El Mago de Oz
L. Frank Baum
Traducción de Marcial Souto.
Madrid, Maeva Ediciones, 2002. Colección Libros de Oz.
Las sesiones de lectura se están haciendo cada vez más largas. Mi hijo, que está por cumplir los siete, se va sumergiendo en la historia y no la quiere dejar.
-¡Dale! -dice-. ¡Dale, que tengo curiosidad!
Empezamos con El Mago de Oz hace cosa de una semana. Es la primera vez que le leo algo más largo que un libro álbum o un cuento. Un experimento, digamos. Y anoche batimos el récord: más de treinta páginas antes de que la cabeza de mi hijo acabara de aterrizar en la almohada para cerrar los ojos y (todavía) tratar de dormirse.
Estamos en la página 122. La Bruja Mala del Oeste ha logrado que los Monos Alados inmovilizaran al Leñador de Hojalata, quitaran la paja al Espantapájaros para dejar los harapos restantes en la rama más alta de un árbol, encerraran al León Cobarde y, por último, dejaran a la pequeña Dorothy y su perrito Totó a la misma puerta de su castillo (sí, el de la Bruja), con sólo los zapatos de plata y el beso que le ha dado en la frente la Bruja Buena del Norte como protección.
La magia entera de L. Frank Baum está desplegada ante nosotros, a ciento dos años de la primera publicación de este libro, como si el tiempo no hubiera pasado.
Y aún cuando todos están en peligro, y faltan noventa páginas para el final, mi hijo ya mira de reojo el segundo libro de la serie, El País de Oz.
Maeva Ediciones ha emprendido algo que nos mantendrá entretenidos durante mucho tiempo, a mi hijo, a mí, y a muchos miles de lectores: la edición de todos los libros que, entre 1900 y 1919, año de su muerte, escribió L. Frank Baum sobre Oz. Y, de guiarnos por lo que ya conocemos, los presentan con excelente traducción y un diseño atractivo y amable para las manos infantiles.
Ya están a la venta (al menos en España) el primero y el segundo. Nos dicen que el tercero y el cuarto saldrán en diciembre, el quinto y el sexto en febrero. Los demás, se irá viendo, pero haremos cola para conseguirlos.
Es que faltaba en castellano una edición íntegra de esta obra formidable, un clásico entre clásicos, que no tiene en nuestro idioma la difusión merecida. Era hora de que pudiéramos comprobar por nuestra cuenta lo que anuncia Gore Vidal desde la contratapa de El País de Oz:
"Los libros de Oz siguen ejerciendo su encanto... A menudo los que los leen se convierten en lo que no eran: imaginativos, tolerantes, atentos a lo maravilloso, a la vida."
Eduardo Abel Gimenez
En esta edición de Imaginaria presentamos la introducción y los dos primeros capítulos de El Mago de Oz, según esta traducción de Marcial Souto.
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