Novelas que transforman: Stefano de Maria Teresa Andruetto
En estos días me he embarcado en una tarea pendiente, la lectura de un libro de Aidan Chambers: Booktalk. Ocasional writing on literature and children (1). Allí un artículo me ha hecho pensar vivamente en la novela Stefano (2), de María Teresa Andruetto, y me ha llevado a reescribir este artículo que preparé para un curso sobre literatura infantil y migración.
Se pregunta Chambers sobre el tema, ya muy debatido, de la función de la literatura, y aunque reclama para la infancia toda clase de libros, rescata del olvido algunos que por su supuesta complejidad, han dejado de ser muy recomendados, leídos e incluso editados. Y para ello Chambers habla de libros transformacionales (‘transformational books’) y los define como: "libros que enriquecen en algún grado nuestra imagen del mundo y su existencia (...) los libros transformacionales tienen múltiples niveles, múltiples temas, son lingüísticamente conscientes, densos".
Stefano es para mí sin ninguna duda, uno de estos libros transformacionales.
Y es por eso que me parece un libro no sólo genial sino también necesario. La inmigración es un tema central en nuestra sociedad hoy en día. Se podría afirmar que es un tema fundamental en el mundo pero mirado desde la sociedad española actual, es una de las cuestiones más importantes. Aquí, donde todavía las generaciones de inmigrantes son pocas como para estar generando su propia literatura. Aquí, donde parece que se nos ha olvidado que, no hace tanto tiempo, nosotros mismos emigrábamos a otros países y la realidad de los que ahora llegan a nuestros aeropuertos y costas era la de muchos que se marchaban de este país. Ahora que muchos parecen haberse olvidado de esos momentos y creen que Europa es un paraíso donde todos quieren vivir; no está demás recordar novelas como ésta que nos hablan de nuestro pasado migratorio. Y por todo eso, sería muy interesante que esta novela pudiera editarse también en España.
La temática de la migración abre, a mi entender una interesante línea de pensamiento, enfrenta a sus lectores con los conflictos de reconciliar lo propio y lo ajeno y por tanto pone de manifiesto ese diálogo que todos, inmigrantes o no, tenemos con la vida, en busca de nuestra propia identidad. En este sentido uno de los valores de la novela es que su lectura no nos deja impasibles sino que nos confronta con nuestro propio dilema, con nuestro propio diálogo entre lo propio y lo ajeno, entre lo conocido y lo nuevo, entre la infancia y la adultez.
Durante este análisis veremos como el diálogo es una cuestión central en esta novela de Andruetto, tanto en su temática como en su estructura.
El diálogo textual
Es precisamente el diálogo del que hablábamos algo central en esta obra, no sólo desde la temática, desde la historia, sino desde la estructura misma del texto. La novela formalmente deconstruída se conforma a partir de un diálogo entre dos narraciones que se interrelacionan. Es más, dos discursos diferentes, contados por dos narradores diferentes, son necesarios para contar esta historia.
El primer narrador que encontramos es un narrador omnisciente que cuenta la historia desde que Stefano parte de Italia hasta que conoce a su esposa, Ema, en la ciudad de Rosario (provincia de Santa Fe, Argentina). La narración es lineal: no hay ningún salto en el tiempo narrativo y el narrador parece descubrir la historia con nosotros.
El segundo narrador es Stefano. Él está al final de su viaje y le cuenta a Ema su historia. La narración de Stefano describe con más detalle su vida antes de su partida de Italia y no es lineal sino llena de saltos atrás en el tiempo que complementan, repiten y evocan ciertas escenas en particular.
Tipográficamente, el cambio entre narradores no está marcado en el texto. El lector tiene que deducir el cambio de narración a través de algunas claves como: la presencia del narratario, Ema, al que el narrador se dirige casi en cada párrafo; así como el cambio del narrador en tercera persona al narrador en primera, con una fuerte presencia del pronombre "yo".
Cada línea narrativa va dejando vacíos que la otra línea narrativa va completando. Por ejemplo, el lector va descubriendo detalles sobre el padre de Stefano en ambas narraciones. Primero Stefano dice casi al pasar que su padre ha muerto:
"Se llamaba Agnese, pero casi nadie la llamaba por su nombre.
Vestía de negro, de negro hasta las enaguas.
Desde que mi padre murió no hizo otra cosa que arrastrar ese carro."
Después la narración lineal nos da un poco más de información:
"Los dos quedaron en silencio, Remo pensando quizás en su padre y Stefano sin encontrar una huella del suyo, salvo la fotografía que lleva su madre entre la ropa. Es la foto de un hombre alto, vestido con el uniforme de los alpinos, pero está muy ajada y se le ha borrado el rostro."
Y la historia se completa en el relato de Stefano que vuelve sobre el tema:
"No conocí a mi padre, Ema.
Murió en el Piave, durante la guerra.
Dicen que el agua corrió encarnada de tanto llevarse la sangre de los soldados, también la de mi padre.
Cuando nací, ya había muerto.
Todo lo que recuerdo son esas canciones que hablan de hombres sangrando en el agua. Y mi madre que dice que ha muerto junto al Piave. Y una foto, la única que tenemos, que ella guarda bajo la blusa."
Diálogo y Lenguaje
El lenguaje es otra cuestión central en las migraciones. Para que el diálogo con la otra cultura sea posible, el idioma es una cuestión fundamental. Incluso en aquellas situaciones en que hay un idioma compartido, las diferencias de pronunciación, semánticas o sintácticas requieren de los inmigrantes un esfuerzo de adaptación, de negociación entre la lengua propia y la ajena. Muchas novelas sobre inmigración sitúan el tema de la lengua como un eje central, como un problema básico a resolver por los protagonistas.
En Stefano esto no es así. Muy pocas referencias se hacen al encuentro con el español y ninguna al aprendizaje de la lengua. Se podría pensar que en el momento en que se desarrolla la novela, con una gran inmigración italiana llegando a Buenos Aires, e incluso la similitud entre el español y el italiano hicieran que esta cuestión no fuera tan central y sin embargo creo que esta decisión tomada por Andruetto tiene consecuencias más allá de las anecdóticas.
Esta cuestión del lenguaje no me parece que deba entenderse como una debilidad del texto, o un descuido de construcción de la novela. Muy al contrario, me parece que con ello Andruetto pretende tomar una posición que podríamos calificar de ideológica. La autora está dando prioridad a construir aquí un narrador con una voz claramente argentina. El otro, el inmigrante, no se construye con una voz diferente, sino que desde el principio se construye como argentino. Aún no han llegado a su destino, para ya tienen la lengua, no son por tanto "ajenos" sino parte de lo "propio".
El diálogo en la historia
El diálogo con el otro: el otro sexo
Hasta aquí hemos visto que el diálogo es central en el texto mismo, pero también lo será en la historia. La búsqueda de una nueva identidad, la reconciliación de los dos mundos que le han tocado vivir, se centra en Stefano en la negociación con el otro sexo. La migración de Stefano no es sólo una de Italia a Argentina, sino que también es una migración interna: Buenos Aires, Montenievas, el circo y su establecimiento en Rosario. Una mujer diferente representa cada lugar y podríamos asegurar que la migración de Stefano se realiza a través de diferentes mujeres tanto como a través de distintos lugares.
Podríamos decir que la adolescencia tiene mucho de migración. Ese tiempo donde se emigra de la seguridad familiar a la independencia adulta. En este sentido la migración de Stefano es un viaje desde la infancia a la adultez donde la maduración sexual va a jugar un papel fundamental.
La primera mujer que encontramos en la narración es la madre, que representa Italia. La novela empieza desde su punto de vista mientras ve alejarse a su hijo de casa. La separación física de ella es entonces el primer paso simbólico para la aparición de otras mujeres.
"Ella preguntó: ¿Regresarás?
Y él contestó: En diez años.
Después, lo vio marcharse y no hizo un solo gesto. Distinguió, por sobre la distancia que los separaba, los tiradores derrumbados, el pelo de niño ingobernable, la compostura todavía de un pequeño. Sabía que correría riesgos, pero no dijo una palabra, la mirada detenida allá en la curva que le tragaba el hijo."
En un primer momento estas mujeres son sólo algo para mirar. La segunda mujer que aparece en la vida de Stefano es Gina que representa ese momento transitorio, ese comienzo del viaje. La mujer llena sus sueños pero el único encuentro posible es la masturbación.
"El agua se le cae a ella de la boca; él le seca la cara, el cuello, y ve sus tetas bajo la tela mojada.
Cuando se despierta mira hacia uno y otro lado: todos duermen. Entonces, mete la mano bajo la manta y se toca."
Y aunque parece aquí muy consciente de sus actos a la mañana siguiente no sabe que ha sucedido y le pregunta a su amigo Ugo que le contesta:
"—Sucede cuando soñás con las tetas de una mujer— agrega Ugo por lo bajo.
Stefano se pone colorado y teme que su amigo le haga una broma pero no dice nada."
La inocencia de Stefano se pone así de manifiesto.
Buenos Aires, el lugar de llegada, es donde se produce el encuentro con lo ajeno, la otra cultura, y también el otro sexo. En el hotel de inmigrantes hay algunas mujeres que "buscan en los hombres un poco de dinero". Una de esas mujeres se le ofrece, aunque no pueda pagarlo y la relación sexual aparece en el texto como algo que da miedo, todavía, que parece estar muy relacionado con la muerte.
"Stefano ha sentido menos miedo en medio del mar que frente a esta mujer que lo ahoga.
‘¿Que te pasa?’, pregunta ella y él la mira.
‘¿Es la primera vez?’, pregunta ella, y él dice que sí con la cabeza.
‘Dejame a mí’, dice ella, y le toma las manos y se las lleva bajo la falda.
‘Dejame a mí, repite, y el se abandona, empuñado por ella, la de la boca grande, la que no tiene nombre."
Esta relación entre sexo y muerte podría interpretarse como un símbolo de la pérdida de su inocencia, un paso más en su viaje hacia la madurez. Después, en una conversación con Pino, Stefano se ve a sí mismo como completo, casi terminado:
"En cambio yo —dice Stefano—, creo que ya lo hemos vivido todo."
La siguiente mujer que se cruza en su camino es Lina, la hija del dueño de la hacienda donde empieza a trabajar. El amor platónico que hay entre ellos hace que esta sensación de madurez, de seguridad perdure en Stefano
Sin embargo, la relación con otra mujer le hará entender que no es como cree, que no es un hombre con una identidad definida, y que su negociación se tendrá que seguir produciendo, quizás de por vida. Tersa, representa su vida en el circo y con ella Stefano vuelve a sentirse como un niño. Él ve que varios hombres visitan a Tersa durante la noche pero cuando pretende hacer lo mismo ella lo rechaza, "cuando seas grande" le dice como única esperanza. Finalmente ella accede, pero cree que es su primera vez, aunque él lo niega, y le trata todo el tiempo como si lo fuera. Un tiempo más tarde reconocerá sus avances en las artes amatorias: "¡Cuánto aprendiste!", pero ella nunca llega a tratarle como un hombre.
Es a través de estas relaciones con el otro sexo que una parte de la identidad de Stefano se va construyendo. Él se va formando en gran parte por la forma en que los otros le miran, y en este sentido, durante su relación con Tersa, él es todavía un niño. Es importante que la única mujer que lo reconoce como un hombre es Ema, su esposa. Este personaje al que conocemos sólo como el narratario de la narración de Stefano, y que permanece silencioso a través de toda la historia, sólo pronuncia una frase, la última de la novela. Stefano ha llamado a la puerta. Ema va a abrir y su madre, Chiara, le pregunta quién ha llamado, entonces ella contesta: "No lo sé, un hombre".
El diálogo con nosotros mismos
Por último cabría señalar que el diálogo no sólo está presente en el texto y no sólo es un diálogo con el otro sino también es un diálogo consigo mismo. Aunque en su narración la presencia del narratario es clara, no hay un diálogo sino un monólogo del que Ema es su único público. La identidad (entendida como lo expresa Madam Sarup (3): "la historia que contamos sobre nosotros y que es también la historia que otros cuentan sobre nosotros") parece haber llegado a un punto final y definitorio expresado en las últimas palabras de Stefano. El relato de su propia historia parece hacerle entender las palabras de su madre, y de la comprensión llega un alivio de esa culpa que le persigue a lo largo del texto.
"Ahora que tendremos un hijo y repasamos la vida para seguirla juntos, comprendo a mi madre, sus palabras.
Todo el camino me siguió diciendo lo que allá decía, golpeándome la memoria como el agua...
Siempre la soñaba lejos, parada en la puerta de nuestra casa, con la mano en alto; pero anoche, Ema, ¿lo creerás?, soñé que llegaba hasta nosotros y me abrazaba."
Y sin embargo el lector sabe, porque Stefano se lo ha dicho, que él no es un narrador completamente fiable:
"A veces pienso que no es verdad lo que ha pasado; que de todo lo que ha pasado, nada es verdad.
Que sos vos la que decía: No te vayas.
Que sos vos, Ema, y no mi madre.
Otras veces pienso que el deseo de venir a América, mi madre, tu madre, el viaje a Montenievas y ese circo donde estuve, han existido solo para que te encontrara...
Y a veces pienso que todo lo que pienso, es la misma cosa."
La identidad, el sentido de la vida se muestran en este párrafo como algo inalcanzable, como una continua búsqueda. Por tanto aunque en el último párrafo de la novela parezca que él ha alcanzado alguna meta, los lectores presentimos que no es así.
Y quizás sea esa una de las más valiosas ideas que nos acompañan en la lectura de este texto, uno de los mensajes que quizás lleguen y transformen a sus futuros lectores, que la identidad no es más que una negociación continua entre lo propio y lo ajeno dentro y fuera de nosotros mismos.
Notas
(1) Chambers, Aidan. Booktalk. Ocasional writing on literature and children. Woodchester, Thimble Press, 1985.
(2) Andruetto, María Teresa. Stefano. Buenos Aires, Sudamericana, 2004. Colección La pluma del gato / Juvenil. Existe edición anterior en la misma editorial (Colección Sudamericana Joven, 1997).
En Imaginaria publicamos un comentario de Sandra Comino sobre este libro.
(3) Sarup, Madam. "Home and Identity". En: Ribertsn et al. (ed.). Traveller´s tales: Narratives of displacement. London, Routledge, 1994.
Estrella Escriña Marti (estrellaescrina@tandem01
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