195 | RESEÑAS DE LIBROS | 6 de diciembre de 2006

Felicidad clandestina y otros relatos

Portada del libroClarice Lispector
Edición preparada, con traducción, estudio introductorio y notas de Remy Gorga, filho.
Quito, Ecuador, Editorial Libresa, 2005. Colección Antares.

Los catorce relatos que integran esta antología contienen un rasgo común: el de la escritura construida con minuciosidad. Ningún párrafo puede ser leído distraídamente, no tanto por su importancia argumental como por la caja de sorpresas que representa la escritura de Clarice Lispector. Parece tener la mirada puesta en lo más sutil, en lo pequeño, en lo insignificante, en lo despreciable. Tal vez por esto, las gallinas (y su prole) ocupen un lugar protagónico.

En "La Legión Extranjera", la narradora nos cuenta dos historias; una que está ocurriendo en el tiempo del relato (la adopción de un pollito) y otra que es el recuerdo que este episodio le despierta. Se trata de la asidua visita de una vecina, una niña-adulta, extremadamente racional, incapaz de manifestar sus sentimientos, hasta el momento en que descubre que en la cocina de la casa habita un pollito. En la primera parte se dice: "A mi marido, la bondad lo deja ríspido y severo (...) En los chicos, que son más serios, la bondad es un ardor. A mí, la bondad me intimida." Y esta declaración se liga al desenlace del segundo relato, cuando la niña-adulto termina matando al pollito y la narradora quisiera decirle "A veces, la gente mata por amor...".

En "Una historia de tanto amor", una gallina y una niña vuelven a ser protagonistas. Pero esta vez, la niña trata de defender a los animales, que tienen destino culinario. Sin embargo, ya adulta, comprende lo inevitable de ese destino. Inesperadamente, el cuento cierra con la siguiente frase: "La niña era un ser hecho para amar, hasta que se hizo muchacha y descubrió a los hombres." Estas apariciones sorprendentes atraviesan buena parte de los relatos de Clarice Lispector así como la sociedad de adjetivos distantes entre sí, como "Los hijos se miraron riendo, vejados, felices." o "Los niños fueron saliendo alegres, con el apetito arruinado" (1); entrevero semántico que sorprende y que obliga a reflexionar permanentemente para rearmar la representación.

"Una gallina" es la historia de un animal destinado al almuerzo que logra ganarse el perdón de la familia después de un intento de fuga y la postura de un huevo. Se incorpora a la casa como una rara mascota ( "¿Qué había en sus vísceras para hacer de ella un ser? Una gallina es un ser.", afirma la narradora), hasta que "...un día la mataron, la comieron y se pasaron años."

Los tres cuentos mencionados transcurren dentro del ámbito familiar, marco en el que se desarrolla también la mayoría de los demás relatos. En algunos de ellos la observación está puesta directamente en las relaciones familiares. Una madre y su hija adulta (casada y con un hijo) que no pueden decirse lo que tienen para decirse y un marido y su mujer también habitando un terreno de imposibilidades (2). Una abuela que desprecia a sus hijos y nietos y toda la hipocresía desplegada alrededor de su fiesta de cumpleaños (3).

En "La mujer más pequeña del mundo", el descubrimiento de un antropólogo en el corazón del África, promueve todo tipo de deseos y reflexiones en el seno de distintos ámbitos familiares: desde la "perversa ternura" , hasta las ansias de posesión. Lo que la aparición de lo otro, de lo diferente despierta en cada uno, tratado con ironía y cuyo procedimiento narrativo se vale de dos focos principales: la noticia periodística que llega a todos lados y la cámara que enfoca cada una de las reacciones.

"Felicidad clandestina" es, tal vez, el relato con mayor "olor" autobiográfico. Una niña lectora que desea un libro que una de sus compañeras posee. El goce perverso de ésta, que le niega el objeto deseado una y otra vez, con distintas excusas y el logro final ( "No era más una niña con un libro: era una mujer con su amante."): dos felicidades clandestinas de distinto tinte.

Se ha dicho que los textos de Lispector abundan en hermetismo y extrañeza lo que, sin embargo, no los vuelve impenetrables. En "Misterio en São Cristovão", otra vez el foco narrativo se desdobla. Por un lado, una familia que "progresa", una cena, y una adolescente que mira por la ventana antes de acostarse. Por el otro, tres hombres disfrazados que van a una fiesta y deciden robar unas flores del jardín de la casa. El episodio es contado desde los dos puntos de vista y, casi insignificante, sin embargo produce cambios en la muchacha, en su familia y en los hombres enmascarados. En apenas una oración, cuando el ladrón es sorprendido desde la ventana, la autora concentra un universo: "El caballero, exangüe bajo la máscara, había rejuvenecido hasta encontrar la infancia y su horror." Esta es la caja de sorpresas que Lispector regala al lector en cada página y obliga a una lectura atenta, abierta, como lo hace el texto poético.

Por momentos, lo sorprendente está en el nivel de la historia, como en el caso de "Él me bebió". Se trata de la relación entre una mujer, su maquillador homosexual y un industrial. Cuando todo hace suponer un desenlace amoroso, nos encontramos con un final algo misterioso, que permite múltiples lecturas.

"Dónde estuviste anoche" es el relato más extraño de la serie. Enmarcado en un ambiente que recuerda los textos de Lovecraft o las pinturas de Bosch, parece describir un sueño o una visión del apocalipsis y, como cierre, un giro narrativo sorprendente: "Epílogo: Todo lo que escribí es verdad y existe. Existe una mente universal que me guió. ¿Dónde estuviste anoche? Nadie lo sabe. No intentes responder —por amor de Dios. No quiero saber la respuesta. Adiós. A-Dios."

Más que sujeta a las reglas misteriosas de lo hermético, la escritura de Clarice Lispector parece moverse con enorme libertad en cuanto a los procedimientos y con gran agudeza para observar aquello que es difícil transmitir con palabras. Lispector encuentra asociaciones allí donde nadie lo ha hecho e inaugura universos sensibles con esos encuentros.

La edición forma parte de una colección de textos complementarios para escuelas secundarias y presenta un interesante estudio introductorio, una cronología, fragmentos de opiniones de la autora sobre la propia obra y brevísimos resúmenes argumentales de cada cuento.

Raúl Tamargo


Notas

(1) En el cuento "Feliz cumpleaños".

(2) En el cuento "Lazos de familia".

(3) En el cuento "Feliz cumpleaños".


Foto de Raúl TamargoRaúl Tamargo (tamargora@hotmail.com) es poeta y narrador. Publicó un libro de poemas, Los otros cómo juegan (Buenos Aires, Ediciones A Capella, 1995) y colaboró en un ensayo sobre experiencias de talleres de escritura (Las palabras son de todos, de Silvia Alvarez. Buenos Aires, Ediciones Juntos, 1991) dirigido a docentes de nivel primario. Fue redactor de la revista Una de C.A.L. y coordinó talleres de escritura para niños y adultos en Lobos, Carlos Casares y Buenos Aires. Integró el grupo de estudio La Nuez, en el área de la literatura infantil y juvenil. Con su novela Por la ventana de Sol, ganó el Concurso Internacional de Literatura Infantil "Julio C. Coba" 2001, que organiza la editorial Libresa, de Ecuador.


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