Los pingüinos de Mr. Popper
Richard
y Florence Atwater
Ilustraciones de Robert Lawson.
Traducción de Anne-Hélène Suárez Girard.
Madrid, Siruela, 2002. Colección Las tres edades.
(Reseña extraída, con autorización de su autor y los editores, de la revista Peonza, N° 62; Santander, octubre de 2002.)
Resulta refrescante redescubrir clásicos de la literatura infantil no conocidos por estos lares. Clásicos norteamericanos como Los pingüinos de Mr. Popper, una pequeña novela editada en 1938, premio Newbery, y que desde entonces ha encandilado a millones de lectores.
En una pequeña y apacible ciudad del interior de los Estados Unidos, de nombre Stillwater, vive un curioso pintor y decorador enamorado de los animales. Su afición le lleva a contactar con un almirante de expedición a la Antártida que le hace llegar un pingüino en un paquete postal. Desde entonces su vida cambiará, revolucionando a su casa (desde entonces a disposición de estas aves amantes del fío), a su familia y a su pueblo. Mr. Popper, que así se llama el receptor del pingüino, acaba descubriendo una enfermedad en su ejemplar que soluciona juntándole a otra pingüina con la que acaban formando familia. Tanto Pingüino, casi arruina a la familia Popper, pero todo problema tiene su solución y los pingüinos de Mr. Popper empiezan a recorrer como atracción todas las grandes ciudades norteamericanas. Los pingüinos no pueden vivir tanto ajetreo y tras varios episodios llenos de divertidas anécdotas acaban volviendo a su medio natural.
Un libro que gusta por su sencillez narrativa a la que ayudan unas expresivas ilustraciones que retratan a pingüinos en todas formas y maneras.
Divertido y ocurrente, sin pretenderlo es un pequeño alegato a favor de la protección de animales. Un inesperado descubrimiento.
Recomendado a partir de los 9 años.
Javier Flor Rebanal
Javier Flor Rebanal es psicólogo y coordinador de la revista de literatura infantil Peonza, de Cantabria (España).
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