141 | FICCIONES | 10 de noviembre de 2004

El castillo tenebroso

por Roberto Sotelo y Douglas Wright

Reproducimos la introducción y los tres primeros capítulos del libro El castillo tenebroso de Roberto Sotelo y Douglas Wright, que publicó Editorial Atlántida (Buenos Aires, 2004).

Imaginaria agradece a Silvia Portorrico, editora de Atlántida, la autorización y las facilidades proporcionadas para la reproducción de estos textos.

Dibujo de Douglas Wright

Introducción
Los tres medallones

Pepi, Sofía y Martín, tres chicos que habitan en el tranquilo pueblo de Miraflores, un día descubren los poderes mágicos de los medallones que heredaron de sus abuelos.

Según la figura que formen con los medallones, los tres amigos son transportados a distintas épocas y lugares en donde viven aventuras increíbles.

Cómo funciona este libro

Las aventuras de "Los tres medallones" están divididas en capítulos compuestos por un texto y una ilustración.

Al final de cada capítulo se plantea una pregunta. Hay que descubrir la respuesta observando la ilustración.

Quienes no la encuentren, podrán hacerlo cuando lean las primeras líneas del capítulo siguiente.

Dibujo de Douglas Wright

Una tarde de lluvia

Los chicos se aburrían aquella tarde. La lluvia que caía sobre Miraflores no los dejaba salir a jugar a la plaza. En la casa de Sofía ya no quedaba mucho por hacer; habían probado de todo: juegos, libros y juguetes. Los tres querían acción.

—¿Armamos una figura? —preguntó Martín.

—¡Dale! —contestó Pepi mientras sacaba su medallón del bolsillo.

—Primero el mío —dijo Sofía apoyando el triángulo en el piso.

Pepi y Martín hicieron lo mismo con sus medallones. De la figura que quedó formada surgió un resplandor que creció hasta iluminar toda la habitación.

Luego se oyó un zumbido agudo, y por fin un golpe seco.

Los tres sintieron un cosquilleo en el estómago, y la sensación de estar cayendo en el vacío...

Dibujo de Douglas Wright

El castillo tenebroso

Era de noche y los chicos se encontraron al pie de una montaña. A lo lejos, en la cima, divisaron la silueta de un castillo iluminado por la luna llena.

Miraron hacia atrás. Una espesa oscuridad los asustó.

—Creo que no nos quedan opciones —dijo Martín tragando saliva y señalando el castillo—, vamos hacia allá.

Los tres, en fila de a uno por lo angosto del camino, emprendieron la marcha para atravesar el bosque. En algunos tramos, las copas de los árboles formaban un techo sobre el sendero por el que transitaban. La oscuridad era total, y sólo se oía el crujir de las ramas y las hojas que pisaban.

De pronto, Sofía pegó un grito.

—¿Qué te pasa? —preguntó Pepi.

—Algo me revoloteó por la cabeza.

—¿Qué pájaros vuelan de noche? —preguntó Martín, haciéndose el chistoso.

—Estoy segura de que eso no era un pájaro.

—¿Y entonces, qué era? —quiso saber Pepi mientras apretaba el brazo de Sofía.

—¿Un murciélago, tal vez? —insistió Martín.

—¡Terminala! —lo cortó Sofía, enojada.

El viento frío hacía más tenebroso el paisaje. A pesar de ello, todos sentían la misma curiosidad que los hacía avanzar hacia el castillo.

Luego de caminar un buen rato llegaron a un claro que marcaba el límite del bosque. Frente a ellos se abrían cuatro caminos.

—¿Por dónde vamos? —preguntó Sofía.

—Los cuatro carteles dicen "AL CASTILLO" —contestó Pepi.

Martín observó los carteles con atención. Sofía y Pepi sabían que no había que distraerlo mientras pensaba.

Unos segundos después, Martín afirmó:

—Yo sé cuál es el camino que nos conducirá hasta el castillo.

¿Cómo supo Martín cuál era el camino correcto?

Dibujo de Douglas Wright

La voz de ultratumba

Los chicos siguieron por el camino que tenía el número 4. Fue el que propuso Martín al descubrir que el dibujo del cartel indicador era igual al que formaban las tres torres del castillo.

Luego de caminar durante media hora entre zarzas que les rasguñaban las piernas y murciélagos que pasaban a vuelo rasante, los tres amigos llegaron a la puerta de entrada. Era enorme.

—¡Ufff, por fin! —dijo Pepi agitado por el esfuerzo de la caminata.

—¡Miren qué puerta! —exclamó Sofía acercándose.

—¿Adentro ya estarán durmiendo? —preguntó Martín—. ¿Por qué no tocás el timbre?

—¿Vos estás loco, nene? —contestó Sofía irritada—. ¡Mirá si va a haber un timbre!

—¿Y entonces qué hacemos? —insistió Martín.

Sofía movió el picaporte y comprobó que la puerta estaba cerrada.

—¡BUUUSQUEN LA LLAAAVEEE! —una voz áspera y potente los dejó petrificados.

No esperaban que alguien, o algo, los estuviera escuchando. Y mucho menos que les diera indicaciones.

—¡NO PIEEERDAN TIEEEMPOOO! ¡BUUUSQUEEEN LA LLAAAVEEE! —arremetió la voz.

Venciendo el miedo que lo paralizaba, Pepi alcanzó a decir:

—La llave debe estar por aquí, escondida en algún lado. ¡Tenemos que encontrarla!

¿Dónde estaba la llave para abrir la puerta del castillo?

Dibujo de Douglas Wright


Foto de Roberto SoteloRoberto Sotelo (rsotelo@imaginaria.com.ar) es maestro y bibliotecario. Colabora como redactor en revistas infantiles y pedagógicas. Su libro de adivinanzas ¿Qué será, qué será? (Alfaguara), en coautoría con Douglas Wright, recibió el Premio Fantasía Infantil. Por su labor como difusor de la literatura infantil y juvenil, la Fundación El Libro lo distinguió con el Premio Pregonero. Actualmente coordina el Proyecto de Animación a la Lectura y la biblioteca escolar del Instituto Argentino-Gallego "Santiago Apóstol" y, junto a Eduardo Abel Gimenez, dirige Imaginaria.

Foto de Douglas WrightDouglas Wright (douglas@magicaweb.com) es dibujante y humorista. Sus dibujos aparecen en revistas, libros para chicos y en sitios de Internet. Es autor de varios libros de humor gráfico y coautor del Bichonario. Junto a Roberto Sotelo y Eduardo Abel Gimenez publicó la colección Noche de Cuentos (Editorial Atlántida), cuyo título La bruja Cereza recibió el Premio Fantasía Infantil. Entre sus obras para niños están El Jardinero Mágico y El juego de los disparates (Barcelona, Edebé, 2004). La página web de Douglas Wright se encuentra en www.magicaweb.com/douglas.


Artículos relacionados:

Links