Diego Patiño
Informe preparado por César Da Col
"Ilustrar, al igual que cualquier otra actividad creativa, equivale a contar un cuento. El asunto debe ser conciso desde el principio. Saber desde dónde se arranca y hacia dónde se dirige. No me gusta dejar las cosas libradas al azar ni que sean demasiado etéreas. Si uno no tiene idea de lo que quiere se va a perder en el camino. Y a veces la premura es tal que una aventura sin rumbo sencillamente no funciona.
Ilustrar me pone en medio de una situación, en un lugar y tiempo imaginarios. Pero un lugar y un tiempo, al fin y al cabo, que deben ser creíbles gracias al sentimiento que produzcan. Me encanta ver las diferentes reacciones que tienen las personas hacia mi trabajo; ven lo que lleva por dentro. Es como en El Principito, ¿se trata de un sombrero o es acaso una serpiente que se tragó un elefante? Pero insisto, si no contamos historias —a través de las ilustraciones como es el caso— no estamos haciendo nada."
Diego Patiño nació el 1 de noviembre de 1980, en la ciudad de Bogotá, Colombia. Es ilustrador y, al mismo tiempo, se graduó como periodista en su ciudad natal: "El periodismo exigía cierta propensión a la voracidad de la que yo carecía. Por eso, siguiendo el instinto y los consejos de mis padres, busqué hacer siempre lo que más me gustara. Comencé como mercenario de la imagen haciendo afiches, animaciones, catálogos, y otros trabajos para agencias de publicidad, campos de verano y fundaciones. Durante ese tiempo me empapé de las nociones técnicas más elementales sobre medios impresos."
De pequeño, Patiño estuvo rodeado de libros de cuentos y de historietas, sobre todo de Tintín y Asterix: "Eran regalos esperados y títulos obligados en la biblioteca. La presencia de la gráfica europea ha sido muy fuerte en mi trabajo. Uderzo, Peyo, Tabary y Hergé me atrapan sin ninguna misericordia. Me gustan sus universos extravagantes y los personajes excéntricos que describen. Siempre me gustó el hecho de que los héroes del viejo continente, aventureros por naturaleza, fueran narizones, bajitos, gordos o flacos. Sus condiciones físicas, a diferencia de los japoneses, por ejemplo, nunca los han acomplejado; todo lo contrario, de alguna manera reflejan sus mejores virtudes."
"La producción argentina también tuvo gran impacto en mí —continúa Patiño—. Cuando tenía nueve años compré el ejemplar número cuatro de Boogie 'el Aceitoso'. Ese día, Roberto Fontanarrosa estaba en la Feria del Libro de Bogotá promocionando todos sus libros. Recuerdo que después de pagar el libro, él me llamó para que me acercara. Lo miré desconfiado, pero él simplemente se río, tomó el libro y me dijo que como no tenía cara de creerle que él era el creador de Boogie, me dibujaría uno en la primera página. Por supuesto, el ejemplar ocupa hasta la fecha un lugar de honor en mi biblioteca. Fue un momento de iluminación."
El artista nos cuenta cómo siente que es considerada esta profesión en su país: "En Colombia nunca sentí una presencia fuerte en este ámbito; ni siquiera hoy en día. Además, entre quienes ejercen esta profesión, pululan la mediocridad y la fanfarronería. Los ilustradores, y en general cualquier persona dedicada a las artes gráficas, son vistos como personajes secundarios, como algo que cualquiera podría hacer. En términos de diseño, ilustración y demás, somos un zombi, todo se valora con los pies; la ignorancia y la falta de sensibilidad son escabrosas en mi país y, lo que es peor, generalizadas."
En 2003, Diego Patiño comenzó a trabajar en la editorial colombiana Villegas Editores: "Fueron dos años en los que el bicho de los libros se me fue metiendo cada vez más y más, reafirmándome todo ese universo gráfico y literario con el que había crecido en casa." Su primer trabajo fue en el área de Internet, como redactor, para luego pasar al ámbito editorial y al Departamento de Arte. Más adelante, fundó con dos socios su propia editorial, bautizada Abrebocas (www.abrebocas.com). Sus trabajos como ilustrador y redactor se publicaron en las revistas colombianas Soho, Zero y Arcadia, en la agencia de publicidad Leo Burnett Colombiana, y en la editorial española Melusina.
En la actualidad, Patiño continúa con sus trabajos de ilustración y con su emprendimiento editorial: "Abrebocas acaba de publicar su primer libro, o mi primer hijo, como lo llamo. Se trata de un flipbook (*) maravilloso que narra la que quizás haya sido la mayor hazaña deportiva jamás lograda en Colombia. No soy un fanático, ni siquiera un admirador del fútbol, pero el formato y los libros me encantan y ante eso no hay resistencia alguna. Es lo bueno de los libros, se prestan para todo; son el mejor medio de comunicación jamás inventado. Ahora estamos realizando la producción de nuevos títulos, que esperamos agraden a todo el mundo. Soy una persona muy inquieta, así que paralalelamente estoy dedicado a una veintena más de proyectos que comenzarán a ver la luz a partir de la segunda mitad de 2007."
Se pueden ver más trabajos de Diego Patiño en la dirección
www.flickr.com/photos/diegopati
(*) Un flipbook es un libro en el que, pasando velozmente una página tras otra, se genera un movimiento de la imagen. Se puede ver un muestreo de Colombia-Alemania, el flipbook editado por Abrebocas, en el sitio You Tube, aquí.
Así trabajo
por Diego Patiño
Como mi trabajo se basa por lo general en material escrito por otras personas, lo primero y más obvio, claro está, es leer el texto e identificar el primer sentimiento que me produce. Este paso es instintivo y personal, y delata la honestidad que uno siente hacia su trabajo. Uno debe impregnar su trabajo con sentimientos y puntos de vista; la objetividad es, en realidad, una hipocresía que uno debe evitar a toda costa. Los puntos medios son puntos muertos, y si uno decide permanecer imparcial es porque en realidad no le importan las cosas y se quiere desentender de ellas. En este sentido me encanta dejar señales ocultas en mis ilustraciones. Detalles que no resulten obvios a primera vista pero que cuenten otros cuentos dentro de las ilustraciones.
Lo segundo es investigar mucho; primero sobre el tema y el autor. Muchas veces esta búsqueda saca a la luz referencias que no necesariamente están en los textos pero que resultan muy apropiadas para enriquecer la idea gráfica. Lo mismo sucede con el autor cuando ciertas facetas de su personalidad o de su físico ayudan a enmarcar la ilustración. Gracias a esta parte del proceso surge la idea; qué quiero mostrar, qué quiero contar.
Lo segundo que recorro es la obra de otros ilustradores, fotógrafos, arquitectos, cineastas y escritores en busca de inspiración. A veces, cuando uno se siente bloqueado y no sabe a dónde ir, lo mejor es dejar el trabajo tirado por unas horas y meterse en una sala de cine, habiendo escogido una película al azar. Esto funciona de maravilla porque siempre uno encontrará el detalle que busca de la manera más inesperada. Un ilustrador debe leer mucho. Yo prefiero la ficción pero cada cual debería buscar lo que más le guste. El trabajo de otros se convierte en una herramienta, una especie de cucharilla, para escarbar dentro de uno mismo y descubrir de qué se está hecho, cuál es mi firma. Es clave hacerse a una buena biblioteca (construirla juiciosamente con los años) y tener un buen acceso a Internet.
Luego decido qué tipo de ilustración quiero hacer, qué técnica voy a emplear y a partir de qué medios: lápiz, vectores, fotografía, acuarelas, óleos, plastilinas. Uno debe ser muy preciso en no desperdiciar el tiempo. Inclinarse por técnicas que no lo demoren demasiado si no lo amerita.
Lo que ocurre después pasa por inercia. Uno se deja llevar porque ya sabe hacia dónde se dirige. Me resulta imposible perderme sabiendo las direcciones. Entonces llega un momento casi de iluminación, cuando uno se da cuenta que sólo hace falta un detalle para dejar todo listo: un manchón, una arruga, cambiar un color... Los computadores son una bendición en este sentido.
Crear es un trabajo de detalles, de mucha investigación, insisto. No basta con tener talento o habilidades. Hay que ir más allá, atreverse a desafiar siendo muy honestos, tener mucho amor por el trabajo, probablemente, ante todas las cosas.
Obras de Diego Patiño
"Los oficinistas". Ilustración para la revista Soho (Bogotá,
diciembre de 2006).
"Alguien odiaba las comedias románticas". Ilustración para
la revista Soho (Bogotá, diciembre de 2005).
"India, frágil democracia". Ilustración para la revista Zero
(Bogotá, junio de 2006).
"Cabeza de chango". Inédito (2006).
"Mi fugu favorigo". Inédito (2006).
"El mozo de espadas". Ilustración para la revista Soho (Bogotá,
octubre de 2006).
"¿Por qué odio a los paisas?". Ilustración para la
revista Soho (Bogotá, mayo de 2006).
"Sancho Panza". Ilustración para la revista Soho (Bogotá,
octubre de 2006).
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