104 | LECTURAS | 11 de junio de 2003

Jorge Cuello, aullador pagano

por Mariano Medina

Foto de Jorge Cuello
Jorge Cuello. Fotografía de Carlos Speranza

Nació el 3 de octubre de 1958 en la provincia de Córdoba, Argentina, en un pueblo llamado Oliva. Allí hizo su primer muestra "y todos estuvieron de acuerdo en que estudiara medicina", recuerda.

Durante las últimas dos décadas adoptó una vida artística semi nómada que lo llevó a peregrinar por localidades de la serranía cordobesa, Buenos Aires y Chile en una particular dinámica de ubicuidad donde aparentaba estar siempre de regreso o a punto de partir. Actualmente reside en la localidad de Las Rosas, en el Valle de Traslasierra, donde el 6 de febrero de 2003 inauguró su Museo de Arte Comebiróm, con una muestra retrospectiva y lo que llamó "fragmentos de memoria colectiva".

Desde hace años tiene intenciones de fundar un Hogar para Huérfanos de Información.

Como artista plástico, Cuello se considera "autodidacta con influencias reconocibles". Sólo un primer año rendido libre en la Escuela de Artes de la Universidad Nacional de Córdoba y su viaje de estudios por Francia, Inglaterra y Turquía (1981) son el principio de una formación permanente que se nutre del riesgo y la experimentación.

Su obra es testimonio de una concepción integral de los lenguajes estéticos, donde lo lúdico disuelve las diferencias entre lo infantil y lo adulto sin privarse del erotismo.

Inicialmente expone en los circuitos oficiales (Salones de Pintura Pro-Arte Córdoba, La Voz del Interior, Museo Caraffa, Museo Genaro Pérez), y a los 24 años funda y dirige la sucursal de la Galería de Arte Praxis de la ciudad de Córdoba. Pero a partir de 1985 orienta su búsqueda hacia lugares y espacios no convencionales, fundiendo su hacer estético con otras disciplinas: el diseño grafico (Beca Fondo Nacional de las Artes 1989), el teatro, el audiovisual, el muralismo, el video, la historieta y la literatura. Para dar cuenta de esa diversidad, podemos enumerar algunas de sus incursiones fundamentales: las historietas del 1er. Encuentro de la Diapositiva Hecha a Mano, las funciones del Teatro Ruso ideado junto a la cantante Liliana Vitale, su labor escenográfica para el Teatro La Cochera dirigido por Paco Jiménez y para espectáculos de la Mona Jiménez y Bersuit Vergarabat; y el fugaz Centro de Cultura "Che Culiau" con el grupo de rock Armando Flores. Diversas revistas han recibido su aporte, entre ellas Crisis, Fierro, Piedra Libre, Filo, Expresar y La Luciérnaga —revista cultural de los chicos trabajadores de la calle—. Especial mención merece su labor en el imprevisible diseño de la revista-poster La Masa, de la Secretaria de Extensión de la Universidad Nacional de Córdoba.

A partir de 1987 su conexión con el universo del libro se manifiesta con una serie de libros-objeto bajo el sello Editorial Clandestina Pandora Harbord: Los clásicos días de Pola Craik, Pandora Harbord, 1492, Me compré un terrenito en el Ecuador Belga, y A William W. todavía le gusta vivir en este ambiente (cuyo soporte era una bandeja de plástico para ¼ de pollo). Uno de ellos, ¿Y Ching? El libro de las mutaciones de los chinitos cursientos fue llevado a video por Dimas Games.

La relación directa con el universo infantil surge con Me-mo, libro de lectura para primer grado de Angela Arena, que ilustró y diagramó. Este libro fue subsidiado por la agrupación Gansos Salvajes (Holanda, 1988) y distribuido en escuelas marginales de Córdoba. A esto le siguen trabajos para las editoriales Colihue y Libros del Quirquincho, que lo integran al gran movimiento de la literatura infantil y juvenil argentina de la década de 1980. Entre las obras que ha ilustrado se encuentran Margarita tenía una pena y Coplas de la humedad de Laura Devetach (Buenos Aires, Ediciones Colihue, 1989 y 1990; colección Los Morochitos); El Obelisco de Buenos Aires de Horacio Clemente (1990), Historias de no creer de Iris Rivera (1991), y Los Libros del Camino (Buenos Aires, Libros del Quirquincho); Cuentos con trenes de Aldo Tulián y Abran cancha, que aquí viene don Quijote de la Mancha de Adela Basch (Buenos Aires, Ediciones Colihue, 1986 y 1991; colección Libros del Malabarista); Canciones de Eduardo Allende (Coedición CEDILIJ-Collegium CEIM); Contextualizar Córdoba de Silvia Villegas y Gabriela Closa (Narvaja Editor); Palabras para Crecer" (Cinco Editor); y los discos Canta y La vida en los pliegues de Liliana Vitale (Ciclo 3), Papel de Arroz de Armando Flores, y Semáforo Rojo de Grandes Chicos.

Con el CEDILIJ (Centro de Difusión e Investigación de Literatura Infantil y Juvenil) ha mantenido una estrecha relación que ha dado como frutos especialmente la Muestra "La Vieja del Agua - dibujos para libros", dos ediciones de su libro 1492 (cuyas páginas el define como "pinturas con epígrafes") y la muestra interactiva del mismo nombre en Museo de Antropología de la Universidad Nacional de Córdoba; la revista Piedra Libre, especial "Poesía", y su separata dedicada a la poeta Edith Vera (íntegramente ilustradas por Cuello), y las gráficas del V Congreso internacional de Literatura infantil y Juvenil "Lectores del Tercer Milenio" y de la Semana del Libro Infantil en los Centros Culturales de la Ciudad del año 2001.

La muestra "La vieja del agua" tuvo como objetivo poner de manifiesto su proceso creativo al exponer bocetos, estudios y originales de sus trabajos destinados a libros para niños entre 1985 y 1996.

La edición de 1492 realizada junto a CEDILIJ en 1997, de técnica mixta (bases impresas, coloreado y armado manual), fue distinguida con la Mención Honorífica del Premio "Alberto Burnichon" al Mejor Libro editado en Córdoba, otorgado por la Municipalidad de esa ciudad.

Jorge Cuello ha realizado murales e instalaciones en el Pabellón Argentina de la Ciudad Universitaria, para el moderno Museo de los Niños "Barrilete", para el Centro Cultural España-Córdoba, el Cine-Club Municipal "Hugo del Carril", y el "Pueblo Luciérnaga", sede de la fundación homónima que atiende a las problemáticas de chicos trabajadores de la calle.

Entre sus últimas muestras, que en ocasiones formaron parte de intervenciones en espacios públicos aportando con su lenguaje a la crítica social, se destacan "Bajó el Copete" (toma de la fachada del Museo Nacional de Bellas Artes sede Córdoba), "El juicio final" (muestra callejera móvil en forma de marcha a contramano, cuya caravana encabezó el grupo de rock Armando Flores) y "Jamón del 1/2" (mural realizado sobre 86 cajas de pizza y tiza pastel).

Para contactarse con Jorge Cuello hay que escribir a elcuello@hotmail.com


Palabras para coser a un vestido de angel
Selección de registros relacionados con Cuello y su obra

Entre los ‘70 y los ‘80

"Yo nací en Oliva, es un pueblo de gringos donde no había ninguna posibilidad de hacer una vida de artista. Durante toda mi formación secundaria, que fue en realidad una deformación, pensaba hacer arquitectura y empecé a trabajar en un estudio, pero yo no sabía ni destapar un Rotring y eso me generó tanta adversidad que un día salgo con mi viejo del estudio y le digo "viejo, lo que yo quiero hacer es eso" y le señalo un tigre de Bengala que había hecho un letrista en un mercadito de Trelew…"

(Entrevista de Pancho Marquino para la revista Las Rosas, 2000)

Los cielos de agua (1986)

Cielos de agua (sobre Baal) basó la creación en el absurdo aserto que asegura que "cuando una historia se entiende es porque ha sido mal contada". Todo el trámite de la puesta rodó sobre divertidísimos cuadros y ajustadas vueltas de tuerca, llevando un ritmo vertiginoso que no decayó en ningún momento.

La integración de la plástica al montaje nos eliminó a la curiosa escenografita blanca que cubría todo el ámbito con cielos de polietileno y agua, ni a los cotidianos artefactos de la utilería —inodoro, heladera, televisores, bañera— no por comunes menos blancos y usados todos insólitamente sino que participó totalmente. La heladera por ejemplo, fue convertida en una suerte de caja de sorpresas de la que salieron permanentemente actores, elementos y luces jugando juegos infinitos donde lo cotidiano asumió contornos de absurdo y la imaginación definió ámbitos inusuales.

Las luces formaron parte de la actuación tomando contornos propios para producir sensaciones visuales fantasmagóricas o nítidas, delirantes o prosaicas, ominosas o etéreas, sin limitarse a los spots tradicionales sino utilizando también encendedores, velas, autitos electrónicos o lámparas chinas".

(Crítica del periódico La Voz del Interior a la obra Cielos de agua del Teatro la Cochera, dirigida por Paco Jiménez, bajo la coordinación plástica de Jorge Cuello. Córdoba, 20 de junio de 1986.)

Las diapositivas y los espacios deseados (1987)

"…Espacios donde poder desarrollar todo lo que hasta este momento estaba potenciado en actividades menores; es decir, el hecho de poder llegar a sacar nada más que gestos sensibles, sin que se transformen en un elemento de poder".

"Trabajo en un formato que tiene una superficie de tres centímetros cuadrados y en ese espacio yo potencio todo; el método es utilizar un material transparente de base, trabajado con acuarelas, fibras y rotring. Lo importante también es que la historia tiene un principio muy anárquico y luego se va ordenando en función de una necesidad. La música es el sostén. Cada figura está apoyada en una nota musical, esto determina un lenguaje que es nuevo, que lo separa del dibujo y no llega a ser dibujo animado",

(Artículo "Cambiar de espacio". Córdoba, La Voz del Interior, 17 de noviembre de 1987.)

Huevos (1988)

"Empezando por el final, Jorge Cuello me despidió regalándome su libro A William W. todavía le gusta vivir en este ambiente… El libro es una caja de plástico en cuyo interior se encuentra plegada una larguísima hoja de finísimo cartón y cada hojita contiene un dibujo y un pequeño texto. Y es, claro está, mucho más que eso.

La caja donde se halla el libro (error: la caja ES también el libro) es una especie de huevera de plástico transparente. Pero en la que no cabría ni una ni media docena de huevos, sino, exactamente: 4 huevos. Y eso es lo que sugiere y arriesga el librito de Cuello, ir al supermercado y no pedir media o una docena de huevos, sino, para desconcierto del mundo, sólo cuatro huevos".

(Artículo "Charlación con el cogote de Jorge Cuello, por Juan Sasturain. Revista Fierro Nº 45, Buenos Aires, 1988.)

Cuello sin piernas (1992)

"Las estructuras establecidas me piden un aspecto virtuoso de mi lenguaje, ya probado. No me dejan profundizar en él, a riesgo de lo nuevo. Por eso, en un determinado momento tuve la sensación de que me podían suicidar. Creo que si la gente comienza a regir la vida a partir de un fenómeno estético, pronto nos vamos a encontrar matando a los feos, que es parecido a matar judíos. El valor estético tiene mucho que ver con el racismo. La gran estructura consume un valor y rechaza lo que se produzca buscando la contra cara de la verdad. Allí se suicida al artista. La sociedad, como dice Burroughs, va incorporando en el sujeto la necesidad de auto eliminarse. Es muy sutil. Mi sentido de humor cordobés me sirvió de autodefensa: utilicé la ironía como modo de horror. En un momento fui grotesco. Después eso no se mantuvo, tiene mucho que ver el lugar donde estás, todo el arte es conceptual, y eso lo ves en la traducción que hacés de lo que vivís. El único camino válido es el que te permite el relevamiento del mundo en que estás inmerso. Así, la obra se incorpora a la sociedad yendo mas allá de la estética, y cumpliendo su función, que es la de detectar los pequeños movimientos que producirán los grandes cambios de la humanidad. Fotografiar ese futuro: ver una imagen de lo que va a ocurrir. Mi pregunta permanente es cómo traduzco esto a un fenómeno concreto. Y por supuesto, cómo vivir de ello. Tanto en mis cuadros como en mis libros, estoy buscando que cada imagen sea como un logotipo: esa limpieza, esa exactitud. Lo que se fija así, tiene que decir sin sufrir un desgaste.

Pintar es algo mucho mas fuerte que la gráfica; cuando pinto hasta cambio de actitud física, ¡me pongo bizco!. Pero me preocupa que, por el tipo de producción, el tipo que compró, por ejemplo, ciertos sahumerios por el estuche que les hice yo, no pueda comprar uno de mis cuadros. Eso a veces me desanima. Creo que por eso pinto poco. Me emociona más ver esos sahumerios en muchas casas, que un cuadro en casa de alguien que nunca iría a visitar.

Por eso busco intervenir en algunos productos cuyo consumo tienen una escala humana, nada de ideología Shopping. Tarjetas, por ejemplo. Una de las series de tarjetas artísticas que tengo, lleva el sello de "Los Pintores sin piernas". Tiene que ver con mi necesidad de integridad. Cuando viví en Buenos Aires me dí cuenta de que el mercado había sido copado por los discapacitados. Los pintores sin manos, los ciegos, etc. Eso es un fenómeno de la caridad, no de la calidad. El trabajo es pésimo. Digo esto con mucho respeto, me parece que como labor terapia mata. Pero son muy pocos los artistas discapacitados, y no se trata de limitaciones físicas o técnicas, sino de un "estado del alma" necesario para el artista. Pensando en todo esto yo llegué a sentirme también un lisiado, una especie de inválido: no estaba inhabilitado para ejercer el oficio, pero tenía problemas para la traslación, para la movilización de mi obra. Entonces, como una de esas imágenes de post-guerra con los tipos sin piernas en carritos, se me ocurrió que la mía es una generación inválida, que no puede ir y venir por donde quiere..."

(Fragmento de una entrevista inédita realizada por Mariano Medina en Villa Rivera Indarte, 1992.)

Contralquimia (1995)

"Alguien quiso venderme
un traje de ángel
—cuenta Jorge—.
Insistió tanto
que me lo probé,
y vi
con sorpresa
que el talle
era exacto".
Lo que nos correspondía
está tomando formas raras
Me parece que esto
es ya otra cosa.

(Poema inédito de Mariano Medina, 1995.)

La receta de los pibes

Hace rato que Jorge Cuello salió de "lo académico" y venció un prejuicio: ese que —como al escritor de literatura infantil— le resta méritos al artista plástico "dedicado a los pibes". En su caso tuvo que ver una separación transitoria, la de un padre con su hijo de dos años, que le despertó obsesiones, "vehículos de comunicación", en obras que abordaron cada vez más el lenguaje de los chicos. […]

Pero el arte de Cuello encontró un espacio donde expandirse "a lo grande" cuando Jorge Bertona, allá por 1994, vió en Suecia un astillero convertido en centro cultural. A su regreso a Córdoba, el empresario le propuso al artista transformar el subsuelo de La Vieja Usina en museo para los niños. Así nació "Barrilete", con juegos y recorridos didácticos, pero también con la inconfundible estética de Cuello, con muchos colores y simpáticas criaturas como por ejemplo los Oki Poki (los duendes de las velitas que espantan los Karajitos).

Jorge dice que hace rato cruzó el límite: "Legalicé mi situación de artista que trabaja para chicos". Hoy sus referentes permanentes son Miguel (17), Camilo (7), Fidel (6) y Jerónimo (1), cuatro "críticos permanentes que analizan mi obra lejos de cualquier lectura especulativa". No es que no le importen las opiniones de artistas consagrados, pero "lo más fuerte es lo que me transmiten mis hijos".

¿Que receta sigue el "decorador" de Barrilete?: "La que me dan los pibes que vienen al museo: cruzar todo tipo de márgenes, despreciar lo rígido".

(Artículo "El museólogo de los niños", por Guillermo Franco. Revista Aquí Vivimos, 1999.)

Jazz (1999)

"Mi sistema de aprendizaje tiene mucha relación con los clásicos. Una de mis últimas pinturas está hecha sobre un Boticelli, creo que en alguna medida he sufrido cambios emocionales metiéndome en un Renoir, en un Picasso, de esto surge un trabajo muy interesante, como cuando los músicos van zapando, una especie de jam session, creo que yo hago una especie de acid jazz plástico, y esto tiene una fuerte relación con lo marginal. En realidad, yo tengo una actitud de servicio…"

(Entrevista anónima)

Los materiales del ritual (1999)

El pasaje es tan angosto que al gordo Bergara Leumann le sería imposible bailar un tango, aún de costado. En la mitad de ese trayecto se encuentra la casa del artista plástico Jorge Cuello, o mejor dicho su obra, y ahí también el concepto de su arte: la representación espacial. La explosión de colores y formas se expande por todos los ambientes, recorre los techos, las paredes, los objetos, la heladera, el patio […]: "Lo que he buscado humanamente y donde cometí todos los errores fue en el hecho de encontrar un formato que sostuviera mi cuelgue. Si tengo un don es lo visual, la maleabilidad de las formas y la intervención del espacio; yo centro todo ahí pero la estructura política que existe en el arte está ideada para contener formatos que de alguna manera se estandaricen y las escuelas de arte fortalecen ese concepto. Este formato que utilizo no es sometible a la cuestión didáctica […]. En el arte si no sos indispensable, te morís. A mi me pidieron que hiciera chicas de Divito y lo intenté pero no pude hacerlas, será porque nunca me dieron bola y no las conozco o porque son ajenas a mi mundo cotidiano. Estoy abierto a todo tipo de experiencias, he pintado murales y pienso pintar todos los frentes de las casas de este pasaje donde vivo, trabajo con los cuartetos, les pinto los telones para los escenarios. En estos momentos pinto con látex (pintura para paredes), este es el material que utilizo. Me las arreglo con lo que está a mi alcance. Los materiales no hacen a la cuestión expresiva. A mí me impresionó lo que me dijo un plástico amigo, la búsqueda en el arte es atrapar un ganso. Cuando con tu arte atrapás un ganso, tenés comida."

Cuello habla y mira hacia el cielo o bien mira las formas fragmentadas que vagan buscando el centro del átomo de una nueva imagen en el universo del inconsciente. Dice que el teatro y el rock le dieron aire a sus ideas conceptuales, y que es creyente de los rituales de los encuentros y de lo mágico en la comunión de personas que practican diversas actividades por el carácter que tienen y que los plásticos carecen. "Para mí pintar es un ritual, no me importa dónde, sobre qué ni cómo ni con qué; ni si lo mío va a quedar. En ese sentido siento al energía que dejaron aquí los Comechingones. Los Comechingones no dejaron nada, nada que un antropólogo pueda reconstruir (…)".

(Artículo "Atrapando gansos", por Omar Hefling. Revista Informe Córdoba, diciembre de 1999)

Cuello según Daniel Salzano (2000)

Vas caminando con Cuello por ahí y verdaderamente no vas caminando con nadie porque de repente se adelanta dos zancadas y te deja con la palabra en la boca: acaba de descubrir el asiento de un triciclo que, convenientemente soldado a las orejas de un perchero, podría convertirse en la base de su próxima obra maestra.

Jorge Alejandro José Cuello es un artista alto y huesudo que nació en Oliva y se mudó a Córdoba cuando a esta ciudad bastaba que le tocaras la pancita para que soltara un suspiro de felicidad.

Lo primero que hizo el artista adolescente fue anotarse en la Escuela de Artes aunque él tenía las cosas claras desde antes: el arte debe practicarse con la misma naturalidad con que se mea.

Un loco maravilloso que está más allá del bien y del mal es alguien muy difícil de clasificar.

Cualquiera sabe a estas alturas que a esta ciudad la limpian a medias entre los camiones de Cliba y Jorge Cuello, lanzado con ojo de entomólogo a la caza y captura de timbres, manubrios, plumeros, bocinas, muñecas, palanganas, tarritos de Royal y virgencitas en desuso de la piedad cordobesa.

Por el camino que iba no le hubiera costado mucho esfuerzo convertirse en el testigo melancólico de un mundo que se cosía a mano, pero en realidad nadie sabía lo que se venía y la nostalgia del artista se ha convertido en una profecía.

Revoleada duramente por la licuadora de la patria cospelera, la gente acude a refugiarse en el arte pobre de Jorge Cuello con la misma naturalidad de quien se mira en un espejo.

En el Centro Cultural España-Córdoba, JAJC expone una alucinante caravana: cuatro caballos de madera, un elefante con colmillos de carrera, un dragón con cola de palmera y una araña cuyo corazón es tan rojo y tan brillante como el rubí de los coches policiales.

Según Cuello, es la caravana del juicio final. Sálvese quien pueda.

No hay nada más terrible que la venganza de un niño.

(Texto de Daniel Salzano, aparecido en la sección "Opiniones" del periódico La Voz del Interior en la serie "Quiénes y Cuándo". Córdoba, 18 de noviembre de 2000.)

Pintar hablando al oído (2002)

Queda claro que Cuello pinta. Aunque no se sepa bien sobre qué superficie (pared, cerámica, tela, cartón) lo hará la próxima vez. Su espíritu libre mantiene viva la llama de un delirio creativo, en una pintura mordaz que bordea en negro como la mejor historieta. Dice que con su obra quiere "hablar al oído" de cada persona.

(Artículo "La rebeldía en forma de arte", por Verónica Molas. Córdoba, La Voz del Interior, 17 de abril de 2002.)

Palabras claves para encontrar a Cuello:

Juego - Canal - Investigación - Eternidad - Medidas - Marginal - Necesidad – Doméstico - Plástica - Juicio Final - Colgado - Trabajo - Sensibilidad - Color - Alquimia.

(Reportaje inédito.)

Selección de textos realizada por Mariano Medina.


Foto de Mariano J. MedinaMariano J. Medina (cedilij@arnet.com.ar) es escritor, compositor y periodista. Es Miembro de CEDILIJ (Centro de Difusión e Investigación de Literatura Infantil y Juvenil) de Córdoba, donde coordinó el Centro de Documentación y co-dirigió la revista Piedra Libre. Es técnico y capacitador del Programa "Por el derecho a leer", por el que CEDILIJ fue distinguido con el Premio IBBY-Asahi 2002.

Es autor de libros literarios e informativos, entre ellos Lagartijas sobre piso azul, que contiene una selección de trabajos escritos por niños en talleres de escritura coordinados junto a Teresa Sassaroli. Para el Ciclo Teatro x la identidad Córdoba 2001 realizó un "Relevamiento de literatura y canción popular de Córdoba (Argentina) que frente a la dictadura militar fue resistencia, testimonio, militancia y memoria" (próximo a editarse bajo el nombre de La pisada del Unicornio). Entre sus variadas actividades, se cuenta su participación en el proyecto del músico Chango Spasiuk "Relevamiento de 100 años de música ucraniana en la provincia de Misiones".

 


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