187 | MISCELÁNEA | 16 de agosto de 2006

El viaje final de Teresa Pagnotta

por Graciela Pérez Aguilar

Foto de Teresa PagnottaEl jueves 3 de agosto de 2006, Teresa Pagnotta partió en su viaje final. Seguramente la acompañaba su fiel mochila llena de libros, a la que había llamado "La Andariega" como un homenaje a Javier Villafañe. Este fue el último viaje de los tantos que había emprendido por los caminos del interior, para llevar lecturas a las comunidades más desposeídas, en especial, de la gente mapuche.

En uno de los escritos que presentó para llevar adelante sus proyectos dijo: "En su trayectoria de 15 años La Andariega ha destinado la acción-servicio a actores de la educación formal y no formal, bibliotecarios, maestros y profesores, maestros rurales en zona de cordillera, a mujeres de una vecindad en las experiencias barriales, a religiosas insertas en villas de emergencia, a residentes de salud en villa y a voluntarios que se desempeñan en apoyo escolar como educadores populares y en los últimos años (ya contando con nuestros egresados en su desempeño como profesores en contextos en riesgo) con adolescentes de EGB y Polimodal."

Teresa era Profesora de Letras y dirigió durante muchos años un Centro Educativo de Nivel Secundario para adultos, al tiempo que desarrollaba su trabajo con la Andariega y se ocupaba de formar nuevos promotores y promotoras de la lectura en sus cursos del Instituto del Profesorado "Joaquín V. González". En el momento de su partida tenía 62 años, había enviudado muy joven y tenía dos hijas ya grandes. Había cursado la carrera de psicóloga social y también había participado del taller de juego de Hilda Cañeque.

Como dice Teresa de Ingeniis: "Yo fui alumna de Teresa en el Joaquín y participé un tiempo como Andariega (no estuve en el sur) y actualmente estoy trabajando como auxiliar en su cátedra de Metodología de la enseñanza.

"Mucho, mucho de lo que hago hoy en mis clases, lo aprendí de Teresa. Y con algunos compañeros de carrera y de trabajo solemos reconocer en las costumbres, en las palabras, en la selección de estrategias, las enseñanzas de Teresa... y decimos: 'esa actividad es Pagnottense'... en fin...”

Gabriela Herrera, otra de sus alumnas, también acerca su recuerdo: "Conocí a Teresa al poco tiempo de empezar el profesorado de Castellano y Literatura, es decir, cuando intentaba entender de qué se trataba eso de enseñar y aprender.

"Y con ella aprendí más de lo que me había propuesto. Aprendí acerca del conocimiento como transcurso, como barranco desde donde caer pero no para derrumbarme sino para inventar nuevos vuelos; que en ese abismo desfila la magia que a veces nos permite a los docentes alejarnos de las repeticiones. Aprendí que siempre sigo aprendiendo, y que hacerlo con otros trae alegrías y otras pasiones de lo más extraordinarias. Adivino su presencia en mis actos y en los haceres cotidianos de los otros andariegos. Por suerte, porfiadamente ella aparece, y lo celebro. Esto es más o menos lo que está en mi cabeza desde el día de su muerte. Yo fui alumna de ella en la cátedra de Metodología del Joaquín V. González. El día del velatorio hablábamos con otros compañeros y destacábamos la importancia del laburo de Teresa en la promoción de la lectura y en la formación de docentes. Y justamente nos sorprendíamos al ver cuánto de ella había no solo en nuestras clases sino en la visión de mundo, en lo que habíamos hecho o estábamos haciendo, en los puentes que habíamos tendido. Teresa era de esas personas que te definen, te obligan (no es esa la palabra, pero ahora no me sale otra) a tomar una decisión acerca de qué hacer con el laburo y con la vida (¿es que acaso son dos cosas distintas?) y cómo."

Su compañera de tantas aventuras librescas y vitales, Susana Aime, nos dice: "Fui compañera de Teresa en casi todo su estar en el Joaquín, la elegí como maestra y ella estará siempre en lo que soy y puedo ser... Teresa estaba profundamente interesada en cada persona que conocía y muy pocas veces se declaraba impotente frente al otro. En 2004 hicimos, con los practicantes del Joaquín, una jornada de lectura y escritura en el Cens 20, los libros elegidos para el taller nos habían sido dados en comodato por la Municipalidad, todos eran relatos mitológicos. Teresa estaba intentando 'llegar' a una alumna joven que había ingresado ese año y a la que nada de la cultura escolar interesaba. Esa mañana vimos cómo literalmente esa chica 'brillaba': leyó, escribió, estaba eufórica y escribió (en los famosos papelitos pagnotta) una de las más sentidas y conmovedoras devoluciones a los coordinadores que hayamos leído en años de hacer leer a chicos y grandes. ¡Teresa estaba feliz! Al rato me escribió este mail: 'Hoy encarnaron los titulares de los libros que siempre he leído, se hicieron letra viva El poder del mito, La necesidad del mito. La primera conversión es la mía. Hasta ayer pensaba cómo 'ignorar' por impotencia a esta chica y ella hoy gracias al monstruo minotauro pudo sacar 'la bella'. Las alumnitas del Joaquín se fueron sonrientes: santo y seña de haber encontrado el hilo. Gracias gracias gracias querida compa.'"

Agradecemos los testimonios de la gente que la conoció en la plenitud de su tarea, recordamos con ternura y admiración su entrega incansable a la difusión de la literatura infantil, y deseamos rendirle nuestro homenaje, desde las páginas de Imaginaria a una persona que hizo mejor el mundo en que vivimos.


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