37 | RESEÑAS DE LIBROS | 1 de noviembre de 2000

Chocolate con lluvia

Alice Vieira
Traducción del portugués de Montserrat Mira y Clerilei Bier.
Ilustraciones de Roser Rius.
Barcelona, Editorial Edebé, 1992. Colección Periscopio.

Portada de "Chocolate con lluvia"

Alice Vieira es una de las mejores escritoras portuguesas contemporáneas de literatura infantil y juvenil. Su Cuaderno de agosto (Madrid, Anaya, 1997) nos había impresionado favorablemente como una novela concebida de forma audaz; estructurada como una caja china en la que la historia que se cuenta alberga trozos de otra (la que está escribiendo la mamá de la protagonista) y éstos, a su vez, están incluidos en el diario íntimo de quien narra.

Con Chocolate con lluvia, la autora nos vuelve a sorprender, esta vez con la calidad literaria de la obra. En ella, Vieira nos ofrece un texto que dialoga evocativamente con otros que no se nombran, y juega (literalmente juega) con ellos en diversos planos y con diversas profundidades. Veamos un delicioso ejemplo de lo dicho en el que Rosa, una niña de tres años, hermana de Mariana —la narradora y protagonista testigo de la novela—, aparece provocando un episodio de intertextualidad con anclaje en el absurdo:

"Rosa vino corriendo a agarrarse a mis piernas con una urgencia loca para contarme lo que había sucedido.

"—¡El lobo se comió a todos, todos, todos!

"Me desembaracé de la mochila lo mejor que pude, dejé deslizarse la cuerda del saco de dormir que traía enroscada en la muñeca, tiré a un rincón la toalla de baño que, por más esfuerzos que hice, no había cabido dentro de la mochila, y caí en el sofá de la sala. ¡Estaba en casa!

"—Y después ellos le dijeron que pasara la patita por debajo de la puerta, y estaba toda llena de harina.

"Rosa ya se había embalado a todo gas. No había quien la parase.

"—¿Dónde está mamá? —pregunté.

"—La mamá fue al bosque.

"—¿Al bosque? ¿Qué bosque?

"—Fue a buscar a los otros cabritillos, porque uno se escondió en el reloj, y va a poner muchas piedras en la barriga de él.

"—¿De él? ¿Quién?

"—Del lobo. El lobo se comió a todos, todos, todos."

Rosa es un personaje entrañable que a lo largo de toda la novela nos convencerá con su voz y sus decires que sus tres años son reales. En esta ocasión (como lo seguirá haciendo en otros capítulos) y de esta manera, nos cuenta sin contarlo, el cuento de los siete cabritos que los lectores podrán evocar sin dificultad.

La historia, tal como lo adelantáramos, es narrada por Mariana, una chica de 13 años, que irá dando cuenta del crecimiento y las dificultades que éste presenta, a sí misma y a sus amigas. Mariana, cuando tiene miedo, come chocolate; se aferra a él para sostenerse y, a lo largo de toda la novela, pasará por esa experiencia en más de una ocasión. Los miedos del crecimiento le exigirán varios chocolates.

De esta manera, por momentos festiva, Vieira nos hace saber de su capacidad para describir los problemas de la preadolescencia, (al igual que lo hace Christine Nöstingler en sus novelas), y no duda en presentar, descarnadamente, algunos de ellos.

En ese sentido, sin duda, los puntos más altos los alcanza cuando Rita, la mejor amiga de Mariana, debe enfrentar el momento en que su padre se va de casa (separación matrimonial) y tiene una charla con él, apoyada en la mano solidaria de Mariana, que está a su lado todo el tiempo. Vale la pena leer este texto sólo para admirar la pericia narrativa con que Vieira soluciona literariamente dicho pasaje utilizando técnicas de la novela moderna. El texto debe incluir obligatoriamente a Mariana dentro de la habitación en la que se desarrolla la charla, pues es Mariana quien nos está narrando la historia y no puede quedar afuera. Para ello se vale de una argucia literaria: Rita, asustada por la situación que debe enfrentar, no deja ir a Mariana y, tomándola de la mano, la lleva con ella hasta la sala donde espera su padre. Mariana no tiene escapatoria y desde el lugar del testigo nos contará lo que sucede, sin escatimar observaciones personales. "La mano de Rita estaba húmeda y muy fría, como si afuera fuese invierno, o sólo aquí dentro". A medida que crece la tensión dramática, el lector subirá en voltaje emocional y terminará con sus manos tan húmedas como la de Rita.

Con mucho humor y gran ritmo narrativo la novela se desliza por tormentas y soles dejando al lector con ganas de que no se acabe nunca.

Una novela para tener en cuenta y un texto para que lo chicos, estimulados por la historia, puedan gozar de buena literatura.

Recomendado a partir de los 12 años.

Silvia Motta


Silvia Motta se ha formado como docente en el Instituto de Profesores "Gral. José G. Artigas" en Montevideo, Uruguay. Ha publicado artículos de reflexión teórica en diferentes revistas especializadas (Piedra Libre, Puro Cuento, La Obra, A Construir). Actualmente coordina talleres de escritura y lectura en Montevideo y Buenos Aires y forma parte del staff de "La Biblioteca del Ratón".


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