Dos novelas de Paula Bombara: Solo tres segundos y Una casa de secretos
Reseñas por Carolina Tosi. «Un rasgo característico de las novelas de Paula Bombara consiste en que la estructura narrativa se configura a partir de múltiples formas de mirar, decir y escribir los silencios. Es así como los intersticios logran transformarse en los verdaderos ejes del relato. El efecto producido es parecido a cuando se observa a través de un caleidoscopio: los espejos ocultos proyectan colores y formas diferentes que dan lugar a diversas imágenes que se mueven y se combinan para generar otras.»
Solo tres segundos
Paula Bombara
Buenos Aires, Grupo Editorial Norma, 2010. Colección Zona Libre
por Carolina Tosi
De eso sí se habla
Acompañando a El hombre de los pies-murciélago de Sandra Siemens, Veladuras de María Teresa Andruetto y El jamón del sánguche de Graciela Bialet, entre otras, Solo tres segundos de Paula Bombara es una de las novelas de iniciación que ofrece Zona Libre, la colección de literatura juvenil del Grupo Editorial Norma. Con este título, la colección reafirma el propósito de plantear retos narrativos y acercarles a los lectores obras con un lenguaje intenso y profundo.
Es sabido que, en la literatura destinada a los adolescentes, hay temas que no son fáciles de abordar, de escribir, de editar y de recomendar. Al respecto, Sandra Comino afirma que, en la literatura infantil y juvenil, suele ser molesto incluir ciertos tópicos, como los problemas sociales, el sexo, la muerte, la discriminación, el hambre, etc. Y si bien esos temas “tabú” no están ausentes en los catálogos de las editoriales, tienen escasa presencia o no cuentan con el protagonismo que deberían (1). Pero, afortunadamente, hay excepciones, como es el caso de la narrativa de Bombara, quien se anima a escribir sobre tópicos complejos, como antes lo hizo en El mar y la serpiente (también editada en la colección Zona Libre), una novela en la que tocó el tema de la desaparición de personas durante la dictadura militar y, en este nuevo libro, lo hace hablando sobre la muerte en la etapa de la adolescencia. Sin duda, ella sabe cómo darles voz a estos temas muchas veces relegados, de qué forma contarlos y reconstruirlos sin paliativos, acorde con su perspectiva estilística.
Solo tres segundos se encuentra estructurada en dos partes, cada una signada por un hecho que transforma el “mundo” de los protagonistas. En la primera, Nico repite quinto año, tiene que cambiarse de colegio y se enfrenta con nuevas experiencias. En la segunda, Felicitas transita el dolor primigenio y profundo de haber perdido a sus amigos Zoe, Nico y Mariano en un accidente automovilístico.
Por un lado, el registro y el ritmo narrativo logrado a lo largo de la historia generan una sensación de inmediatez, de experiencia nítida, que produce un resultado contundente: el lector no puede dejar de sentir que vive la historia al leerla. Por el otro, en el relato no se plasman solo las angustias o los sufrimientos adolescentes circunscriptos a esa etapa, sino que se exhiben los sentimientos que puede tener cualquier ser humano, sea joven o no, frente a un período de cambios, a la violencia, a la amistad, al amor y a la irremediable impotencia ante la muerte. Pero no hay duda de que el hecho de contarlo a través de la mirada de un adolescente potencia los efectos de sentido.
Cabe señalar que la trama se fortalece con las omisiones y los silencios vinculados con la elección de mantener un punto de vista diferente para la narración en cada una de las partes. La primera, narrada en tercera persona, se centra en Nico. Pero en la segunda Nico ya no está y el relato en primera persona de Felicitas permite acceder en forma directa y sin atenuantes a su subjetividad. En esta etapa de duelo, Felicitas debe atravesar e interpretar los silencios que la muerte ha dejado en su vida. Su búsqueda emocional encontrará el rumbo en descubrir que la muerte, aunque duela, es parte de la vida.
La voz de la protagonista transforma el dolor individual en un relato que traspasa la conciencia personal y alcanza un nivel de interpretación más amplio, colectivo, que logra trascender las ausencias y los vacíos, y resignificar, incluso, los hiatos discursivos.
De un modo análogo a El mar y la serpiente, la trama ofrece indicios y testimonios que reconstruyen lo velado, lo que se mantiene oculto, lo que se intenta silenciar.
Una vez más, la literatura de Paula Bombara le ofrece al lector adolescente un camino de revelación y reflexión sobre lo no dicho. Aquí también, tal como comentó Lidia Blanco respecto de El mar y la serpiente, el lector transita un proceso similar al de la protagonista: “el conocimiento de la verdad que revela la novela es también su propio recorrido”, y por ello, “emergerá del rompecabezas con un mapa semántico cargado de significados” (2).
Solo tres segundos muestra cómo el silencio atraviesa las palabras y cómo las palabras resignifican los sentidos. De este modo y haciendo eco a lo que sostiene Eni Orlandi, una reconocida lingüista brasileña (3), es posible afirmar que solo intentando entender la materialidad simbólica específica del silencio se puede alcanzar la comprensión de nuestra relación con las palabras.
Una casa de secretos
Paula Bombara
Buenos Aires, Ediciones SM, 2012. Colección El Barco de Vapor, Serie Roja.
por Carolina Tosi
A través del caleidoscopio
Si la reseña anterior sobre Solo tres segundos finalizaba con una referencia sobre el alcance de los hiatos discursivos por parte de Eni Orlandi, es oportuno iniciar el presente comentario con otra cita de la especialista: “Cuando decimos que hay silencio en las palabras, estamos diciendo que ellas son atravesadas por el silencio; ellas producen silencio; el silencio habla por ellas” (4).
Sin duda, un rasgo característico de las novelas de Paula Bombara (Paula Bombara: link a la sección Autores de este mismo número) consiste en que la estructura narrativa se configura a partir de múltiples formas de mirar, decir y escribir los silencios. Es así como los intersticios logran transformarse en los verdaderos ejes del relato. El efecto producido es parecido a cuando se observa a través de un caleidoscopio: los espejos ocultos proyectan colores y formas diferentes que dan lugar a diversas imágenes que se mueven y se combinan para generar otras. Del mismo modo, los silencios así como la pluralidad de voces y formatos discursivos que conforman la literatura de Bombara suscitan planos superpuestos que dinamizan las tramas, las transforman, producen diversas versiones, y así el lector se convence de que la historia nunca puede ser una.
Tal efecto narrativo se reafirma en Una casa de secretos, la última novela de Bombara, ganadora además del 10º Premio de Literatura Infantil “El Barco de Vapor” Argentina.
La historia comienza cuando la familia De Vitta recibe una encomienda procedente de Francia. Se trata de una casa de muñecas de más de cien años que pertenece a Odile, una tía abuela que no conocen. Junto a este envío llega una carta en la que la anciana les pide a sus sobrinos que vayan a verla urgentemente a París. Ellos, los padres de la familia, Alejandro y Érica, emprenden el viaje, mientras que sus hijos Magalí y Javier se quedan en Buenos Aires, aunque permanecen comunicados vía Internet. Desde ese momento, cada miembro de la familia inicia un recorrido impensado por los secretos familiares a través de varias generaciones. Por un lado, Alejando y Érica transitan los laberintos sinuosos de los recuerdos de Odile. Por el otro, los chicos se internan en los rincones de la casa de muñecas para darles sentido a los silencios y descubrir las incógnitas, que son las claves de lectura de la novela.
Una casa de secretos presenta una organización que altera los límites de la interpretación cómoda y lineal. Al igual que una casa de muñecas, la trama se compone de espacios inusuales y recónditos, con exhaustivos detalles a los que el lector tiene que prestar atención. A los capítulos narrados en tercera persona que dan cuenta de la historia actual, se suma el tono confesional del diario íntimo de Odile así como la correspondencia que esta mantiene con otras dos mujeres, Charlotte y Anne Marie, entre los siglos XIX y XX, y que ligan Europa con América. De tal manera, el lector salta de un personaje a otro, de una historia a otra, de una cosmovisión estética a otra totalmente distinta.
Vale destacar que Bombara, según ella misma ha comentado, buscaba componer un personaje que hubiera crecido leyendo a las hermanas Brönte, a Baudelaire, a Flaubert, a Balzac, a George Sand. Su intensión era descubrir qué le provocaría leerlos a una muchacha nacida a fines del siglo XIX en Europa, porque además esto suponía un desafío extra. En efecto, una mujer que hubiera nacido en esos momentos sería adulta durante las dos guerras mundiales. Cuando Bombara cayó en la cuenta de eso, la tentación de adentrarse en el personaje fue irresistible. Y, realmente, logró construir en Odile una subjetividad femenina sólida, cuyas emociones trascienden su contexto histórico.
De esta forma, el acto de contar y la escritura confesional logran unir los tiempos y los espacios de la ficción. En esa ligazón se crea una experiencia de lectura intensa, que profundiza la reflexión sobre los legados de la palabra y los motivos que llevan a alguien a dejar vedados ciertos aspectos de su pasado.
Para finalizar, cabe evocar a Roland Barthes, quien en un ensayo ya clásico sobre los juegos infantiles habla de la naturaleza perecedera de ciertos juguetes:
“Ahora el juguete es químico, en sustancia y en color; su material introduce una cenestesia del uso, no del placer. Además, estos juguetes mueren muy rápido y una vez muertos no tienen, para el niño, ninguna vida póstuma” (5).
En contraposición a esos juguetes químicos —plásticos y modernos—, Barthes destaca la importancia de los juguetes de madera en la medida en que estos —solo posibles en la época de producción artesanal— son “objetos esenciales, objetos de siempre”. Y este es el espíritu de la casa de muñecas, la verdadera protagonista de la novela: un objeto esencial y perdurable, cuyo tratamiento estético hace posible, parafraseando a Barthes, que el lector se convierta en “creador” del juego ficcional y hasta “inventor” de un universo, donde todo es posible.
Notas
(1) Comino, Sandra. “Esto no es para vos”. Revista Imaginaria N° 87. Buenos Aires, 9 de octubre de 2002.
(2) Blanco, Lidia. “El mar y la serpiente, de Paula Bombara”. Reseña del libro publicada en Revista Imaginaria N° 176. Buenos Aires, 15 de marzo de 2006.
(3) Puccinelli Orlandi, Eni. As formas do silêncio. No movimento dos sentidos. Campinas, Brasil, Editora da Unicamp, 2010.
(4) Puccinelli Orlandi, Eni. Op. cit.; pag. 14.
(5) Barthes, Roland. “Juguetes”. En: Mitologías. México, Editorial Siglo XXI, 1980. Parte de este ensayo puede encontrarse en el artículo “Reproducción a escala” del libro Incluso los niños. Apuntes para una estética de la infancia, de Maite Alvarado y Horacio Guido. Buenos Aires, La Marca Editora, 1993; págs. 101-103.
Artículos relacionados
Ficciones: Dos capítulos de Una casa de secretos, novela de Paula Bombara.
Ficciones: “Promesa cumplida”, fragmento inédito de la novela Una casa de secretos de Paula Bombara.
13/6/13 a las 22:25
Le quiero decir que es una buena escritore vos sos grandiosa buen libro :-)