32 | AUTORES | 23 de agosto de 2000
Foto de Carmen Martín Gaite
Carmen Martín Gaite (Foto Círculo de Lectores)

Carmen Martín Gaite (1925-2000)

Datos biográficos

Nació en la ciudad de Salamanca (España), el 8 de diciembre de 1925. Obtuvo el título de Licenciada en Filosofía y Letras por la Universidad de Salamanca y se doctoró en la de Madrid con una tesis que se publicaría en 1992 con el título Usos amorosos del siglo XVIII en España.

Fue considerada una de las principales representantes de la generación de narradores de la posguerra civil española, junto con Ignacio Aldecoa y Rafael Sánchez Ferlosio, quien fuera su esposo. Ganó en 1957 el premio Nadal por su novela Entre visillos. Por El cuarto de atrás recibió en 1978 el Premio Nacional de Literatura. A lo largo de su vida fue distinguida con varios premios más: en 1986 obtuvo el Premio Anagrama de Ensayo por su libro Usos amorosos de la postguerra española; en 1988 el Premio Príncipe de Asturias de las Letras, en 1992 el Premio Castilla-León y en 1994 el Premio Nacional de Literatura.

Otras de sus obras son El balneario (1954, Premio Café Gijón), Ritmo lento (1963, finalista del Premio Biblioteca Breve), Retahílas (1974), Fragmentos de interior (1976), Nubosidad variable (1992), y La reina de las nieves (1994). Sobre esta novela la crítica comentó:

"¿Quién no ha ido alguna vez por la calle y ha notado que una partícula le entraba en el ojo, y ha creído por un instante ver la realidad de forma distinta? A partir de esta experiencia común, Hans Christian Andersen escribió un bellísimo relato, La reina de las nieves. En él, la partícula procedía de un espejo roto, el espejo de los diablos, y aquel a quien se le metía en el ojo veía transfigurada su existencia y terminaba siendo arrastrado hacia un castillo de indiferencia y hielo. Carmen Martín Gaite ha sabido reconocer el carácter mítico, universal y, al mismo tiempo, contemporáneo del cuento y ha trabajado durante años (de 1979 a 1985) para escribir esta magnífica novela que la autora ha ambientado en el Madrid de los años setenta y en la que narra la historia de un joven que por varios azares del destino ha perdido el timón de su vida y la historia del esfuerzo que harán tanto él como los personajes inolvidables que le rodean para vencer el imperio de la nieve, el frío mortal de la desmemoria." (Revista El País Semanal N° 171; Madrid, 29-5-94)

En 1992 participó en la adaptación de los libros de la niña "Celia", popular personaje de la escritora Elena Fortún, para una serie de Televisión Española producida por José Luis Borau.

Con la novela Caperucita en Manhattan, Carmen Martín Gaite retoma, después de un largo período, el género de ficción. Y lo hace con uno de los libros inaugurales de una particular colección —"Las Tres Edades"— de la editorial madrileña Siruela. "Placentera y muy divertida resulta, en efecto, la lectura de Caperucita en Manhattan. Una moderna e ingeniosa recreación del famoso cuento popular, que Martín Gaite ha sabido dotar de vida propia, con escenarios, anécdotas y personajes muy originales y con una afortunada combinación de realidad y fantasía. Narrada con agilidad y con un exquisito cuidado del lenguaje, es una novela que sorprende e interesa al lector de cualquier edad desde las primeras páginas." Con estas elogiosas palabras comentaba la crítica Victoria Fernández la aparición del libro (El País, Madrid, 20-1-91).

La traducción ha ocupado un importante lugar en la labor profesional de la escritora. También ha publicado ensayos y poesías. Con respecto a la literatura infantil y juvenil, "Carmen tiene una corta trayectoria de libros pensados para lectores no tan adultos y siempre con niñas como protagonistas, estén dentro de un castillo con tres murallas, hagan dulces poco atractivos o se muevan solas por el asfalto neoyorquino. Asfalto que ella misma dibuja en unas ilustraciones que tienen el encanto de saber que pertenecen a una salmantina universal a la que le gustan los cuentos de hadas y lobos." (Revista Peonza, N° 47-48, Santander, 1999)

Falleció en Madrid el 23 de julio de 2000.

Roberto Sotelo


Portada de "El pastel del diablo"Bibliografía infantil-juvenil

  • El castillo de las tres murallas . Ilustraciones de Juan Carlos Eguillor. Barcelona, Lumen 1981. Colección Grandes Autores. Reeditado en la editorial Siruela (Madrid, 1992) con el título Dos cuentos maravillosos (Colección Las Tres Edades).

  • Portada de "Caperucita en Manhattan"El pastel del diablo. Ilustraciones de Nuria Salvatella. Barcelona, Lumen, 1985. Colección Grandes Autores. Reeditado en la editorial Siruela (Madrid, 1992) con el título Dos cuentos maravillosos (Colección Las Tres Edades).

  • Caperucita en Manhattan. Ilustraciones de la autora. Madrid, Siruela, 1990. Colección Las Tres Edades.

Los interesados en conseguir mayor información sobre Carmen Martín Gaite y su obra para el público adulto pueden dirirgirse a la página web de Escritoras.com (http://www.escritoras.com/cmg.asp)


El cuento de nunca acabar (fragmentos)

por Carmen Martín Gaite

Portada de "El cuento de nunca acabar"De la solapa del libro: "Este conjunto de reflexiones que se leen como si fueran cuentos —o, incluso, a la inversa— giran alrededor de la esencia y las motivaciones del decir y del contar. Nada tienen que ver con los fríos y académicos ensayos literarios sobre el tema, porque son ellos mismos literatura. Las reflexiones personales de Martín Gaite acerca de narrar —y de leer o escuchar lo narrado— se entrelazan inextricablemente con sus recuerdos, sus vivencias y sus lecturas. (...) Escrito casi como si se tratara de un relato oral, este libro propone un viaje a través de la ficción, una indagación de los resortes narrativos —de esa serie de juegos, fingimientos, mentiras e ilusiones— que se van entretejiendo hasta detener el tiempo —o, mejor, suspenderlo—. Aforismos, recuerdos, reflexiones y hasta comentarios sobre el proceso de creación del libro —que se alargó durante nueve años— van dando forma a esta curiosísima aventura del pensamiento."

"A través de los cuentos que le dedican a él, el niño recibe dos dones de diferente índole: uno, relacionado con el asunto del cuento mismo; otro, con la actitud y la identidad de la persona que se lo cuenta. Al niño le gusta oír cuentos; de un lado, porque le suministran material y argumento para sus fantasías solitarias mediante las cuales evadirse de ese mundo tedioso de los avisos y normas cotidianos, y de otro, porque significa una prueba de atención y de amor por parte del narrador físicamente presente, cuya voz oye y cuyos ojos le miran. Es decir, sabe que, a través del cuento, se está criando un vínculo de relación entre él y el narrador. El hecho, pues, de que el cuento le prenda más o menos, aparte de la curiosidad que puedan despertarle sus vicisitudes, depende en razón directa de la significación afectiva que para él tenga ese narrador concreto o del prestigio que le atribuya." (Del capítulo 4, "La Cenicienta")

"—¿Me lo estás contando con ganas? —inquiere recelosamente el niño cuando está escuchando un cuento que ha pedido él, en esos tramos en que el relato decae, acusando síntomas de distracción o apatía por parte de la persona que se lo cuenta. Teme, y con fundada razón, que ese narrador ocasional pueda tener prisa o estar reclamado por uno de los múltiples agobios que con tanta frecuencia tejen una invisible red sobre la fisonomía de los adultos y oscurecen su ceño. El niño tiene una predisposición intuitiva e inmediata para registrar semejantes distracciones y es incapaz de tolerarlas de buen grado, porque siente que afectan a la materia misma de lo que se está narrando." (Del capítulo 6, "Las veladas de la quinta")

"Si bien se mira, todo es narración. Desde la infancia nos vamos configurando al mismo tiempo como emisores y como receptores de historias, y ambas funciones son estrechamente interdependientes, hasta tal punto que nunca un buen narrador creo que deje de tener sus cimientos en un niño curioso, ávido de recoger y de interpretar las historias escuchadas y entrevistas, de completar lo que en ellas hubiera podido quedar confuso, abonándolo con la cosecha de su personal participación. El desarrollo de nuestras aptitudes narrativas depende así, en gran medida, de cómo hayan sabido espolearlas en esa edad primera los buenos narradores de nuestro próximo entorno, encargados de atizar y mantener encendida la llama de la santa curiosidad infantil, y a quienes, de una manera más o menos consciente, hemos envidiado y tomado por modelo". (Del capítulo 8, "El Gato con Botas")

"La lectura, al mismo tiempo que una fascinación, supone el enfrentamiento con un mundo del que se siente uno excluido y en el que de alguna manera, por algún portillo milagroso, desearía ardientemente penetrar. No sirven las indicaciones que dan los profesores, parecen estar equivocadas a propósito, desvían. —Tenéis que ir por aquí —dicen—. Y es mentira, por allí no se ve nada. El niño querría descubrir por su cuenta y riesgo los vericuetos que llevan de verdad a ese castillo de la letra impresa y encontrar él solo la llave de acceso a sus estancias." (Del capítulo 11, "La entrada en el castillo")

El cuento de nunca acabar (Barcelona, Editorial Anagrana, 1988 y Barcelona, Círculo de Lectores, 1994)


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