LECTURAS
| 3 de septiembre de 2003
Laura Devetach |
Borradores y monigotes
por Laura Devetach
La Facultad de Humanidades y Ciencias de la Universidad Nacional del Litoral organiza el Primer Encuentro sobre Literatura para niños y jóvenes (el lugar de la literatura para niños y jóvenes en la recomposición del entramado social), que se realizará en la ciudad de Santa Fe el 12 y 13 de setiembre de 2003 (ya anunciado en Imaginaria).
A propósito del evento, la escritora Laura Devetach preparó el texto "Borradores y monigotes" que se publicó en el diario El Litoral. Por gentileza de su autora, lo reproducimos a continuación.
Creo que en todo el país estamos con Santa Fe en el plexo solar. Pienso que Monigote en la arena, mi cuento, nació de los despreocupados trazos de los chicos ribereños del Paraná, cuando jugábamos, con inundación o no, a porfiar con el río dibujando en la arena una y otra vez. Pienso también, de porfiada nomás, que los monigotes están ahí a pesar de que el agua les quite su espacio. Deseo que podamos hacerlos emerger con tozudez y paciencia, con la integración de pequeños actos cotidianos, exigiendo con fuerza organización, honestidad y eficacia en quienes tienen responsabilidades concretas.
Pensé también que al decir borrador me estoy refiriendo en realidad a lo que en escritura se llama original. Aquel papel escrito que queda como origen de un texto que luego se hará público.
Pensé en mi escuela primaria de los años 40, donde teníamos cuadernos borradores que luego había que "pasar en limpio". Ambos tenían características muy distintas: orejas, amasijo y mayor blandura, dibujitos al margen (aunque censurados), papelitos secretos adentro del forro, el uno. Limpieza, portada con letra gótica, remiendos con borratinta que olía a lavandina, cierta sacralidad que quitaba el sueño, el otro.
Pero amé siempre el borrador, guardián de mis originales, y a cuenta de esto viene el comentario inicial sobre los monigotes de Santa Fe.
La inundación me sonó al llamado "Proceso de Reorganización Nacional" que padecimos los argentinos. Muchos de nosotros debimos reconstruir originales, porque se habían perdido o nos los habían robado. Muchos simplemente desaparecieron. Pero algo nos movimos para volver a obtenerlos. Perdimos vidas y tantas cosas. Sin embargo el trabajo de hormiga se hizo sentir recuperando identidades, personas, fuerzas y tanto más.
La historia es muy larga y la vida humana demasiado corta para evaluar estas proezas frente a la adversidad. Creo que cuando la gente escribe en el suelo, cuando se expresa en borradores de cualquier clase, deja marcas que no desaparecen del territorio. Que las marcas tardan en volver a verse, por eso de la corta vida, pero que las llevamos adentro. Nada que haya llegado a la trabajosa, jubilosa, conciencia de ser borrador se pierde para siempre.
Por eso digo que los monigotes de Santa Fe están ahí aunque el agua les haya quitado su espacio. Que toda idea, toda obra, que haya llegado a borrador puede ser reconstruida y hasta puede salir mejor. Y que la historia se hace entre mucha gente y muchas generaciones.
Pronto en Santa Fe, en la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional del Litoral se hará un encuentro sobre Literatura para niños y jóvenes. Se tratará sobre el lugar de la Literatura en la recomposición del entramado social. Florecerá también una nueva colección de libros para niños, de autores de esta provincia, que prepara la Universidad del Litoral. Se llama Diente de león, como esa planta simple, alimenticia y curativa que mucha gente recogía después de la lluvia. Yo también las recogí, al trote detrás de mi padre, en la ciudad de Reconquista.
Es un buen augurio que después de la inundación se realice un Encuentro de Literatura con tan buenos propósitos. Y que salgan dientes de león en Santa Fe, con sus flores de sol, sus panaderos. Suena a que llegó la hora de ir pasando en limpio, de construir otra historia sacando nuestras mejores capacidades para ejercernos como ciudadanos. Sólo así, haciendo uso de nuestras mejores partes, podremos exigir también lo mejor y lo justo de quienes tienen la responsabilidad directa de administrar esta reconstrucción. Un ejercicio de la libertad tan auténtico como el de dibujar monigotes en la arena.
(Imaginaria agradece a Isabel Molinas, de la Universidad Nacional del Litoral, las facilidades proporcionadas para la publicación de este texto.)
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