Poesías de Chamario
Libro de rimas para niños de Eduardo Polo
con ilustraciones de Arnal Ballester
"La poesía cruza la tierra sola,
apoya su voz en el dolor del mundo
y nada pide
ni siquiera palabras."
(...) "Llega de lejos y sin hora, nunca avisa;
tiene la llave de la puerta.
Al entrar siempre se detiene a mirarnos.
Después abre su mano y nos entrega
una flor o un guijarro, algo secreto,
pero tan intenso que el corazón palpita
demasiado veloz.
Y despertamos."
Eugenio Montejo
Eduardo Polo es uno de los múltiples seudónimos del poeta venezolano Eugenio Montejo (Caracas, 1938), autor de varios libros de poesías Élegos (1967), Muerte y memoria (1972), Algunas palabras (1977), Terredad (1978), Trópico absoluto (1982), Alfabeto del mundo (1986), Adiós al siglo XX (1997), Partitura de cigarra (1999) y Papiros Amorosos (2002), colecciones de ensayos La ventana oblicua (1974) y El taller blanco (1983) y, además, de un volumen de escritura apócrifa o heteronímica o bien, como él mismo prefiere nombrarla, de "escritura oblicua": El cuaderno de Blas Coll (1981), otro de sus alter ego.
Cuando se le pregunta qué es la poesía, Montejo explica: "La definición que damos de la poesía suele cambiar a lo largo de los años. Y esos cambios tal vez subrayen nuestra incertidumbre ante lo que es por esencia indefinible. Hoy tiendo a decir, quizá privilegiando su rasgo de diálogo con el enigma, que se trata de un melodioso ajedrez que jugamos con Dios en solitario. Me doy cuenta ahora, sin embargo, de que en el juego de ajedrez se procura a toda costa ser ganador. En este otro ajedrez que menciono nada se desea ganar ni perder, y tal vez por ello resulte tan atractivo." (de la entrevista con la escritora y periodista María Alejandra Gutiérrez, en Literaturas.com.
Eugenio Montejo, a través de Eduardo Polo, nos brinda en Chamario, una delicada muestra de su poesía para los más pequeños, acompañada por admirables ilustraciones del catalán Arnal Ballester (Barcelona, 1955). El libro fue publicado por Ekaré de Venezuela en su colección "Rimas y Adivinanzas", en una edición impecable a cargo de Elena Iribarren, con dirección de Arte de Irene Savino.
Por gentileza y autorización de Ediciones Ekaré, reproducimos el "Prefacio" de Eugenio Montejo y tres poesías con sus respectivas ilustraciones.
Roberto Sotelo
Chamario
Prefacio
por Eugenio Montejo
En un pequeño pueblo de pescadores llamado Puerto Malo, un pueblo de pocas calles y muchos barcos, vivió a principios del siglo XX un viejo tipógrafo, de aspecto menudo y algo estrafalario, cuyo breve nombre era Blas Coll. Al igual que todas las casas que se encontraban en aquel pueblo, la suya tenía las paredes pintadas de blanco de cal cruda y azul añil. En esa misma casa quedaba también su tipografía. En ella, además de las escasas máquinas de su taller, podían verse algunos estantes con cachivaches y un grabado con la figura de Simón Rodríguez. Había también unos largos mesones llenos de libros y papeles, junto a los cuales se reunían los pocos empleados, así como los amigos y discípulos de Blas Coll, es decir, los famosos colígrafos, como después fueron concidos.
Eduardo Polo, el autor de este libro, fue uno de los colígrafos más renombrados. Como casi todos los miembros de ese extraño grupo, era un escritor, un poeta notable, a quien sus amigos apodaban "el mago", debido a los ritmos y maravillosos efectos que lograba en sus poemas. Un buen día se alejó para siempre de Puerto Malo para dedicarse a la música y a la arquelogía marina en otro país del Caribe.
Sus amigos referían con pesar que antes de ausentarse destruyó todos sus escritos. Hay quienes aseguran, además, que tal como hizo una vez un antiguo poeta chino, arrojó al agua, desde un bote, los restos de sus cuadernos y recortes, y después afirmó satisfecho: "ahora todos mis poemas están en el mar..."
De su celebrada obra, sin embargo, no todo se ha perdido, pues afortunadamente pudo salvarse esta colección de rimas para niños a la que puso el título de Chamario. Y si se salvó fue porque éste fue uno de los pocos libros que editó el viejo Blas Coll en su tipografía.
Eduardo Polo solía decir que en nuestra lengua, por desgracia, la creación destinada a los menores resulta menos importante que la que podemos leer en otras literaturas. "Todavía no comprendemos que escribir para los niños es algo perfectamente serio", escribió una vez en La Gaceta de Puerto Malo, que era el periódico del pueblo. En el mismo artículo aseguraba que cada una de estas rimas las había compuesto como un juguete verbal, tratando de reproducir el placer que encuentran los muchachos al cambiar y trastocar la forma de las palabras para producir nuevas combinaciones en las voces de todos los días.
Del mago de los colígrafos sólo vino a quedar, pues, este pequeño manojo de versos que él compuso como regalo para los hijos de los pescadores de aquella aldea. Se sabe, además, que también les puso música a algunas de sus rimas, pues muchas veces lo escucharon cantarlas acompañándose al piano.
La palabra Chamario, que Eduardo Polo usó como título de su libro, deriva de chamo, que es la forma como cariñosamente se llama al niño en Venezuela. En la época en que él escribió este libro, esa palabra todavía no figuraba en el Diccionario de la Real Academia Española. Felizmente ha sido incorporada hace pocos años. Del libro completo que fue impreso por el viejo Blas Coll, se reproduce aquí un conjunto significativo de sus composiciones.
Polo siempre tuvo fama de afortunado por la suerte que en todas partes lo acompañaba. Tal vez esta buena suerte contribuyó también a que la gente lo llamara mago. Creo que sigue teniendo mucha suerte todavía, y de ello da prueba esta edición ilustrada de su libro que amorosamente ha preparado Elena Iribarren. Durante años, esta amiga de Polo revisó letra a letra y palabra a palabra cada una de sus rimas y dispuso la orquestación general de la obra. No menos cabe decir del riguroso trabajo de Arnal Ballester, viejo amigo del mar y de los colígrafos. En nombre del mago de Puerto Malo me complace manifestarles nuestro agradecimiento infinito.
A lo largo de nuestra amada geografía, con una vivacidad tal vez mayor que en otras tierras, conviven varios millones de chamitos. Dondequiera que vamos nos salen al paso, como pájaros, con sus ojos despiertos y su natural inquietud ante el porvenir. También nosotros, los adultos de cualquier edad, llevamos de la mano al niño que fuimos, el que nos guarda el tesoro de la infancia, ese prodigio al que siempre tratamos de volver. Todas nuestras infancias, las de ellos y las de nosotros, dialogan frente al espejo del misterio. En la mágica cartilla de sus rimas quiso Eduardo Polo celebrar unas y otras, mediante juegos de lenguaje capaces de proponer a sus jóvenes lectores algunas líneas que los hagan soñar o sonreír. Vaya, pues, a los niños esta nueva edición de su Chamario, con el deseo de que alguna de sus páginas consiga hacerles más felices las horas en estos días en que despunta un nuevo milenio.
Poesías
por Eduardo Polo
La bicicleta
La bici sigue la cleta
por una ave siempre nida
y una trom suena su peta...
¡Qué canción tan perseguida!
El ferro sigue el carril
por el alti casi plano,
como el pere sigue al jil
y el otoño a su verano.
Detrás del hori va el zonte,
detrás del ele va el fante,
corren juntos por el monte
y a veces más adelante.
Allá se va el corazón
en aero plano plano
y con él va la canción
escrita en caste muy llano.
Cuando yo sea
Cuando yo sea grillo
cantando a la luna,
si oyes mi organillo,
dame una aceituna.
Cuando hormiga sea
cargando un gran peso,
que al menos te vea
a la luz de un beso.
Cuando sea ciempiés
con mis cien botines,
deja que una vez
cruce tus jardines.
Cuando no sea nada
sino sombra y humo,
guárdame en tu almohada
que yo la perfumo.
Tontería
Un niño tonto y retonto
sobre un gran árbol se monto.
Con su pelo largo y rubio
hasta la copa se subio.
Se creyó un pájaro solo
que iba a volar y no volo.
De la altura, en un desmayo,
el pobre niño se cayo.
La madre sufrió un martirio,
cuando vio que su hijo se hirio.
La casa era un manicomio
porque aquel niño no comio.
Y aunque frunció el entrecejo,
el pobre nunca se quejo.
A pesar de que era recio,
el rostro se le entristecio.
Con un poco de yoduro
una enfermera lo curo.
Y después de un mes temprano
su cuerpo al final se sano.
Creció feliz y muy gordo
y nunca más lo recordo.
Las poesías y las ilustraciones fueron extraídas, con autorización de los editores del libro Chamario (Caracas, Ediciones Ekaré, 2004. Colección Rimas y Adivinanzas), de Eduardo Polo.
Imaginaria agradece a María Francisca Mayobre y Beatriz Soto, de Ediciones Ekaré, las facilidades proporcionadas para esta publicación.
Arnal Ballester (Barcelona, 1955) es ilustrador. Cursó estudios de arte en l'Escola Massana y en la Escola d' Arts Applicades i Oficis Artístics, de Barcelona. Es licenciado en Historia por la Universidad Autónoma de Barcelona. Actualmente también es profesor de ilustración en l'Escola Massana de Barcelona.
Su actividad profesional se inició en la prensa gráfica de humor a principios de la década de los 70 ( revistas El Papus y Por Favor entre 1972 y 1976) y ha abarcado:
Ilustración de prensa
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Diarios: Mundo Diario (1976), Diari de Barcelona (1987), El Periódico (1987), La Vanguardia (1991-1992), El Mundo (1999-2000) y El País (1999-2000).
Revistas: Ser Padres hoy (1993-1996), Integral (1995-1997), Man (1998), Península (1999), Altair (1999-2000) e ICON (2000).
Ilustración editorial
De 1987 a 1998 fue su campo de trabajo principal. Ha publicado más de 50 títulos ilustrados, entre los que destaca la serie "Los artísticos casos de Fricandó" (Barcelona, Ediciones Destino, 1992-1996): La boca risueña, Una dulce mirada, Las dos manchas y La sombra negra, libros destinados a aproximar el arte contemporáneo a los niños, y el libro de narración en imágenes No tinc paraules (Valencia, Editorial Media Vaca, 1998). Por los primeros obtuvo el Premio Nacional del Ministerio de Cultura a las mejores ilustraciones de libros infantiles y juveniles (1993), el Illustrators of the Year Award de la Fiera del Libro per Ragazzi-UNICEF (1994) y el Premio de la Crítica Serra d'Or (1995). Es el autor de las ilustraciones del libro Base y el Generador misterioso (Una aventura digital), de José Antonio Millán (Madrid, Ediciones Siruela, 2002). Ha realizado también portadas de libros para Ediciones Destino, RBA y Edicions 62.
Cartelismo
Dentro del ámbito publicitario institucional ha realizado numerosos carteles, destacando "Igualdad para vivir..." (SOS-Racismo 1992), Festival de Jazz de Ciutat Vella-Barcelona (ediciones de 1992 y 1993), 24 edición del Festival de Cine de Huesca (1998), la campaña de promoción teatral del Ayuntamiento de Paris Venez a deux (2000) y la campaña La pau en acció de la Feria de Entidades del Ayuntamiento de Barcelona (2000).
Exposiciones
Ha participado en diversas muestras colectivas de ilustración como:
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Madrid-Barcelona. Ilustradores (FAD), ediciones de 1992,1993,1994.
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Mostra degli ilustratori; selección oficial FLRB, Bolonia, 1993 y 1995.
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Bolonia Illustrations; Iyabashi Art Museum, Tokyo, 1994 y 1996.
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Inéditos de Autor...; Galería Maeght, Barcelona, 1995.
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The secret Garden; Bolonia, 1996.
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A todo color; itinerante, Ministerio de Cultura, 1996-1999.
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Vista Cansada; individual, Barcelona, Galería Urania, 1998, y Huesca, en el marco de las Segundas Jornadas de Diseño, 1998.
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He perdido mi sombra, historietas e ilustraciones de Arnal Ballester, Calpurnio y Raul; Sevilla y Cádiz, primavera de 2000.
Información extraída de la página web personal del escritor José Antonio Millán (http://jamillan.com).
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