólogos más importantes señalando muchos de ellos la importancia de esta colección.

Los Cuentos populares rusos pueden dividirse a grandes rasgos en: cuentos de animales; cuentos costumbristas y cuentos maravillosos.

La protagonista de los cuentos de animales suele ser la zorra, astuta y traidora, pero cuyo ingenio le permite burlarse de personajes más fuertes y crueles, como el oso y el lobo. Aquí se observa la típica figura del pícaro, del débil que vence mediante artimañas al poderoso, tan frecuente en los relatos populares de todo el mundo.

En la compilación de Afanásiev tienen un lugar especial los cuentos maravillosos. Algunos de ellos muy conocidos como: “Vasilisa la Bella”; los cuentos de la bruja Yagá; “El cuento del zarevich Iván, el pájaro de fuego y el lobo gris”, “Koschèi el esqueleto perpetuo”, entre otros. Esto se debe, señala Propp, a que para el folklorista de mediados del siglo XIX los relatos maravillosos tenían un valor especial ya que eran considerados los más antiguos. En los cuentos de hadas se conservan vestigios de creencias y religiones ancestrales con personajes que refieren a espíritus ligados a la naturaleza como la bruja Yagá o Koschéi. En el cuento de hadas, dice también Propp, el héroe no siempre es un príncipe, con frecuencia se trata de un campesino. Como el caso del hermano menor: Iván, tendido todo el día sobre la estufa, considerado haragán y tonto por sus padres y hermanos mayores. Sin embargo es este personaje —el débil, el tonto— quien afrontará las pruebas que se le interpongan en el camino y saldrá vencedor.

Si bien los motivos en estos cuentos nos recuerdan relatos de otras latitudes, existen en ellos personajes, paisajes y costumbres típicamente rusos. Así cuando un viajero llega a una casa extraña es recibido por su anfitrión con un baño caliente y alimentos. Costumbre que llega a ser exigida por el héroe y que podemos atribuir a la rudeza del clima. También la estufa en el centro de la isba (8), sobre la que se tiende el héroe haragán es un motivo que nos remite a la vida de los campesinos rusos.

Muchos de estos cuentos, especialmente los primeros del tercer volumen, según señala la traductora Isabel Vicente (9), provienen o están inspirados en bilinas. Las bilinas son canciones o poesías épicas (semejantes a los romances) compuestas por el pueblo de la Rusia antigua donde se relatan hechos históricos, principalmente de los siglos XI al XVI. Sin embargo, su origen también popular —señala Vicente— hace que sus protagonistas por lo general sean valientes campesinos, labradores, herreros que luchan contra los invasores. Transpuestas al cuento popular las bilinas pierden exactitud en cuanto a nombres, lugares y hechos históricos a los que hacen referencia.

La censura

En 1859 apareció una nueva y curiosa compilación: las Leyendas populares rusas, con 33 relatos protagonizados por personajes bíblicos: santos, apóstoles e incluso Jesucristo. La mayoría de ellas provenían del archivo de Dal.

Las Leyendas… llamaron la atención del público, obteniendo inmediato éxito. En ellas, se pone de manifiesto la actitud negativa y burlona del pueblo respecto de los representantes de la Iglesia. El libro logró pasar la censura seglar, pero no sucedió lo mismo con la censura eclesiástica, de modo tal que fue prohibido en 1860, calificado por el fiscal general del Santo Sínodo como “sacrilegio y profanación impresos” contra los que se debía proteger “a la religión y la moral” (10). La prohibición se mantuvo en pie hasta 1914, año en el que fue permitida su reedición. En Londres, en cambio, el libro fue publicado en 1860.

Entre el material que disponía Afanásiev existieron numerosísimos cuentos imposibles de publicar en Rusia debido a la censura. Cuentos que se burlaban del clero, los grandes señores, los terratenientes. Es decir, relatos en los que el campesinado volcaba el sentir popular frente a la opresión social, política y económica de aquellos años. Estos cuentos, en su mayoría también provenientes del archivo de Dal, fueron publicados en Ginebra bajo el título de Cuentos vedados, sin el nombre del autor ni la fecha.

Desde la aparición de los Cuentos populares rusos, Afanásiev tuvo la intención de publicar una recopilación destinada específicamente a los niños. Esta compilación fue presentada a la censura en 1870, pero por entonces ésta se había tornado aún más reaccionaria y atosigó al autor con toda clase de revisiones. Algunas, incluso próximas al absurdo. Por ejemplo, se debía sustituir las palabras “yegua” y “potro” o “corcel” por la de “caballo”, para evitar que surgiera en los niños la idea de diferencia entre los sexos en el reino animal. (11)

A pesar de todo esto los Cuentos rusos para niños fueron publicados poco antes de la muerte del autor.

Después de las Leyendas…

Debido a su interés y dedicación al estudio de la cultura popular, así como la publicación de un libro tan controvertido como Leyendas populares rusas, Afanásiev comenzó a ser considerado un personaje sospechoso y poco confiable para el poder en curso. Esta situación se vio agravada por la visita que recibió de un revolucionario que había entrado clandestinamente en Rusia. La denuncia de esta visita significó el registro del domicilio de Afanásiev por la policía. A pesar de que nada sospechoso fue hallado en su casa, el autor fue despedido de su trabajo en el Archivo del ministerio vedándosele desde entonces cualquier empleo oficial. Afanásiev comenzó a padecer problemas económicos y sin posibilidades de hallar empleo se vio obligado a vender su biblioteca personal. A pesar de sus dificultades logró publicar el octavo y último fascículo de los Cuentos populares rusos en 1863.

El 23 de septiembre de 1871, Alexandr Afanásiev falleció en Moscú, a los 45 años, víctima de la tuberculosis. Su muerte pasó prácticamente desapercibida en la prensa, y la segunda edición de los cuentos —que ya tenía preparada— apareció póstumamente.


Otros escritores rusos dedicados al cuento popular

Muchos escritores rusos han abrevado en la tradición del cuento popular. De esta manera grandes literatos han contribuido a conservar la tradición nacional adaptando los relatos folklóricos dentro de su obra literaria.

Alexandr Pushkin (1799-1837), poeta, dramaturgo y novelista romántico, considerado el fundador de la literatura rusa, fue uno de ellos. De origen noble, Pushkin tiene entre sus obras la traducción al verso de numerosos cuentos de la tradición oral que había oído narrar a su nodriza: Arina Rodiónovna, durante la infancia. Entre ellos el célebre “Romance del Zar Saltán, de su hijo el príncipe Guidón Saltánovich, famoso y poderoso paladín, y de la bellísima zarievna Cisne” (12). El “Romance del Zar Saltán…” fue motivo de inspiración para Nikolái Rimski-Kórsakov, quien escribió una ópera con el mismo nombre en 1901. A esta ópera pertenece el célebre fragmento “El vuelo del moscardón”.


Tapa del Cuento del rey Saltán, de su hijo, el príncipe Guidón, glorioso paladín, y de la bella princesa Cisne, de Alexandr Pushkin con ilustraciones de Iván Bilibin (Moscú, Editorial Progreso, 1973).

León Tolstói (1828-1910) —a diferencia de Pushkin— en sus adaptaciones de los cuentos populares pone el acento en el aspecto didáctico. Muchos de estos cuentos fueron incluidos en los trabajos pedagógicos realizados por el autor para su proyecto educativo con los campesinos de Yásnaya Poliana. Allí Tolstoi, en los últimos años de su vida, fundó una escuela para los campesinos y se hizo profesor, autor y editor de libros de texto para sus alumnos.

Otro grande de la literatura rusa que prestó especial atención al cuento popular fue Máximo Gorki (1868-1936). Gorki escribió la colección El Samovar, dedicada a los niños, donde incluye muchos de estos cuentos de la tradición oral.

Los cuentos populares rusos y la música

Los cuentos maravillosos del folklore de la antigua Rusia emergen como argumento en óperas, ballets y otras composiciones musicales de artistas rusos del siglo XIX y principios del siglo XX.

Además de la ya nombrada ópera El zar Saltán, Nikólai Rimski-Kórsakov (1844-1908) compuso Koschéi el inmortal (1901), ópera cuyo guión tiene origen en la historia del mítico personaje. La inmortalidad de Koschéi se debe a que su alma está separada de su cuerpo y se encuentra escondida en una aguja, la cual está dentro de un huevo en el interior de un pato que a su vez se halla dentro de una liebre que está resguardada adentro de un arcón de hierro que o bien está enterrado debajo o colocado en lo alto de la copa de un árbol. Según la tradición quien posea el huevo dentro del cual se encuentra la aguja con el alma de Koschéi tiene al brujo bajo su control. Si el huevo es roto, Koschéi muere.


“Koschéi, el sin muerte”. Ilustración Iván Bilibín (1901).

Igor Stravinsky (1882- 1971) es el creador del ballet El pájaro de Fuego (1910), cuyo guión reúne la leyenda del zarevich Iván y el ave de plumas mágicas, con la de Koschéi el inmortal. Marc Chagall (1887-1985) realizó la escenografía y el vestuario en una versión de este ballet del año 1945.


“Pájaro de Fuego”, por Marc Chagall (1945).

En 1874 Modes Moussorgsky (1839-1881) compuso Cuadros de una exposición, obra para piano inspirada en la exposición póstuma de diez pinturas y escritos de su amigo el artista y arquitecto Viktor Alexandrovich Hartmann. Como un homenaje al amigo Moussorgsky otorgó música a algunos de los cuadros expuestos. Entre ellos “La cabaña sobre patas de gallina”. Según la leyenda, la isba en la que reside la bruja Baba Yaga en lo profundo del bosque gira incansablemente sobre sus patas de gallina. A su alrededor una valla de huesos humanos coronada por calaveras brilla en la oscuridad.


Ilustración de Iván Bilibín para el cuento “Vasilisa la Bella”.



Notas

(1) Propp, Vladimir. “Introducción”. En: Afanásiev, A. N. Cuentos populares rusos. Ilustraciones de Iván Y. Bilibin. Traducción de Isabel Vicente. Madrid, Editorial Anaya, 1983-1984. Colección Laurín. 3 volúmenes.

(2) Nota de Imaginaria: Mujik: término empleado para referirse a los campesinos rusos, generalmente antes del año 1917. Fuente de la información: Wikipedia. La enciclopedia libre.

(3) Gran parte de la información acerca del contexto histórico, social y político que rodeaba a Afanásiev ha sido extraída del “Apéndice” elaborado por Isabel Vicente, traductora de los Cuentos populares rusos (Madrid, Editorial Anaya, 1984).

(4) El régimen de servidumbre significaba la dependencia plena del campesino con respecto al señor feudal, su dueño. Los terratenientes poseían el control absoluto sobre “sus campesinos”, podían comprarlos, venderlos y comerciar con ellos como mercancía o hipotecarlos.

(5) Propp, Vladimir. “Introducción”. En: Afanásiev, A. N. Cuentos populares rusos. Op. cit.; pág. 10.

(6) Citado por Isabel Vicente en el “Apéndice” de los Cuentos populares rusos. Op. cit.; pág. 292.

(7) Citado por Vladimir Propp. En: “Introducción”. Afanásiev, A. N. Cuentos populares rusos. Op. cit.; pág. 17.

(8) Nota de Imaginaria: Isba o isbá es una típica vivienda campesina rusa; construida con troncos, constituía la residencia habitual de una familia campesina rusa tradicional. Fuente de la información: Wikipedia. La enciclopedia libre.

(9) Vicente, Isabel. En: “Apéndice” de los Cuentos populares rusos. Op. cit.; pág. 297.

(10) Citado por Isabel Vicente en el “Apéndice” de los Cuentos populares rusos. Op. cit.; pág. 298.

(11) Citado por Isabel Vicente en el “Apéndice” de los Cuentos populares rusos. Op. cit.; pág. 300.

(12) El célebre romance de Pushkin ha sido editado en nuestro país por Ediciones Colihue: El zar Saltán y otros romances. Traducción del ruso de Omar Lobos. Versificación de Oche Califa. Ilustraciones de Omar Francia. Ediciones Colihue, Buenos Aires, 2006. Colección Los libros de Boris. El libro contiene además: “Los cuentos del Gato Sabio”; “Romance del gallito de oro”; “Romance del pescador y el pescadito”; “Romance de la zarievna muerta y los siete paladines”; “Romance del pope y su ayudante Baldá”.


Artículos relacionados:

Reseñas de libros: Babayaga, de Taï-Marc Le thanh (texto) y Rébecca Dautremer (ilustraciones y diseño).

Reseñas de libros: El adivino (cuento popular).

Galería: Iván Bilibin (1876-1942).

14 comentarios sobre “Alexandr Afanásiev y los cuentos populares rusos”

  1. Graciela Logarzo dice:

    Valioso.


  2. Grisel dice:

    ¡Qué vida!


  3. verónica dice:

    Muy interesante. Hay tanto nuevo en literatura que se van olvidando los cuentos tradicionales. ¡Y los cuentos rusos, si es posible, en ediciones ad hoc! ¡Con esos hermosos marcos dibujados!
    ¡¿Cómo puede ser que se hayan olvidado de mencionar a «Pedro y el lobo»?! (que además, si mi memoria no falla, era la cortina musical del programa «Cineclub infantil», de avanzada en los años 70)


  4. Marcela dice:

    Sí, Verónica, me olvidé de «Pedro y el lobo», quizá porque no conozco el cuento popular en el que se basó Prokofiev para su adaptación musical. Y te juro que el otro día lo estuvimos escuchando con mi hijo. Pero no lo asocié a los cuentos populares. Cosas que pasan…


  5. Jose Luis Hisi dice:

    Gracias, Marcela Carranza!
    Otra vez embelesado con tu artículo! Me encanta beber de tu sabiduria!
    Vos estuviste en el Congreso de Analisis del Discurso de 1996 en La Recoleta de Capital Federal no? Creo que fue la primera vez que te escuché… y siempre te recomiendo con mis alumnas del Nivel Inicial del Normal Sup. 32 de Santa Fe.
    Jose Luis Hisi Páez
    Prof. en Letras (UNL)
    Mgt. en Lengua y Literatura (UNR)


  6. Norberto Enrique Moreno Velásquez dice:

    Buenisimo, como sugerencia, no posible subir a la web alguno de estos cuentos.


  7. admin dice:

    Tenemos planes, Norberto.


  8. Natalia dice:

    Me encantó el argumento de la òpera de Koschéi. Me pareció interesante como el contexto social y cultural puede influenciar tanto en las escrituras de un autor, y que frustante la sensación de que los pensamientos que expresa en las escrituras Afanásiev sean reprimidas. Muy interesante la publicaciòn.


  9. Nuria dice:

    Enhorabuena, habéis hecho una buena investigación y las ilustraciones son preciosas. Le abre a uno el apetito de leer folklore ruso…


  10. Laura dice:

    El origen popular de «Pedro y el lobo» es una leyenda urbana. Se trata de un cuento sinfónico cuyo texto y música pertenecen a Sergei Prokofiev. Lo creó en 1936 por encargo para el Teatro Infantil Central de Moscú. Tenía por objetivo cultivar el gusto musical de los niños desde temprana edad. Por mucho lobo, héroe infantil y abuelo que aparezcan en el relato, es una obra de autor. Merece un informe, por supuesto, como toda obra de arte.


  11. verónica dice:

    Gracias por desasnarme, Laura. ¡Son esas cosas que se repiten sin pensar, porque es cierto que si al lobo lo llevan al zoológico no podía ser un texto muy antiguo! (Debe ser una venganza de mis hijos que me acusan de haber pasado toda su infancia yendo a ver distintas puestas de Pedro…)


  12. Laura dice:

    De nada, de nada, Verónica. Es un aporte de quienes crecimos acompañados por la literatura y el arte que venían del Este de Europa. y, tal como decís, el maravilloso Victor Iturralde fue uno de los principales difusores de un cine cuya estética se diferenciaba rotundamente de aquel que circulaba en forma masiva. Al papel que puedan haber jugado tus hijos, podríamos decir que la compañia Disney también hizo lo suyo en su propio beneficio. Si bien las creaciones soviéticas no adherían a la ley de copyright, existía un cierto nivel de protección para obras y autores (casos hubo entre ridículos y trágicos). Tal vez por eso la película de Disney se presenta como «cuento clásico ruso» en 1946 y, como parte de la filosofía corporativa, el relato refuerza los elementos del cuento tradicional con la correspondiente moraleja. Y aunque «Pedro y el lobo» tenga su costado didáctico, Prokofiev lo maneja magistralmente como introducción y luego se despega de la estructura tradicional. Tanto es así que existen excelentes películas de animación de distintos orígenes que plantean una relectura de «Pedro y el lobo» desde diversas ópticas. Caloi dedicó un programa entero de «Caloi en su tinta» a esas películas y no todas están destinadas al público infantil.


  13. rodrigo collazo dice:

    todo lo q sé de literatura lo aprendí en ciertas noches mágicas,en medio del campo uruguayo,donde mis hermanas y yo leíamos los cuentos rusos y viajábamos al medioevo ruso.desde entonces ese capital maravilloso anda conmigo y hace menos gris mis días.abrazos a todos.


  14. anais dice:

    es increible que muchas personas no conoscan de estos cuentos,me gustaria mucho poder tenerlos todos nuevamente como cuando niño,por favor publiquenlos porque me gustaria mucho pasarselos a mis hermanitos