197 | RESEÑAS DE LIBROS | 3 de enero de 2007
Cuentan en la Patagonia

PortadaNelvy Bustamante
Ilustraciones de Lucas Nine.
Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 2005. Colección Cuentamérica.

Es conocido por todos que pertenecemos a un país de memoria frágil, y muchas veces tramposamente selectiva. Se recuerdan algunas cosas que integran la historia oficial, y se seleccionan los elementos de la corrección política para que la visión hegemónica siga en pie.

Este texto, en cambio, proviene de la estirpe de Mnemosine, diosa de la memoria cuyas hijas —las Musas— protegían a los artistas, a los filósofos, a los poetas.

Básicamente es bueno porque este conjunto de relatos, bellamente escritos, nos cuentan la historia, no una historia plagada de generales y de batallas sino la epopeya simple y humana de las personas que vivieron en la Patagonia. Porque lo que calla la conquista del desierto —y me refiero tanto a las campañas del general Roca como a la conquista económica posterior que fue tan o más cruel y destructiva que aquellas— es que el desierto no era tal. Que en el desierto vivían personas, seres humanos iguales a todos los seres humanos, iguales a cada uno de nosotros en esencia.

Y este libro nos recuerda que las relaciones no necesariamente pasan por el uso del rifle sino que pueden transitar también por la convivencia, por el intercambio, por el apretón de manos y por la mirada a los ojos y de frente. Esto es posible aunque el color de la piel, el color de los ojos, sean diferentes, o las lenguas incomprensibles para cada uno de los protagonistas. Hay otros elementos que superan estas apariencias: las necesidades vitales son exactamente idénticas, todos necesitamos comer, vivir, ser libres y sentirnos comprendidos.

Además, los textos de Nelvy Bustamante se mueven dentro de un discurso diáfano, bello, similar al del poeta épico que elige ponerse fuera del relato porque sabe que la historia que está contando es una música que envuelve y se adueña del que lee como se apropia de los viajeros el silencio de la Patagonia. Y en ese espacio inmenso a veces las palabras sobran, se vuelven gestos o perfume de pan, que se trabaja hasta que leude y se haga alimento:

"La mujer de la mirada clara entraba a su casa para amasar el pan. Y para seguir pensando junto a la luz luminosa de la harina."

Pero además de la narración de las historias de las personas, está presente en el libro el imaginario de la región: ese reforó que nos recuerda a tantos fantasmas benignos, que debieron ser cuando vivos personas siempre dispuestas para disfrutar del buen vino y de alargar la noche entre amigos y guitarras y que ahora, convertidos en esqueletos, se les puede aplicar aquello de que se pierde el pelo pero no las mañas.

Y están también los cueros que existen en los lagos de nuestra región, presencias ominosas que nos recuerdan que no somos los dueños del planeta sino sólo ocupantes efímeros que debemos respetar y temer los lagos de indecible belleza que nos rodean; esos lagos que tienen como custodios y guardines a esos cueros. Y está también la presencia de otros fantasmas llenos de poesía que transitan en este libro, que no producen miedo sino deslumbramiento ante la palabra que los dibuja:

"Nadie supo nunca en la chacra de los Evans que el Malacara le había puesto otra vez el cuerpo al peligro. Aunque ahora su cuerpo de fantasma fuera sólo un trozo de nube, la espuma de una ola muy alta, un hilo de viento al galope."

Damos la bienvenida a este libro que integra la prestigiosa Colección Cuentamérica, porque la Patagonia necesita ser contada, precisa exorcizar aún la visión que la presenta como desierto, como tierra de nadie, cuando en realidad es la tierra de todos los que pensamos que aún hay en nuestra Patria sueños para concretar, trabajos para hacer y un porvenir que deberemos construir para quienes nos sucederán: los niños y los jóvenes. Y uno de esos trabajos es producir y hacer circular los libros que nos hablan de lo que somos, de lo que profundamente somos.

María Elena Leiza de Almada

Artículo extraído, con autorización de su autora y los editores, de La Amanecida, revista digital de arte, cultura y pensamiento, realizada por el Fondo Editorial Rionegrino (Viedma, provincia de Río Negro, Argentina, 2006). Email: fer@cultura.rionegro.gov.ar – Web: http://www.la-amanecida.rionegro.gov.ar/


María Elena Leiza de Almada (mleiza@yahoo.com) es Profesora Titular de Didáctica de la Literatura de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional del Comahue; Investigadora Categorizada de Literatura Infantil y Juvenil y Directora del Centro de Propagación Patagónico de Literatura Infantil y Juvenil ( Ce.Pro.Pa.L.I.J). Es autora de numerosos trabajos de la especialidad.


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