Juegos de ilusión en "Mal día en Río Seco"(1)
por Cecilia Bajour y Marcela Carranza
Portada del libro "Mal día en Río Seco", de Chris van Allsburg. (Los pequeños fragmentos de página que se reproucen más abajo sólo pretenden ilustrar el artículo, sin abarcar dibujos completos.) |
Ahora está soñando. ¿Con quién sueña? ¿Lo sabes?
Nadie lo sabe.
Sueña contigo. Y si dejara de soñar, ¿qué sería de ti?
No lo sé.
Desaparecerías. Eres una figura de su sueño. Si se despertara ese Rey te apagarías
como una vela.
Lewis Carroll (2)
La lectura de Mal día en Río Seco nos hace pensar en los vínculos entre los comportamientos lectores y algunos senderos de la geografía.
Caminos sinuosos y arenas movedizas: como los que surgen cuando se toca el límite entre la simplicidad frecuentemente demandada por los adultos a la literatura infantil (territorios seguros) y la complejidad de revelar algunos resortes de la ficción.
Nuestro itinerario, el mapa que hemos tramado, intenta recorrer y descubrir los juegos de ilusión que la narración verbal y la ilustración preparan al lector de Mal día en Río Seco; aquellas "trampas" que lo hacen acomodarse en un género, sentarse entre almohadones y dejarse llevar por un camino sencillo, seguro y conocido, para luego sacudir tales almohadones (y el sillón también) haciéndole desconfiar de las certezas de la ficción, de la autoridad del narrador... llevándolo por caminos inciertos y complejos.
Quién sabe
Fragmento de una de las primeras páginas |
Quien haya leído Jumanji, Los misterios del Sr. Burdick, El higo más dulce (3), entre otros libros de Chris Van Allsburg, al tomar en sus manos Mal día en Río Seco protagoniza un encuentro sorprendente. Ya desde la tapa puede descubrir que el estilo hiperrealista en tonos sepias o en blanco y negro que caracterizaba las ilustraciones del autor en aquellos libros ha sido dejado de lado, y en lugar de las imágenes con luces y sombras de apariencia tridimensional, encontramos un dibujo que nos remite a la historieta clásica. Figuras en pluma sólo delineadas en su contorno.
Un narrador aparentemente imparcial, tras describir sucintamente cómo es Río Seco, cuenta que nadie había venido ni se había ido jamás de allí. El lector concede su confianza al narrador y queda involucrado en el previsible universo del "Far West"; pero al poco tiempo la narración relata extraños acontecimientos: una luz brillante en el cielo del Oeste, gruesas tiras de una especie de lodo brillante y grasoso cubren los caballos de la diligencia sin cochero detenida por primera vez en Río Seco.
"Gruesas tiras de una especie de lodo brillante y grasoso" |
En esta descripción del hecho inaudito el lector puede ver defraudadas por primera vez sus hipótesis de lectura. Se produce un quiebre en el orden del género: el suceso, la aparición de raras tiras, no coincide con las expectativas planteadas por el "western", con los conflictos esperables y conocidos para el lector: invasión de indios, robos de diligencias y bancos, guerras entre bandas de forajidos, etc...
Para el narrador, así como para los personajes, lo sucedido es inexplicable, lo más extraño que hubieran visto nunca. No existe ley o paradigma en el mundo de Río Seco al que pueda remitirse ese extraño suceso. Los elementos perturbadores, la irrupción de una luz brillante y cegadora que congela todo lo que toca y la aparición de las manchas grasosas, provocan en el texto el cruce de dos géneros disímiles: el fantástico con el "western".
Pero ¿qué sucede con el lector?. Experiencias de lectura tanto con chicos como con adultos, ante la aparición de las rayas de colores en la imagen, nos han permitido observar cómo los lectores elaboran una primera explicación externa a la historia e incluso al libro mismo. La pregunta frecuente es: "quién rayó el libro". Las rayas de colores no condicen con la historia de vaqueros, ni tampoco son las adecuadas para la ilustración de un libro. Luego de descartada la hipótesis del garabato externo, las tiras son incorporadas a la historia. El relato del narrador, aparentemente omnisciente atrapa nuevamente al lector. Las gruesas tiras de lodo brillante vuelven a ser inexplicables. El lector se deja llevar por la narración, por el suspenso que plantea la trama, a la espera de ver qué sucede, cómo resolverán el extraño enigma los cowboys de Río Seco.
Sigamos con la historia. El alguacil obediente con los mandatos del "western", y como prototipo del héroe decide encabezar la lucha contra el mal. En esta búsqueda se encuentra con "el enemigo"; atrapados en la lógica de su mundo, los intrépidos vaqueros están seguros de que ese larguirucho era el causante de todas sus desgracias.
"Era alto como un álamo y flaco como un palo de escoba." |
El encuentro con el hombre flaco como un palo de escoba, hecho de la misma sustancia grasosa que cubre el paisaje, es el momento culminante para el alguacil y su gente.
También parece ser el momento culminante para quienes leen. A menudo esta página despierta la risa de los lectores, señal de que han descubierto el juego o parte de él. La aparición del vaquero-monigote dibujado con las mismas ceras que el resto de los garabatos que cubren los dibujos vuelve a activar intensamente las sospechas de que algo fuera del mundo relatado está contaminando la historia. Cuando los vaqueros deciden acabar con su enemigo, se produce la primera revelación explícita del cruce de mundos antes sospechado por el lector. La ilustración muestra en el ángulo inferior derecho una mano infantil en tamaño real con el estilo hiperrealista habitual de Van Allsburg que colorea con un crayón la figura congelada del alguacil y sus ayudantes. La irrupción de un nuevo plano de realidad se confirma en la ilustración independientemente del texto verbal.
Un niño o niña, de espaldas al lector, pinta las figuras de Río Seco. |
A continuación una imagen a doble página, desde una perspectiva aérea, representa a un niño o niña (ahora en pleno "estilo Van Allsburg" aunque más colorido) que, inclinado sobre una mesa, de espaldas al lector, pinta las figuras de Río Seco. Junto al libro se ven dibujos infantiles, entre ellos del monigote vaquero. No hay aquí ningún texto que acompañe a la imagen. El mundo de la historia que veníamos leyendo está suspendido ("congelado por una luz brillante" diría el narrador). Un nuevo mundo que explica las anormalidades producidas en el anterior aparece ante nuestros ojos. El efecto paradójico de puesta en abismo está teniendo lugar: el lector sostiene en sus manos un libro abierto (un libro-álbum) en una página donde un niño dibuja sobre otro libro abierto (un libro para colorear).
La gradación de planos de realidad está representada por los diferentes estilos pictóricos: el clásico dibujo de contorno, páginas atrás único mundo manifiesto en el libro (ahora ficción del libro para colorear) aparece dentro de un mundo "más real": el del niño/a en el estilo hiperrealista.
Llegamos al final, la figura infantil de espaldas parece retirarse del cuarto con una pelota bajo el brazo. Tras de sí ha dejado cerrado el "coloring book" llamado "Cowboy" sobre la mesa. El libro es ahora un objeto más entre otros objetos que pueblan la habitación del niño/a.
Un breve texto cierra el relato: Y entonces la luz se apagó. Palabras que recuerdan que bajo la tapa del libro para colorear late la historia de Río Seco. Esta última frase del narrador, ajena al niño/a que ha intervenido sin saberlo en la vida de los personajes coloreados, es destinada al lector, único participante de la comprensión de ambos mundos.
Más allá de la ficción. Más allá de lo real
Como ya hemos visto, la lectura de Mal día en Río Seco, guiada por un narrador convencional, se adecua en sus inicios a un género tradicional y previsible: el "western". La ilustración responde a otro clásico: los libros para colorear (en una aproximación al cómic tradicional). El lector no espera encontrarse con sorpresas y sin embargo el acontecimiento de las marcas grasosas lo desorienta desde las primeras páginas. La confianza en el narrador persiste por parte del lector y el acontecimiento extraño irrumpe en la historia del "western" siguiendo la perspectiva de los "cowboys" de Río Seco. Sólo queda entonces esperar la resolución del enigma por parte de los protagonistas. Pero éste nunca llega a resolverse dentro del mundo de Río Seco, ni en la voz narrativa.
La información brindada por la ilustración permite remitir los acontecimientos más allá de lo narrado en el código verbal. La sospecha se confirma: el lector se distancia cognoscitivamente de aquella voz que enuncia según las limitaciones del mundo representado. La contradicción entre esta narración limitada y las posibilidades del lector de realizar una interpretación diferente, provoca la ruptura del encantamiento del narrador tradicional. El lector, gracias a la información brindada por la ilustración, sabe más que la voz enunciadora.
La originalidad y complejidad interpretativa del libro de Van Allsburg deviene del juego entre dos planos de representación de lo "real". Podemos decir que hay dos "realidades" o mundos representados en el libro. Uno, es el universo de Río Seco, el de sus personajes y del narrador; el otro, es el mundo del niño/a que colorea el libro en su habitación, tan sólo descripto por la imagen. Si nos guiamos por la ilustración, este segundo mundo parece tener mayor aproximación al nuestro (el mundo "real" de referencia (4)) que el primero, tan sólo delineado en sus contornos y acorde a las convenciones del "western" y el libro para colorear. Sin embargo sabemos que se trata tan sólo de un juego de ilusión, ambos mundos pertenecen a un mismo plano, el de la representación y la ficción (5).
En otros de sus libros, como El expreso polar (6) o Jumanji, Chris Van Allsburg parece insistir en afirmar la realidad de los mundos imaginarios. En ellos, el universo de los sueños es tanto o más real que cualquier otro.
En Mal día en Río Seco el lector puede constatar una gradación en los planos de representación de la realidad; asistir al planteamiento artístico y filosófico de que puede haber un mundo adentro de otro, y que si bien unos parecen más reales que otros, todo deriva del ángulo, la perspectiva, el estilo con que se los represente o mire (7). Realidad y ficción se relativizan. Y hay algo más: esos mundos superpuestos, inclusivos, se desconocen mutuamente. Los habitantes de Río Seco y el narrador mismo, nunca podrán explicarse la causa de esas manchas que revelan aquel otro mundo que los abarca (mostrado tan sólo para el lector en la ilustración). Tampoco el personaje infantil que pinta a espaldas del lector y que lo ignora, sabrá que dentro de ese libro que colorea suceden cosas, y que su hacer causa no pocas perturbaciones a los habitantes de Río Seco. Tan sólo el lector participa de ambos mundos y puede comprender el juego.
Pero el juego de realidades en abismo continúa porque sabemos que más allá de la representación hiperrealista del niño/a estamos nosotros, los lectores que sostenemos en nuestras manos un libro-álbum de Chris Van Allsburg. ¿Qué sucedería si la cadena de representaciones continúa? ¿Podemos entonces imaginarnos, como tantos escritores de la literatura universal, que somos parte de un sueño, o quizás de un libro para colorear en manos de algún pequeño lector más allá de nuestro mundo?.
Notas
(1) Mal día en Río Seco de Chris Van Allsburg. Ilustraciones del autor. Traducción de Diana Luz Sánchez. México, Editorial Fondo de Cultura Económica, 2000; colección Los especiales de A la orilla del viento.
(2) Lewis Carrol. Through the Looking-Glass (1871).
(3) Jumanji (1995), Los misterios del Sr. Burdick (1996), El higo más dulce (1995). Todos estos títulos fueron editados por el Fondo de Cultura Económica, en la colección Los especiales de A la orilla del viento.
(4) "Dentro del marco de un enfoque constructivista de los mundos posibles también el llamado mundo "real" de referencia debe considerarse como una construcción cultural. (...) Estas observaciones no tienden a eliminar de manera idealista el mundo "real" afirmando que la realidad es una construcción cultural (aunque, sin duda, nuestro modo de describir la realidad sí lo es)..." Eco, Umberto. "La construcción del mundo de referencia", en Lector in fábula, pag. 186 (Barcelona, Editorial Lumen, 1993).
(5) E incluso a un mismo libro de literatura infantil.
(6) El Expreso Polar. Caracas, Ediciones Ekaré, 1988. Colección Libros de Todo el Mundo.
(7) En la contratapa de Mal día en Río Seco hallamos la fotografía del autor con una pequeña, que suponemos es Sophia, la "vaquerita" que se menciona en la dedicatoria del libro. Ambos están pintando las imágenes de Río Seco y la pequeña lleva puesto el mismo sombrero rojo de la imagen infantil en el libro. Podemos considerar, según nuestra hipótesis de lectura, a esta fotografía como un nuevo plano de representación del "mundo real". (La foto se puede ver aquí.)
Cecilia Bajour (cecibajour@infovia.com.ar) es Profesora en Letras. Se desempeña como docente en la Escuela de Capacitación (CePA), de la Secretaría de Educación del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Es miembro del equipo de coordinación académica del Postítulo de Literatura Infantil y Juvenil, y coordina la Cátedra Abierta "Nuevas miradas sobre la literatura infantil y juvenil contemporánea", ambas instancias organizadas por CePA. Participó como expositora en Jornadas y Congresos de la especialidad y coordina de talleres literarios infantiles y de adultos: Asociación La Nube "La calle de la lupa y el Ratón"; Trabajo cultural en barrios de la Ciudad de Buenos Aires; Programa "Filo y los pibes" de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Buenos Aires; Centro Cultural Borges; Centro Cultural La Salamandra.
Marcela Carranza es maestra y Licenciada en Letras Modernas de la Universidad Nacional de Córdoba (Argentina). Como miembro de CEDILIJ (Centro de Difusión e Investigación de Literatura Infantil y Juvenil) participó en el programa de bibliotecas ambulantes "Bibliotecas a los Cuatro Vientos" y en el equipo Interdisciplinario de Evaluación y Selección de Libros. Actualmente se desempeña como docente de literatura infantil en la Escuela de Capacitación (CePA) del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.
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